Por: Mauro Gago
El origen del mundo según los griegos y el nacimiento de la palabra caos como caracterización de “desorden”
“Antes de existir el mar, la tierra y el cielo, continentes de todo, existía el CAOS”
[Las Metamorfosis, Publio Ovidio, Libro I]
A pesar de que cada vez la teoría del Big Bang (tal como la denominó, curiosamente, uno de sus principales detractores, Fred Hoyle) pierde su fuerza como paradigma cosmológico, muchos de nosotros sabemos que esta hipótesis explica el origen del Universo en una supuesta gran explosión que dio lugar a infinitas galaxias. No obstante, y esto es bien sabido por la comunidad científica, dicha teoría no fue la primera ni tampoco será la última que intente revelar el lugar de dónde venimos. Y consecuentemente, en lo concerniente a la temática de este espacio cultural, conoceremos una conjetura bien antigua, tan antigua que casi carece de carácter histórico para erigirse, una vez más, como una nueva leyenda de la Mitología Griega.
Si bien la misma expresión de Big Bang implica de alguna manera una explosión, los científicos aseguran que esta no existió como tal y que, en todo caso, esta suerte de estampida es metafórica y pretende determinar una expansión inaugural y decisiva del Espacio. En ese punto, esta suposición concuerda con el Caos griego; por tanto, se puede indicar que lo que nosotros conocimos como Big Bang, los antiguos helenos lo aprehendieron como Caos. Vale decir, en efecto, que los hombres de aquellos tiempos aspiraron a descubrir cómo se había creado el mundo conocido y lo entendieron como un estado precedente en el que todo era informe, amorfo: el frío y el calor eran una misma cosa, lo seco y lo húmedo se fusionaban como un mismo ente y el cuerpo duro se hundía en lo blando. Estas expresiones contradictorias que expresa Ovidio en su libro (más arriba citado), quieren significar ese estado de anarquía cósmica que reinaba en el espacio y que la propia Naturaleza fue acomodando criteriosamente. Como señala el poeta romano en su célebre obra, “la Tierra no se hallaba todavía suspensa en el vacío (…) no se conocían las márgenes de los mares (…) el aire y el agua se confundían con la tierra”.
Como se observa, este estado del Espacio antes de la formación efectiva del Universo, según la concepción de los griegos, es la que siglos más tarde dará origen al propio término “caos” que hoy conocemos y que utilizamos para significar un estado de situación en la que gobierna el desorden y el desconcierto.
Pero volviendo al mito, este estado de “deambulación confusa” de los elementos celestes debía terminar, por lo que la propia Naturaleza, como advertí, se encargó de comenzar a ordenar y distribuir los elementos que darían vida al mundo. En ese sentido, lo primero que nace de este desorden cosmológico es Gea, la diosa de la Madre Tierra. Como ya se ha dicho en anteriores publicaciones, el nacimiento de Gea es considerado ctónico, es decir, como un ente (o una divinidad) que “nace de su propio seno”. Dicho nacimiento Implica, tácita e inmediatamente, la desaparición del Caos como fase preliminar, para luego dar lugar al Cielo, a la Tierra y también al Inframundo.
Para algunos cristianos no ortodoxos, la creación del Mundo por parte de Dios en esos seis días (porque, sabemos, “el último descansó”), grafica alegóricamente cómo el Universo se fue estableciendo realmente, más allá de que esta aceptación de la metáfora no consienta la no existencia de Dios, quien ahora sí podrá sentar las bases para la creación del hombre. Y es en este punto en donde también en la Mitología Griega se atribuye a un dios, en este caso a Zeus, la instauración del hombre. Claro, a diferencia de Dios, la máximo divinidad griega tuvo que lidiar con sus antepasados, Urano y Cronos, que pretendían un mundo sólo de dioses. Y así se dará paso al nacimiento de Deucalión, hijo de Prometeo y el primer hombre, pero esa es ya otra historia.
Lo concreto es que esta hermosa leyenda del origen del mundo alguna vez fue fuente de conocimiento para aquel ser humano no tan instruido como el actual, aunque vale admitir que tal vez, en cientos de años, una nueva teoría sobre el comienzo del cosmos se erija sobre las cenizas de la nuestra y aquellos hombres la adviertan como una poética historia fantástica, tal como nosotros hoy consideramos al “Caos” que imaginaron los viejos griegos.