¿Vamos hacia un país unitario?

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Antes de las fiestas navideñas, fue noticia en todos los medios nacionales, los saqueos que se produjeron en distintos puntos del país, y principalmente los sucedidos en la Ciudad de Bariloche.

Frente a tal situación, la semana pasada el Gobernador de la Provincia de Río Negro Alberto Weretilneck junto al senador Miguel Pichetto, le informaron al Intendente de la nombrada ciudad Omar Goye que  “Por el bien de San Carlos de Bariloche y para lograr la pacificación de la ciudad, consideramos que lo lógico y lo razonable es que el señor intendente municipal analice seriamente la posibilidad de abandonar el cargo“. El mandatario justificó, además, la exigencia a Goye porque “Bariloche quedó aislada de la provincia y de la Nación”.

Tales afirmaciones, nos debe invitar a reflexionar y a pensar si la Argentina esta volviendo al pasado, pareciera que estamos viviendo bajo el Estatuto Provisional de 1815, 1817 y hasta la Constitución de 1819.

Pareciera que tenemos un Director Supremo –como en aquel entonces- el cual detentaba facultades para elegir arbitrariamente quienes están al frente de los distintos estamentos gubernamentales, otorgándole, de hecho, un carácter unitario a nuestra forma de gobierno, violentando nuestra forma de Estado, la cual es federal, definida en el Art. 1 de la Constitución Nacional.

Esta actitud asumida por el Gobernador y un Senador Nacional confirma lo que muchos suponemos que ya no existe y se deteriora cada día más la autonomía provincial, y que los gobernadores están sujetos a los designios del Poder Central, y que se transformaron en meros administradores de las migajas que desea el Supremo darles. Caso más grave es que dentro de las declaraciones surja la amenaza del “aislamiento”, otro caso de atropello institucional, a la autonomía municipal.

Lo que corresponde es hacer funcionar las instituciones de la democracia.  Así tanto el Gobernador como el Senador deben conocer la Carta Orgánica Municipal de Bariloche la cual establece la posibilidad de la revocatoria de mandatos, por tal motivo la actitud asumida linda con lo irracional y denota una desaprensión a la “democracia plebiscitaria” tantas veces pregonadas por el oficialismo.

Esto desnuda, graves intenciones, por un lado no se respetan las instituciones de la República, y por otro se busca amedrentar y aleccionar a gobernadores e intendentes para ser sumisos a lo que establezca el poder central, dando una nueva y grave señal del deterioro de nuestro federalismo.