Por: Miriam Molero
Estuvo en la Argentina para presentar su obra completa y despertó un interés generalizado su versión ampliada de Ernesto Guevara, también conocido como el Che, que va por su 75° edición y lleva más de un millón de ejemplares vendidos en el mercado español. Sin embargo, aquí en Línea Maginot, mayormente a contramano, nos interesamos por otro trabajo de Paco Ignacio Taibo II: El Álamo, una precisa recreación histórica que no sólo desmenuza los intereses reales tras esa batalla sino que detalla las falsedades sobre las que Estados Unidos construyó ese símbolo sagrado de la independencia de Texas frente a México.
Parece que relato, lo que se dice relato, es el que nos hizo a todos John Wayne.
De eso charlamos con Paco Taibo en el bar de su hotelito en Palermo el pasado día del Trabajador, el 1° de mayo. Paco empezó por destruir la historia oficial de El Álamo, a mí se me dio por seguir con el tráfico de drogas, a Paco no le quedó más remedio que darle al escritor Don Winslow para que tenga y guarde, y finalmente todo terminó con Paco cantando cuatro frescas sobre la guerra narco.
-Tu trabajo es todo lo contrario del instant-book…
-Está el libro coyuntural que se consume muy rápido en la medida que el interés es muy corto, el tema no da para mucho y se consume así. Y hay otro libro en el que yo he estado trabajando sistemáticamente que tiene que ver con debates a más largo plazo. Tengo libros que llevan publicándose y reimprimiéndose desde hace treinta años. Todos los años sale una nueva edición de mil ejemplares tal vez, pero tienen vida. Y cuando voy a ferias del libro tengo el inmenso placer de encontrarme enfrente a lectores de 65 años y lectores de 15. Me pasan cosas divertidas como por ejemplo que llega el abuelo con su nieto a comprar el libro porque el nieto se lo robó y el abuelo quiere que le devuelva su ejemplar firmado.
-¿Es la elección del tema o hay algo más?
-Evidentemente es el tema que eliges y la manera en cómo lo cuentas. Yo opté por una historia narrativa en la cual siguiendo con todo el rigor la historia, trato de contarla a un lector inteligente porque quiero que la goce, que la disfrute, que haya empatía, no sólo información.
-Usando la narrativa y la historia también se contruyen mitos. Me interesó muchísimo tu libro El Álamo. Pero, ¿acaso la construcción de la Historia no se basa también en mitos? La Revolución Francesa, nuestra Revolución de Mayo…
-Basadas no. Están reconstruidas míticamente.
-Correcto.
-Y en algunas de ellas llega a un grado la reconstrucción que entre lo que pasó y la manera mítica de apropiarte de eso, no hay ni un elemento de verdad. En un libro como El Álamo cuando terminé no quedaba ni pie ni cabeza. Pasé por El Álamo como Atila. Hubo momentos, cuando filmamos el documental para el History Channel un tiempo después en que yo le decía al cura de la iglesia de San Antonio: “Pero esas cenizas que tiene usted ahí enterradas no son de Davy Crockett, Jim Bowie y William Travis. Él me decía: No. Y yo: Qué bien que usted lo reconoce pero ahí dice: Las cenizas de… Pero esas cenizas se quemaron colectivamente y el cura me decía que sí. Y yo le volvía preguntar: Entonces, ¿por qué dice ahí que son las cenizas de ellos? Y el cura: No, bueno…”. El nivel de fraude que hay en torno a la idea de El Álamo… El Álamo es una historia tejana de la que se apropian como historia fundacional los norteamericanos, construyen tres héroes fraudulentos y la promueven a escala de la dimensión de la cultura pop a través del cine. Y uno dice: Dame diez minutos de respiro como historiador para deshacer la historia. Sin ánimo de mexicanizarla, porque del lado mexicano el canalla de Santa Anna era peor. Pero esto es un fraude. Así que me divertí como loco haciendo una investigación muy rigurosa pero contándolo de una manera muy libre. El problema que tenemos hoy en la historia es que hay que recordarle a los historiadores que la historia es un arte narrativo.
-Es minucioso en El Álamo el trabajo capítulo por capítulo y la presentación de cada personaje. En verdad, la batalla dura veinte minutos así que fue muy inteligente construir el libro convirtiendo a cada personaje en un pilar y que cada pilar agregue un tramo más de la historia. (Incluyendo el hecho de que los supuestos paladines de la libertad eran esclavistas que por eso no querían pertenecer a México, donde la esclavitud ya era ilegal).
-Así es. Nunca llegas al corazón de la historia si te pones en el corazón de la historia. Tienes que construir los cimientos, el primer piso, el segundo piso, la presencia de los personajes secundarios, la atmósfera y al mismo tiempo estás peleando contra los elementos de falsos mitos, de mitos fraudulentos.
-En el libro comentás que en México la historia de El Álamo no es importante…
-Ni siquiera es un pie de página.
-Pero por otro lado, como bien plantea Gore Vidal el cine de Hollywood nació para ser una máquina de
producir realidad. De alguna manera toda América latina es probable que tome como cierta la historia de John Wayne. Si yo no leía tu libro, lo iba a seguir creyendo.
