Por: Facundo Etchebehere
Dentro de las Relaciones Públicas confluyen diferentes perfiles de profesionales, personas con diversos caminos recorridos, que al final del día, enfrentan desafíos comunes desde la perspectiva de la gestión.
Para una organización, gestionar asuntos públicos es relacionarse estratégicamente con stakeholders pertenecientes al ámbito político, empresario, sindical, ONG y otros individuos o grupos de interés relevantes para el accionar diario de las compañías o para las industrias en donde operan. En este sentido, también, entra en juego el análisis del entorno, comprendiendo por este, el entendimiento de los fenómenos políticos, sociales y económicos u otras cuestiones que puedan afectar el desarrollo normal de la actividad de una organización. El objetivo principal de este relacionamiento estratégico y comprensión de escenarios, es anticiparse, tratar de influir en el entorno y construir un terreno común con las partes interesadas.
Es cierto que las diferentes industrias donde un profesional puede desempeñarse varían en complejidad. No es lo mismo gestionar Asuntos Corporativos desde una empresa de servicios públicos o de una empresa proveedora del estado; que desde una industria de consumo masivo, retail, o mismo desde una cámara empresaria representativa de un sector.
La variedad de temas que a los que se enfrentan las organizaciones, le imponen al profesional un proceso de inmersión en aspectos técnicos, específicos y aunque esto no le demande necesariamente ser un experto en todos, debe indefectiblemente manejarlos.
Claramente un abogado puede haber recibido una formación académica que lo ayuda a gestionar temas regulatorios desde la comprensión de los marcos normativos donde se pueden encuadrar, pero también un politólogo puede darle una visión amplia a esta gestión desde el entendimiento de como juegan los factores de poder en los procesos de tomas de decisiones. También podríamos hablar del aporte de un economista en la gestión de temas ligados a impuestos o de relación entre actores de una cadena de valor; como así un periodista o comunicador social puede aportar mucho desde la construcción del mensaje que facilita la presentación de un caso de asuntos públicos; o un relacionista público de formación, integrar una estrategia mirando las motivaciones de los diferentes públicos de cara a un tema.
Más allá de la formación académica que cada uno traiga o del camino recorrido en lo profesional, lo que más exige la gestión de Asuntos Públicos es una actitud exploratoria permanente, tanto desde la perspectiva de los actores como desde los temas que hacen al desenvolvimiento normal de la actividad de la organización desde donde opera. Esta actitud exploratoria lleva al profesional a un manejo integral de la información de la empresa, sus vulnerabilidades y también las oportunidades que pueden potenciar su actividad.
Comprendida la coyuntura, la gestión de asuntos públicos impone una agenda de relacionamiento, tanto desde la construcción como desde el mantenimiento. Es ser parte de los foros adecuados para intercambiar visones, generar confianza y por sobre todo construir vínculos.
Gestionar Asuntos Públicos no es tener una agenda con todos los contactos, es saber relacionarse en el momento adecuado con los diferentes públicos con una agenda definida por las prioridades del negocio y su desarrollo sustentable, además de un pleno entendimiento de lo que sucede en el entorno. Llevar adelante esto no es sumergirse en un submundo de reuniones ocultas o relaciones transaccionales sino que a través de la gestión de los vínculos e influencia con los actores involucrados se logre trabajar en una agenda en común en pos de la obtención de los objetivos estratégicos de las compañías.