¿En qué se parecen nuestro cerebro y nuestra laptop?

#CoachingPersonal

imagesHGJ0NQWPEn las últimas décadas, el estudio del cerebro ha permitido saber mucho sobre nuestro comportamiento individual y grupal. Aunque muchas de esas cosas ya eran conocidas empíricamente porque la experiencia nos las hacía saber, no conocíamos aún el fundamento científico al que podemos acceder hoy.

Tradiciones como el budismo han aportado, desde hace varios siglos, mucho para acercarnos al uso más efectivo de nuestro cerebro, hoy la ciencia les da la razón y podemos transitar ese camino con paso cierto, como nos gusta a los occidentales con “las pruebas en la mano”.

Lo que hoy sabemos, es que el cerebro es nuestra computadora central, el funcionamiento de todos nuestros órganos depende de él, nuestros músculos se mueven de acuerdo a lo que él dispone y nuestras acciones, tanto en intención como en intensidad y efectividad, dependen también de él.

Como buena computadora y tal como dice Estanislao Bachrach en sus libros “Ágil Mente” y “En Cambio”, el cerebro dispone de un hardware que está compuesto por unas cien mil millones de neuronas y de un software, nuestra mente.

Este software es el que hace que nuestro cerebro considere posibles determinadas acciones y que descarte otras como desatinadas, imposibles, etc. Nuestra mente nos dice que “somos así” y que no hay posibilidades de cambio, que todo es de la manera establecida y que debemos resignarnos.

Pero ahora que sabemos que nuestra mente es sólo un software, como el de la computadora de nuestra casa, podemos decir que si el software se volvió viejo y ya no nos satisfacen sus prestaciones porque son lentas o anticuadas, tenemos la posibilidad de cambiarlo o actualizarlo.

Para ello necesitamos herramientas, una de ellas es la voluntad de salir de nuestra “zona de confort” y adentrarnos en lo desconocido, otra es la valentía necesaria para seguir adelante y por último el compromiso de persistir a pesar de las dificultades de los primeros tiempos.

Los Coaches acompañamos a las personas en estas instancias, ya que muchas veces no es fácil incorporar nuevos hábitos que nos lleven a un nuevo paradigma. De esta forma el cambio se produce al generar conexiones neuronales lo suficientemente fuertes como para que se conviertan en conductas permanentes.

Cuando esto sucede, hemos cambiado en algo, ya nos somos como éramos, somos algo distintos y si realizamos otro cambio, seremos más distintos todavía y más parecidos a quienes queremos ser.

Los estudios científicos sobre Inteligencia Emocional sostienen que un cambio de esta profundidad lleva al menos 4 meses y depende en gran parte del compromiso y acompañamiento que tengamos disponible.

Tal vez sea hora de esforzarte en los próximos cuatro meses de tu vida y llegar a fin de año siendo ese “nuevo vos” que hace tanto querías ser… si no es ahora… ¿Cuándo?…

¡Hasta la próxima!

Agostina Fasanella
Coach Ontológico
Liderarte Consultora