Difícil empezar una nueva relación cuando la anterior no termina de cerrarse. Contando los reencuentros, las idas y las venidas, hace un año que corté con mi última pareja. Pero, oficialmente, hace 3 que el hombre decretó que lo nuestro “ya no le servía” (sic). Hoy sale con una 20 años menor que yo, pero dice que “la edad no es importante” (ja, ja, ja).
Cuestión que ya es hora de dejar de llorar abrazada al televisor y las papas fritas y empezar a asomar la cabeza al mundo. Por eso, a regañadientes, casi virgen otra vez, una acepta algunas invitaciones sin demasiado entusiasmo ni expectativas.
Hace poco me convidó a cenar un señor inteligente, respetable, interesante pero casado hace una eternidad. Gran dilema: el señor me gustaba pero yo no salgo (o salía) jamás con hombres casados.
Como salimos un sábado, pensé que no tenía compromiso. Pero todo se descubrió en mitad de la noche, con un par de copas de Malbec encima y muy cerca de cometer el adulterio.
Le dí salida con elegancia pero ahora me entró la duda. Después de los 50, ¿no es hora de derribar algunos mitos personales? ¿No es buen momento para lanzarse a la aventura? ¿No sería recomendable liberarse de los prejuicios y VIVIR?
Total, todavía estoy enamorada de mi ex (sin esperanzas) y el affaire no tendría consecuencias.
En estos pensamientos estoy por estos días. Entre el aburrimiento y la moralidad.