Por: Fabricio Portelli
Miguel Brascó inmortalizó la frase “el mejor vino es el que más te gusta”, y mucha razón tenía, porque sigue y seguirá siendo así.
Sin embargo, para a aquellos que son curiosos y no se conforman con las generalidades, esta máxima no es suficiente para entender qué es el gusto por el vino.
Si vamos por el líquido y las características de la noble bebida, nos metemos en un camino sinuoso que no tiene fin. Porque son las subjetividades las que dominan las opiniones, al menos en esta materia. Y entonces, lo que le gusta a uno, no necesariamente será lo mismo que al otro. No obstante hay muchas coincidencias, sobre todo dentro de nuestros círculos de pertenencia como son los amigos, la familia o los compañeros del trabajo. Pero cómo pueden haber tantas coincidencias en algo que es tan personal y subjetivo como es traducir todas las sensaciones que nos provoca un vino. Es mucho más sencillo de lo que parece, pero para entenderlo mejor, me voy a la música.
Escuchas un tema, y te gusta. Te compras o bajas el disco y te gustan otras canciones. Ves videos y te gusta cada vez más todo lo que hace. Pero en realidad no te gusta todo por igual; ni siquiera te gusta todo lo que hace la banda. Pero como te sentís identificado, crees que te gusta todo. Y así es, te gusta, o al menos tenes la sensación que te gusta.
En el vino pasa lo mismo. Un día probas un vino y te gusta. Pero no sabes bien si es por sus armas, por sus sabores complejos, sus texturas o profundidad en boca. Mucho menos por sus caudalías, retrogustos o caracteres organolépticos; ni grado alcohólico ni acidez total, etc. Te gustó básicamente porque estaba rico, y sobre todo porque la pasaste bien. El lugar, la comida, la compañía, la charla, tu estado de ánimo; todo confluyó para que ese vino te gustara. Y si vas más allá, seguro te vas a enamorar también de todos los vinos que elabore ese enólogo, o esa bodega, o los vinos de la región, o todos los vinos de dicha variedad, o con la misma crianza en roble. Porque no es el todo lo que te gustó sino una partecita del vino, junto con otras variables que nada tienen que ver con el vino en sí, aunque mucho con su disfrute.
Pero aunque sea suficiente con una partecita del vino para decretar el gusto personal, no es tan sencillo. Porque de la misma manera un vino puede no gustar, culpa de las variables y no del vino. Por eso es fundamental darle muchas oportunidades a un mismo vino antes de sentenciarlo. Y cuando hablemos del gusto del vino intentar entenderlo por sí mismo. No dejarse influenciar por otros, ni por otras variables. Uno puede hablar con un vino, a solas, para luego disfrutarlo en compañía. Y créanme que un vino se disfruta mucho más cuando se logra entender el por qué te gusta. Sin importar quién lo haga, ni de donde venga, ni si la variedad está de moda. Con la práctica vas a poder saber bien qué vinos te gustan y todos los por qué, independientemente de la situación de consumo. Y así poder elegirlos mejor de acuerdo a la ocasión. Pero al final del camino, te vas a dar cuenta que el mejor vino es el que más te gusta. Y si bien eso es lo que importa, entender ese recorrido es mucho más placentero.
Entrá a www.fabricioportelli.com y decime qué vinos te gustan, y por qué