Por: Miriam Molero
Hace unos cuantos años estaba yo parada en una esquina, esperando el cambio de semáforo, cuando bajo la vista y veo a una nena como de 4 años en cochecito. La nena me saca la lengua. “Yo por lo menos no me hago la paralítica”, le dije y crucé primero.
Año 2010/2011. Estaba viendo la tele cuando anunciaron “Public Speaking”, un documental de Martin Scorsese sobre Fran Lebowitz. Me extrañó. No la conocía y no me imaginaba por qué Scorsese querría hacer un documental con ella. Excepto que fuera música. Pero Fran Lebowitz (ella lo pronuncia “líbogüits”, con acento en la primera “i”) no es música. Empecé a ver la película y a amarla al mismo tiempo. Era como verme en el futuro excepto que no vivo en Nueva York, no soy lesbiana, no publiqué dos exitosos libros de ensayos cómicos (“Metropolitan life” y “Social Studies”), tampoco literatura infantil (“Mr Chas and Lisa Sue Meet the Pandas”), no tengo planeado sufrir un bloqueo que me impida escribir los próximos treinta años y no vivo de dar conferencias. Fuera de todo eso, Fran Lebowitz y yo somos dos gotas de agua.
Aquí les dejo los Fran Lebowitz dixit:
Mala conducta
Era muy mala en la escuela. De hecho, me expulsaron. Leía constantemente y esa fue una de las razones por las que me expulsaron. Siempre estaba leyendo otros libros debajo de los libros de texto, leía en lugar de hacer los deberes. Me levantaban en peso: “¡Sé que tenés un libro ahí!”. Me gustaba mucho hablar. No sabía que era buena hablando porque nunca de niña me alabaron por eso. Todo lo contrario. Cuando era chica me decían que era contestadora y ahora se llama public speaking. Eso por lo que me castigaban en casa y en la escuela es por lo que me pagan ahora: escribir y hablar.
Moriremos de autoestima
Los escritores deben escribir con su propia voz, con una voz real, pero solamente si son buenos escritores. He notado que demasiada gente está escribiendo libros. Hay demasiados libros. Libros horribles. Todo eso es porque se enseñó a tener autoestima. Y aparentemente se tiene tanta autoestima que se dice: “¿Sabés qué? Yo no debería guardarme estos pensamientos para mí, debería compartirlos con el mundo”.
Peor público, peor cultura
Mi primer público real fue el de la revista Interview (para la que escribía, contratada por Andy Warhol) y el 99 por ciento del público de Interview era homosexual, hombres homosexuales. Ese público era muy importante para mí y formó mi voz. (…) En un momento se hablaba mucho del efecto que el sida tuvo en la cultura y de los artistas que se perdieron pero nunca se habla del público que se perdió. ¿Por qué el Ballet de Nueva York era tan bueno? Por Balanchine y Jerry Robbins, sí; pero también por el público, ese público era tan… no sé cómo decirlo… Había un nivel tan alto de conocimiento sobre todo lo que a la gente le interesaba que mejoraba la cultura. Un público inteligente y conocedor es tan importante para la cultura como los artistas. Ahora no hay inteligencia. Cuando ese público murió -y murió en cinco minutos- permitió que el segundo, tercer, cuarto nivel pasaran al frente. Los primeros que murieron de sida… a ver cómo lo digo… Los primeros que murieron de sida eran los que tenían suerte con el sexo. Imagínense al que no se contagió de sida: ese es el GRAN artista alabado. Si los que murieron resucitaran, les diría (tono cómplice): “Adivinen quién es una gran estrella. Nunca lo van a sacar. Adivinen quién es el fotógrafo famoso, quién tiene un show en Broadway”. “¿Me estás cargando?”, me dirían. Como los demás murieron quedó el last man standing (último hombre en pie).
Aristocracia cultural
En los últimos treinta años tuvimos demasiada democracia en la cultura y no la suficiente democracia en la sociedad. La cultura debería ser hecha por una aristocracia natural de talento. No tendría que tener que ver ni con dónde naciste ni cuál es tu raza o tu religión sino con qué tan bueno sos haciendo tal cosa.
Recuerdos de Hollywood (1980 aprox.)
Recibí una llamada de mi agente para informarme que había rechazado una oferta de seis cifras por los derechos cinematográficos por mi libro aún no escrito. “Creo que podemos conseguir más. Te llamo más tarde”, me dijo. Corté y la llamé: “Escuchame, el año pasado me pagaron cuatro mil dólares por un libro que sí escribí. Este año me ofrecieron dos veces seis cifras por los derechos de un libro que todavía no escribí. Obviamente entendí al revés este negocio. No escribir no sólo es más divertido sino más redituable. Llamalo al tipo y decile que tengo varios libros sin escribir”.
Dorothy Parker y James Thurber
Si uno lee las reseñas de libros de Dorothy Parker… de novelas desconocidas, de escritores de los que no escuchaste jamás… son increíblemente graciosas. Son graciosas aún hoy. No tenés que conocer al autor ni al libro. Fuera de todo contexto se pueden seguir leyendo y son divertidas realmente. Creo que ella nunca se imaginó que iban a leerlas 60 años después.
Para ingenio: Dorothy Parker. Para humor a carcajadas: James Thurber
Nueva York en los 70
Nueva York no era mejor porque había más crimen. Era mejor porque era más barata, relativamente más barata. Cuando una ciudad es muy cara sólo los ricos pueden vivir en ella. Ese es el problema. Podés amar u odiar a la gente con dinero por diversas razones pero no podés decir que una ciudad donde sólo vive gente rica es fascinante. No lo es.
