Por: fricciardi
Una de las grandes líneas divisorias de aguas entre los que tenemos perro y aquellos que no tienen es la cuestión de la tradicional pirotecnia de fin de año. Los primeros creen que esta milenaria práctica es casi un acto criminal contra el resto de las especies que habitan el planeta mientras que los segundos entienden el uso de fuegos artificiales como su legítimo derecho.
Se suele asociar a los dueños de perros y gatos como los principales detractores del petardo y las cañitas voladoras, pero lo cierto es que ellos son la voz de los que no tienen voz. Los perros y los gatos tienen dueños que reclaman por ellos, pero no sucede lo mismo con otros animales. Las explosiones producidas por los festejos también impactan en otras especies: cientos de aves mueren en la ciudad cada nochebuena y nochevieja. Incluso, en el año 2012, murió como consecuencia del calor y el estrés por los fuegos artificiales “Winner” el oso polar del zoológico de Buenos Aires.
Quien no ha vivido con animales, difícilmente pueda imaginarse el estrés que sufren los perros cuando entran en pánico por las explosiones. En algunos casos con consecuencias fatales cuando los mismos huyen despavoridos de sus casas y son atropellados por un auto o se pierden definitivamente.
Hay provincias que ya han prohibido la pirotecnia como Neuquén y otras que van en el mismo camino como Mendoza. En la provincia de Buenos Aires, precandidato a gobernador de la Provincia de buenos Aires del Frente Amplio UNEN, se encuentra impulsando una campaña llamada “Pirotecnia Cero”. Según Ceballos “la pirotecnia está asociada al festejo, sin embargo, nuestra sociedad ha sufrido muy malas consecuencias a causa del uso de la pirotecnia que es peligrosa y representa una amenaza muy grande para las mascotas”
Por su parte, Luis Oscar Borca presidente de la empresa Cienfuegos asegura que la prohibición no traería aparejado ningún beneficio ya que comenzará un gran negocio de pirotecnia ilegal que provocará mayor cantidad de heridos y menor capacidad de control. Por otra parte, la “industria de las explosiones” brinda trabajo directo a 6.000 trabajadores de forma permanente.
Lo cierto es que es un dilema complejo de resolver. Aquellos que tenemos perro no podemos comprender a aquellas personas que necesitan de la explosión para festejar algo y los que no tienen pero no soportan ver cuestionado su ciertamente legítimo derecho a festejar como uno quiera.
Alejandro, un vecino de caballito de cabellera tupida y ruluda, afirma que él tiene todo el derecho de tirar unos petardos un par de noches por año ya que él soporta los perros todo el año escuchando sus ladridos, esquivando sus desperdicios y compartiendo su espacio público.
Si bien es cierto que son sólo algunas noches al año y existen diversas estrategias para intentar que el perro sufra el menor estrés posible, las fiestas suelen ser el peor día del año para casi toda la fauna que habita la ciudad.