-Toda América latina consume la versión de la cultura pop norteamericana. Se ha superpuesto a la cultura histórica narrativa. Porque además yo usé fuentes norteamericanas una y otra vez. El libro está repleto de investigación referida a autores norteamericanos que destruyeron elementos parciales del mito. Lo que pasa es que ninguno se atrevía a contar la historia global.
-¿Cómo funciona en México?
-Igual. Había funcionado igual. Con la salida del libro se armó un desmeretengue maravilloso. La gente se reía mucho porque el fraude de El Álamo se caía a pedazos. Davy Crockett no mató a un oso cuando tenía tres años, hija mía…
-Me hizo reír muchísimo esa frase del oso. Un estilo muy Bioy Casares. (“De acuerdo con las versiones que sobre sí mismo hizo circular, (Davy Crockett) mató un oso a los 3 años de edad; aunque sus más serios biógrafos lo dudan, el relato trascendió en su época.”)
-El problema es que si no las abordas con una combinación de rigor narrativo y sentido del humor este tipo de historias… Tienes al gran héroe de El Álamo, Travis, un tipo plagado de enfermedades venéreas, abandonador de su esposa, gangster, fraudulento, vendedor de terrenos falsos. Los héroes de El Álamo son gloriosamente asquerosos. Eso era lo que me hacía tan atractiva la historia.
-¿Y el Comandante Houston (del ejército estadounidense)?
-Houston, un borracho borracho, opiómano. Divinos.
-Un punto muy gracioso es el hecho de que rondaban el campo de batalla pero ninguno de los dos bandos quería atacar. ¡Cómo puede ser!
-Así fue. Yo reconstruyo ese detalle. Tomemos San Jacinto, la batalla que define la guerra de Tejas. Santa Anna permite que su ejército se dedique a dormir la siesta…
-A las cinco de la tarde…
-A la vista del ejército enemigo y sin poner centinelas. Un presidente que es capturado y que le da al ejército órdenes de replegarse y el ejército las obedece. Escribir El Álamo fue tremendo. Primero la investigación fue sorpresa tras sorpresa tras sorpresa. Luego fue muy divertido porque me vi obligado a investigar fuentes norteamericanas en bibliotecas, en periódicos, en artículos, meses para encontrar las claves.
-¿Cuánto tiempo trabajaste en El Álamo?
-Creo que trabajé en dos tiempos: un primer tiempo de investigación sobre las versiones tejano-norteamericanas y luego otro segundo tiempo de investigación –dejé el libro metido en un cajón durante un año- y trabajé sobre los archivos y fuentes mexicanas y sobre la manera en que Hollywood contó la historia. Así que hice un seguimiento de todas las películas que se habían hecho sobre el El Álamo.
-Hay todo un capítulo dedicado a eso.
-Y a John Wayne.
De la guerra del esclavismo a la guerra de las drogas
-¿Al día de hoy detectás la construcción de un mito con los mismos fines en un tema actual como el narcotráfico?
-No. Lo que encuentras en el tema del narcotráfico es una historia sobre la que se han arrojado tantas nubes de humo, tantas cortinas de desinformación, tantas informaciones falsas mezcladas con verdaderas que hacen impenetrable la historia. Entonces, lo que han hecho los mejores periodistas mexicanos, que hay varios y muy buenos y muy valientes, es encontrar esquinas de la historia y las han contado muy bien esas esquinas. Pero no hay una visión de conjunto porque la niebla impide ver el bosque y el bosque impide ver los árboles.
-¿De esos periodistas cuál recomendás?
-El periodista (José) Rebeles, maravilloso. La periodista Sanjuana Martínez, excelente.
-¿Leíste El poder del Perro, de Don Winslow?
-Sí.
-¿Y qué te pareció?
-Divertida.
-¿Pero no te parece para nada una lectura interesante?
-Winslow no tiene ni idea de lo que está pasando ahí.
-Ajá. (Hago un silencio penoso) Me sorprende.
-(Paco suelta una carcajada debido a mi cara de estupefacción e intenta consolarme) Está muy bien la novela.
-Pero yo creí que estaba bien documentada.
-No, está bien atmosferizada. Están bien los ambientes y las atmósferas pero le falta una visión política. La guerra del narco es un fenómeno político decidido por un presidente y en el momento en que la decide sus consejeros en materia de seguridad están cobrando del narco. Imaginate de qué tamaño es la dimensión de todo esto.
-¿Y eso no está reflejado en El poder del perro? La participación de la DEA, la participación de los gobiernos…
-Le atribuye a la DEA una importancia mayor de la que tiene. El gobierno mexicano le regaló al gobierno norteamericano la guerra del narco. Sin que se la pidiera el gobierno norteamericano.
-¿Y esto por qué?
-Calderón trataba de tapar el fraude electoral que había vivido meses antes. Y eso es transparente. Cualquier lectura más o menos seria e investigada te va a decir eso.
-¿Estás escribiendo un nuevo libro?
-Sí.
-¿Y cuánto llevás escrito?
-Ciento y pico de páginas.
-¿Tiene título?
-Provisional.
-¿De qué se trata?
-De narcotráfico.
-Ja!
Lo dicho. A leer El Álamo y luego, a esperar lo nuevo de Paco Taibo para enterarnos de una vez por todas quién, por qué, con quién y para qué, están detrás del inmenso negocio del tráfico de drogas.