Por: Ascenso Rock
El poderoso presidente de la AFA y vice de la FIFA generó amores y odios durante su polémica y extensa carrera como dirigente. Gran parte del ascenso lo recuerda como un hombre bondadoso con sus instituciones, otros lo recuerdan como “Don Corleone”
“Murió un dirigente excepcional”. Nicolás Leoz, el directivo más fuerte del fútbol paraguayo y ex presidente de la Conmebol, recordó con honores a Julio Humberto Grondona tras ser notificado sobre su deceso el mediodía del miércoles a causa de una insuficiencia cardíaca, en Buenos Aires. Sus críticos lo acusan de priorizar el negocio por sobre el espectáculo y tantos otros males.
El presidente de la Asociación del Fútbol Argentino llegó a la vicepresidencia de la FIFA en 1988, por esos años comandada por el brasileño João Havelange, y acompañó al suizo Joseph Blatter hasta el día de su muerte. No se le recuerdan escándalos internacionales, aunque terminó salpicado por la reventa de entradas que partieron desde su entorno en Brasil 2014.
Diferente final al que tuvo Havelange, que condujo 19 años la máxima entidad del fútbol mundial y generó profundos cambios favorables, pero terminó condenado por la justicia suiza en 2012 tras comprobarse millonarios sobornos. El brasileño también ha tenido que responder por lavado de dinero, tráfico ilegal de armas y drogas. Grondona se marchó ileso.
“Muy triste por la pérdida de un gran amigo“, escribió Blatter en su cuenta oficial de Twitter, “Sepp” confiaba tanto en él que hasta lo tenía a cargo de la tesorería de la FIFA, era el presidente de una estratégica Comisión de Finanzas que vive bajo la lupa y sospechas de corrupción.
Fue el patrón del fútbol argentino durante los últimos 35 años y su autoritarismo frente al resto de los directivos a la hora de gobernar causó enojo y creó enemistades en reiteradas ocasiones. No tuvo una intención real de combatir a los barrabravas, tampoco lo ayudaron, cerró las puertas de la AFA a quienes lo molestaban y logró siempre tener el consenso para seguir liderando. Mucho otros lo recuerdan como un hombre bondadoso.
El famoso anillo grabado en el dedo meñique de su mano izquierda con la frase “Todo Pasa” y su fama de ”Don Corleone”, capo de la mafia siciliana en la película El Padrino, formaron parte del ataque de sus detractores. La última gran crítica de la opinión pública fue por la imposición de un torneo argentino con 30 clubes en la Primera División. Los más pequeños le agradecen estar tan cerca del fútbol grande.
Así lo veían, así lo apodaban. Hasta le dedicaron un libro: Todo Pasa. Fútbol, negocios y política, desde Videla a los Kirchner. El escrito por el periodista Hernán Castillo en 2011 desnudó algunos de sus secretos. Pero nada que le impidiera obtener una nueva reelección en un sillón de la AFA, que desde 1979 lo vio sentado frente a dictadores y políticos de toda índole. Un entendido del juego.
La Conmebol lo describió como “uno de los dirigentes más destacados del continente”, el hombre que “consiguió una estabilidad” y “uno de los baluartes en la defensa del fútbol sudamericano durante su gestión“.
“Dio a su país una preeminencia en el fútbol, tanto en juveniles como de mayores. Y como muestra son los títulos obtenidos por la selección argentina”, añadió la confederación sudamericana en referencia a la Copa del Mundo ganada en México 1986, el Oro en los JJOO de Atenas 2004 y Pekín 2008, las Copas América 1991 y 1993 y los seis trofeos ganados por la juvenil Sub-20.
Ya con 82 años, trabajó hasta el último día. Estaba triste por ver frustrado el sueño de ganar un nuevo título mundial, que se le negó en Brasil 2014 a manos de Alemania, pensaba en el sucesor de Sabella e impulsaba celebrar los 100 años de la primera Copa del Mundo en sede conjunta entre Argentina y Uruguay en 2030. Contaba con el apoyo de su amigo Blatter y, tal vez, este sea su último gran legado. “Don Julio” murió en su ley.
Un sillón vacante, se busca sucesor.
Por Emiliano Lentini / Publicada en Infobae América