Por: Diego Hernán Armesto
La situación actual que vive la Argentina, lleva indefectiblemente a buscar canales y espacios que permitan desde la institucionalidad reafirmar los principios republicanos y la plena vigencia del Estado Constitucional de Derecho.
La democracia exige muchas veces de gestos, y uno de ellos es el “diálogo” que permite la búsqueda de consensos que tienen que tener como base principal la tolerancia y el intercambio de ideas para procurar generar propuestas y respuestas destinadas a dar soluciones a los problemas que aquejan a los argentinos.
En nuestro país ya existen antecedentes de practicar el dialogo para procurar soluciones, así en el año 2002 Convocado por el Gobierno Nacional, la Iglesia Católica y el PNUD se generó el Diálogo Argentino, donde participaron, todos los actores sociales, sin dejar a nadie fuera del mismo, donde se intento escuchar a todos, y se buscaron esos canales comunes que permite la construcción política.
En el año 2009, una vez más el Gobierno Nacional convoco al dialogo político, con el objeto de llevar a cabo la reforma política, pero ese dialogo quedo trunco, y obviamente, todo dialogo debe suponer un intercambio de visiones entre distintos actores, a distancia de cualquier mezquindad y, por supuesto, no puede ser un monólogo.
El “diálogo” en democracia, significa poder intercambiar y buscar las soluciones a los problemas de hoy, y a proyectar una Argentina a largo plazo, donde todos los actores se sienten en una misma mesa, para generar de esta manera las soluciones a las demandas de la sociedad.
Debe existir una madurez política suficiente que permita que, a partir del “diálogo“, se entablen los canales normales de la construcción democrática. A pocos días de cumplir 30 años ininterrumpidos de democracia resulta fundamental que el “diálogo” sea la herramienta para vivir en plenitud una verdadera democracia y en este sentido se debe tener presente lo dicho por el Papa Francisco “Es el diálogo el que hace la paz“. Ese debe ser nuestro norte, y la forma en que debemos reconstruir y sostener a el pesado edificio de la democracia, seguramente con errores y aciertos, pero sabiendo que mediante esta herramienta podemos mejorarla cada día un poco más.