Es extraño ver como suele horrorizar el cambio de pensamiento. Hasta hay programas destinados a indicarlo, denunciarlo y mostrarlo como si fuera una calamidad que convive entre nosotros.
Mientras todos observamos impávidos al desafortunado de turno.
En general suele ser una persona de protagonismo, que se ha jugado por algo y decidió abrir la boca con énfasis para manifestarse.
Es alguien que hace muchos años dijo una cosa y con el transcurso del tiempo dijo otra.
En verdad, no dijo otra cosa. Dijo exactamente lo contrario.
Y debe ser decapitado.
Por lo menos esa parece ser la intención de quien señala la contradicción y cae en un empeño inusitado en endiablar a la víctima de turno.
No sé si lo habrán visto, ocurre a menudo. En la tele y en las conversaciones.
Siempre hay alguien a quien apuntar para accionarle el gatillo.
No intento decir que sea plausible quien se contradice a cada rato. Dice que opina algo y al rato opina lo contrario. O se da vuelta por conveniencia.
A ese si quieren, no lo salvemos.
Pero cuando los años pasan, la vida transcurre y las circunstancias se modifican, todos tienen derecho a opinar libremente.
A contradecirse sobre lo que tantos años atrás pensaron.
¿Cuál es el problema?
Muchas veces la inteligencia no pasa por sostener la identidad. Si no por saber soltarla frente a la evidencia.
En los temas que fueran.
Más que aferrarse a las declaraciones del pasado, es meritorio ser consecuente con la honestidad intelectual.
Ayer, hoy y siempre.
*Juan Valentini es autor de “Escritos de la Vida”. Los contenidos de este Blog no forman parte del libro. También es autor del libro de superación personal “El Campeón: filosofía práctica para ganar en el juego e imponerse en la vida”.