Nueva York hoy
No se puede traer estas hordas de campesinos al medio de la ciudad y esperar que eso no la afecte. A veces voy caminando por la calle y cuando trato de pasar a un grupo de estos, escucho que dicen que no les gustó algo. Por ejemplo: “Fuimos al restaurante con el camarero que canta. No me gustó. ¡Cantaba muy alto!”. Entonces, tengo ganas de acercarme y decirles: “¿De verdad no les gustó? Dígannos. Porque lo hicimos para ustedes. Si a ustedes no les gusta el restaurante con el camarero que canta con gusto lo cerramos”.
Falsos bebés
Si ves los cochecitos en la calle ves que la mayoría de los chicos no entran ya. Miden 1.70, 1.80 y van arrastrando los pies por el suelo. La primera persona que invente un cochecito con espejo para afeitarse se va a hacer millonario. Cuando era chica ser un bebé era un insulto. Ahora aparentemente el objetivo de todos los chicos es permanecer bebés. Y parece que fuera el objetivo de los padres también. Como si dijeran: “Tanto nos costó tener un bebé, conservémoslo bebé lo más que podamos, hasta los 16 o 17 años”.
Times Square
Vivo en Times Square. Un lugar que construimos para los turistas. Les voy a decir qué es lo que se necesita en Times Square: un carnicero, un zapatero, una librería…
Vagancia
Soy vaga, soy la persona más vaga de los Estados Unidos. Nadie perdió tanto tiempo como yo. No me gusta alardear pero soy una sobresaliente perdedora de tiempo de mi generación. Miré y era 1979, volví a mirar y estaba en 2007.
Noticias versus opinión
Las noticias solían ser información. Hoy cualquier artículo en el New York Times empieza: “En un camino rocoso de Afganistán…” y hasta el tercer párrafo no te enterás de que explotó una bomba. La bomba es la noticia, el comienzo es la escritura. Los hechos eran importantes en las noticias. Hoy, y es sorprendente, la gente está interesada en las opiniones de otras personas. Me parece que ya no se sabe qué es noticia y qué es opinión. Se escucha una noticia y al instante se escucha una opinión en la tele, en Internet o en redes sociales. No entiendo cuando en CNN dicen: “Y ahora las opiniones de ustedes en Twitter. Queremos saber lo que ustedes piensan”. ¿De verdad? Yo no quiero saber.
Fran no tene medo (1994)
Conan O’Brien: -Sé que estás teniendo algunos problemas con tu libro para chicos “Mr. Chas and Lisa Sue Meet the Pandas”.
Fran Lebowitz: -Escuché de un gran número de expertos en pandas… Estarías tan sorprendido como yo de saber la cantidad de expertos en pandas que hay…
COB: -Jajaja
F: -Me escribieron cartas diciéndome: “Los pandas no comen pizza”.
COB: -De verdad?
F: -Los pandas comen bambú lo que, de hecho, es el motivo por el que hay pocos. Porque aparentemente hay cada vez menos bambú.
COB: -Así que hay cada vez menos y menos pandas.
F: -Claramente deberían comer pizza.
COB: -Jajaja
F: -Y estos pandas además hablan… así que obviamente traté de engañar al público norteamericano.
COB: -Jajaja. Escribiste libros para adultos y libros para chicos. ¿Qué es más fácil?
F: -Libros para chicos. Toda la cuestión es menos complicada y hay dibujos que ocupan mucho espacio.
COB: -¿Y qué pasa cuando vas a un programa de televisión y decís que escribir libros para chicos es fácil?
F: -Más fácil.
COB: -… y decís que es más fácil? ¿Los autores de libros infantiles se enojan y te mandan cartas?
F: -Sí. Pero las escriben con crayón y en cartulina así que no es amenazante.
Quién iba a decirlo…
Nueva York era menos aburrida en los 70. Además, podías fumar en un bar. Y si fumás no te aburrís, fumás. Todo lo que dicen ahora acerca de fumar es lo que se decía antes sobre la homosexualidad. Se decía que no podían estar con chicos, se temía la homosexualidad pasiva, los bares para gays eran ilegales… Después de una redada en un bar, al otro día los nombres de todas las personas detenidas se publicaban en el New York Times, no en un tabloide: en el New York Times. Y todos eran despedidos de sus trabajos: cardiólogo, maestro, empleado, lo que fuera. No con una excusa. Eran despedidos por ser homosexuales. Era respetable hacerlo. La homosexualidad era ilegal. Había redadas policiales en esos bares pero podías fumar. Hoy los bares gays son legales, tienen valet parking y la gente te ve por la ventana pero para fumar tenés que salir a la calle.
Los libros de Fran Lebowitz están disponibles en ebook, en inglés. “Metropolitan Life” (1978) y “Social Studies” (1981) fueron publicados de forma conjunta en 1994 bajo el título “The Fran Lebowitz Reader” (no se trata de una nueva producción). En castellano tal vez se consigan viejas ediciones.
Fran Lebowitz participó al menos en doce oportunidades en la serie “Law & Order” en el papel de jueza.
El documental “Public Speaking”, dirigido por Martin Scorsese, producción de HBO, fue filmado en el Waverly Inn, el bar del cual tanto Lebowitz como Scorsese son parroquianos.