Tuve una experiencia maravillosa. El cielo estaba rosa y violeta y contrastaba con el dorado del desierto. Era la hora del atardecer y la hora perfecta para meditar. De los tres que habían dicho si al principio quedo solo la inglesa y yo. En este momento de mi vida no convenzo a otros a hacer las cosas, yo te ofrezco la experiencia, vos elegis. Creo que uno siempre sabe lo que le conviene y no hay una sola verdad. Lo vivencias o no. Así que con la inglesa nos adentramos entre las dunas para encontrar el perfecto lugar donde la tierra y el cielo se unían, se fusionaban. El silencio del desierto suena bien, de por si ya es una meditación, es simplemente perfecto. Hace que tus pensamientos hagan eco de por si. Nos sentamos, le explique lo básico del kundalini que es compartir una experiencia y cerramos los ojos y al frotar las manos convocamos al genio de la lampara de Aladino, nuestro propio maestro interior para que se hiciera presente y yo convoque a los hombres que ame con locura para que me acompañaran en este todo que te hace sentir el desierto. Los vi tomados de las manos en circulo conmigo, de alguna forma convocaba mi anima masculina, esas partes mías en ellos y empezamos la meditación. Primero pajarito en donde el viento nos ayudaba en el vuelo y luego de sentirnos simplemente perfectas en este momento, como estrellas del cielo que venimos a brillar en la tierra, a ser felices y cumplir sueños.Y luego puse ajaialai y simplemente me fusione con el desierto, eramos uno, podía sentir su respiración, el viento me envolvía, la arena me abrazaba y el ser se manifestaba. Mi alma estaba ahí, en paz, ya no pensaba en nada, sonreía en la plenitud de estar cerca, de sentir su manifestación, su presencia. Luego gotas empezaron a caer del cielo provocando química en el desierto, el calor de la arena chocaba con la frescura de las gotas del cielo y pura naturaleza aparecía, sentía el verde de un bosque, el olor de la naturaleza. Mis ojos permanecían cerrados y las gotas se intensificaban, no podía cortar ahora, cabía la posibilidad de que mi compañera inglesa saliera corriendo, de que mi teléfono explotara por la lluvia pero aun así mis brazos seguían firme y mi voz cantaba mas fuerte como reafirmando ese momento. El cielo y la tierra y yo unidos, una bola de energía que resonaba que vibraba y que se mezclaba y fusionaba. Era increíble, las gotas de agua chocaban con mi piel y eran como néctar de miel. Me nutrían, me refrescan podía entender al desierto el alivio, el frescor del regalo del cielo y yo ahí en su regazo cantando mantras en sánscrito escritos hace mas de una eternidad. Felicidad, unicidad, agradecimiento sentía de estar en ese momento sintiéndome parte del todo. Era inexplicable la sensación física pero era de amor, esa fuerza que no sabemos como aparece y nos hace sentir en éxtasis. Sentí el abrazo del amor del aire, sentí el calor del amor al unirse la lluvia fresca con el desierto caliente, sentí mi ser explotar de felicidad y ahí estaba yo en la oscuridad en un lugar del mundo rodeada de sensaciones y sintiéndome completa, llena, única de poder percibir y vivenciar esos instantes de la naturaleza donde no necesitaba mirar para emocionarme. Estaba sintiendo y escuchando a mi corazón en su expansión. Y allí la música cayó y respiramos profundo y contuvimos 20 segundos la respiración como si fueramos piedra y repetimos dos veces mas completamente empapadas y frotamos las manos y bendije ese momento: que el eterno sol te ilumine, que el amor te rodee y que la luz pura interior del corazón te guié. Y cantamos 3veces sat nam y ahi estaba la voz de mi compañera al unisono con la mía. Una guerrera que se había mantenido hasta el final, confiando, entregada al universo. Maravilloso.
Abrimos los ojos y un indio como si fuera un guardián estaba al lado nuestro: please run (por favor corran). Agarre mi teléfono empapado de la arena con mis anillos que se habían internado en la arena y salí corriendo bajo una intensa lluvia en la oscuridad de la noche en un desierto de empinadas dunas donde mi cuerpo se dejo arrastrar dejando huellas a nuestro paso y allí entramos a una improvisada carpa donde el fuego ardía. Era simplemente perfecto.
La oscuridad, el tintineo de la lluvia y el fuego cocinando el alimento, las chapatis que íbamos a comer. Me dijeron si quería amasar con ellos pero mis manos sucias se encontraban y mi alma todavía estaba en vuelo. Salí de la carpa de los 4 indios y fui a la camioneta donde estaban los 3ingleses tomando cervezas y riéndose de la locura de que estuviera lloviendo torrencialmente en el desierto cuando veníamos a dormir allí. Yo pensaba va a parar y vamos a dormir en esta inmensidad completamente fuera del mundo. Así que decidí dejar el teléfono y volver a las dunas bajo la lluvia a sentir esa fusiónalquímica, esa energía de choque y fusión. Podía sentir el aroma del desierto ahora. Como si cada día el desierto me develara un sentido, era maravilloso entender a la naturaleza. Al rato nos llamaron a cenar en el piso bajo la improvisada carpa. Esto si que era aventura. La lluvia ceso y nos prepararon las camas pero los 4 decidimos subir a las dunas de nuevo. El cielo nos tenia preparado un espectáculo, los rayos alumbraban al cielo y las estrellas empezaban a aparecer. Era una orquesta. Me sentía en una obra de teatro. El director era el cielo y nosotros los espectadores. Pum y se iluminaba el cielo y luego pequeños rayos silbaban en una sinfonía sin fin. Solo gotas caían que con la fuerza del calor del desierto se desintegraban antes de llegar al suelo. Un buen rato estuvimos contemplando el cielo.
Cuando volvimos los indios nos contaron que es de suerte que lloviera en el desierto que nos teníamos que sentir bendecidos. De echo este año casi no ha llovido y esto era necesario. Ya que mientras comíamos en la cena ellos cantaban mantras a la lluvia. Todo era de película, claramente tenia que volver al desierto porque siempre hay algo mas para ver o sorprenderte. Ver llover en el desierto no me lo voy a olvidar jamas. Me acosté bajo el manto de las estrellas entre las dunas feliz, completa, dichosa. Dormí un buen rato y fui despertada por un indio dado que nuevamente había empezado a llover torrencialmente. Corriendo los cuatro la camioneta, riendonos de la locura de este desierto. Luego de un buen rato de mas espectáculo de rayos volvió a parar la lluvia y volvimos a nuestras camas en el medio del desierto a dormir. Soñar esta vez no era necesario, habíamos vivido el mejor sueño de todos
Palabras compartidas desde el desierto: https://www.youtube.com/watch?v=HR1L9uTd2kY&feature=youtu.be