El ejército negro

#SucioYDesprolijo

Así supo definirnos en una entrevista Olaf al público metalero, y así también nos identifica un criollo como José Larralde. Algo de lo que nos hemos sorprendido a lo largo de la construcción de este documental son los modos en que los metaleros nos identificamos. Si bien no es una regla que se aplica en general, pudimos observar como en una gran mayoría el modo en que nos vestimos y salimos a la calle dice mucho de nosotros y de nuestro modo de vida.

Voy a partir de la suposición, basada en la propia experiencia, que hace que nos genere simpatía una persona que está vistiendo la remera de la banda que nos gusta. En algún momento de nuestras vidas nos ha pasado cruzarse con un completo desconocido y ver que esa remera que usa pertenece a alguien a quien también admiramos pero… ¿de dónde proviene semejante “moda”?

Para este documental abordamos, entre otras cuestiones, las cosas que nos identifican como metaleros y para muchos es casi de vital importancia el modo en que uno se viste y los accesorios que lleva. Por cuestiones que nos exceden como el trabajo, el ocio u otro tipo de responsabilidades usar esa remera que tantos años (y recitales) tiene encima a veces nos es imposible. Pero antes de llegar a la típica remera con la foto o logotipo de la banda hubo alguien que de manera consciente le quiso dar una identidad a la ropa que usamos.

En un principio puede parecer un análisis frívolo, pero es que la mayoría empezamos a usar este tipo de vestimenta y, en muchos casos, desconocer su origen. Es por eso que hoy le vamos a dar un lugar al aspecto más frívolo del heavy metal: la vestimenta.

Judas Priest

Judas Priest

En el metal, el origen del cuero y las tachas se lo debemos al cantante de Judas Priest, Rob Halford, homosexual confeso que dijo que el modo de vestirse lo tomó de la llamada “cultura del cuero” surgida a principios de los años 70s dentro del movimiento homosexual inglés.  Según ha contado el mismo Halford, visitaba un sex-shop londinense llamado “Sr. S” que fue el lugar elegido para abastecerse de numerosas prendas de cuero y accesorios de metal, utilizados en la subcultura gay de los 70 (llamada BDSM). Además Halford acentuaba esa imagen de “cuero y metal” al incluir una Harley-Davidson que conducía sobre el escenario en cada presentación de Judas Priest. El color negro no fue algo al azar, está directamente relacionado con la noche, la oscuridad, lo prohibido y es por eso que predomina en el vestuario metalero.

Para tener en cuenta el impacto que esta imagen podía provocar es necesario pensar en el contexto en que esto se dio, es decir, pensar en una Europa de postguerra donde el mayo francés y los hippies eran el movimiento fuerte, en el que las túnicas y los colores suaves era el modo de vestir entre los jóvenes de la época. Para contrastar con toda esa pasividad y con un heavy metal naciendo con toda la fuerza era necesario tener una imagen fuerte y contrastante que los diferencie del resto. La aparición del cuero en pantalones y chalecos, el exceso de tachas, los borceguíes o botas, las camperas de cuero, las cadenas, collares y muñequeras con mucho metal y tachas eran el modo de diferenciarse (e identificarse al mismo tiempo) que los precursores metaleros encontraron.

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Riff en los 80s

La cuestión es cómo llega a Buenos Aires ese vestuario y porqué también fue adoptado por los metaleros como modo de distinción y casi como uniforme diario o, al menos, presente en todos los recitales. Haciendo el recorrido histórico, la primera banda en adoptar las tachas y el cuero en nuestro país fue “Riff” y pudimos hablar con un protagonista directo de que esto suceda: Michel Peyronel.

A Michel lo entrevistamos hace unos meses y le preguntamos de manera específica por el vestuario de Riff cuando la agrupación comenzaba y Peyronel nos respondió que él se encontraba en Londres a finales de los 70s y Pappo estaba allí (viviendo, literalmente, en el placard de Dany, su hermano) y observaron cómo la música se iba “endureciendo” al igual que el vestuario. Las túnicas, los collares y las flores iban muriendo a medida que el cuero, el color negro y las tachas iban ganando lugar, según sus propias palabras esa imagen de “chicos malos” era la que querían transmitir con Riff y lo lograron. Sumado a la cultura motoquera de Pappo, el cuero, las motos y la imagen de Riff iban de la mano.

Esta imagen de chicos malos que se retrata en “Pantalla del Mundo nuevo”Hay hordas de chicos malos, con sus camperas de cuero, y metales brillan al sol, provocan el mundo nuevo” marcaba de manera contundente un antes y un después en la juventud, principalmente, porteña. Es así que los jóvenes comenzaron a tomar el cuero, el negro y el metal como parte de su vestimenta diaria, algunos integrantes de las brigadas metálicas nos contaron cómo ellos mismos se armaban sus muñequeras y se encargaban de colocarle tachas a las camperas y cinturones que en aquella época no tenían nada. Este modo de identificarse con el vestuario también fue llevado a las canciones del metal nacional como en “Aguante Bonavena” donde se describe al joven metalero “Yo y mis pares estamos acá, para dar lo que hay que dar’ por sentimiento locura y pasión, se nos ve de negro vestidos. Soy metalero por propia elección, no me rompa las bolas oficial“.

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Foto backstage en Barrancas de Belgrano

Si bien son sólo descripciones pueden aplicarse al joven metalero promedio de todas las épocas. También es necesario nombrar a Riff como la primera banda local que tenía el nombre de la agrupación en la remera. Como supo contarnos Mundy Epifanio y complementando el testimonio de Michel Peyronel, Riff sabía muy bien el tipo de imagen que quería dar, de qué modo hacerse notar en escena y cómo pensaban el modo de identificación de la banda para la cual diseñaron las remeras con el nombre de “Riff” y que luego todas las remeras del metal y del rock nacional en general, adoptaron y comenzaron a diseñar sus remeras con el logotipo y tipografía pertinente a cada banda.

Este tipo de identificación pudimos captarla de manera empírica en cada show al que asistimos y, en mayor medida, en dos situaciones que generamos para este documental: las entrevistas a fans y la portada en Barrancas de Belgrano. En ambos acontecimientos pudimos ver cómo el público (sin distinción de género, edad o posición social) acudía a los lugares propuestos de riguroso negro, tachas y remera que identificaba a su banda favorita.

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Foto backstage en Barrancas de Belgrano

Lejos de querer señalar una opción personal, nos pareció interesante poder incluir una breve referencia al modo en que nos vestimos y mostramos para con los demás, para que sepamos que la decisión de vestirnos de esa manera no es tan libre como pensamos sino que detrás de ello hubo gente que pensó el estilo, los colores y tipo de vestimenta, una cuestión que, lejos de distinguirnos de un montón, nos agrupa y hermana con gente que tal vez de otro modo, ni siquiera tendríamos en cuenta.

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