Por: Miriam Molero
Como muchos de ustedes, quedé deslumbrada con “El conjuro”, la película de terror dirigida por James Wan. Fui a verla con Diego Rojas y no sólo gritamos de miedo sino que él hasta se agarró de la señora que tenía a la izquierda. Era cine de terror del bueno, no el del sobresalto sino el del terror profundo, el que viene desde adentro, el que nace no en el horror sino en la anticipación del horror.
Salimos del cine preguntándonos por los “hechos verídicos” en los que se basaba la película. Al otro día, Diego me mandó una página web donde estaba Anabelle, la muñeca real -mucho más pepona y adoptable que la del film-, y nos enteramos de que los Warren -los investigadores de lo paranormal- no eran ficticios. Y que tampoco era ficticia la familia Perron, víctima de “El conjuro”.
Está claro que James Wan hizo una película que debe responder a reglas internas del género y de lo cinematográfico. Tomó lo esencial de los hechos reales y lo convirtió en arte. Pero, ¿qué es ficción y qué no en “El conjuro”? Esta pregunta se me aparecía una y otra vez…
Comencé a buscar a alguien de esa familia y di con Andrea, la mayor de los Perron, quien tenía 12 años al momento de la mudanza a la granja embrujada -aunque en la película aparece como de 16- y que actualmente tiene 54. Escribió dos volúmenes sobre lo sucedido durante la década que habitaron la casa y el tercero se editará en octubre. Se llaman “House of Darkness, House of Light” y por ahora no tienen versión en castellano pero están disponibles en e-book para los que se animen al inglés.
Andrea Perron es una mujer muy cálida que se tomó el tiempo para contestar una serie de preguntas para Línea Maginot. Para los que aman las historias de fantasmas será una prolongación de la película. Para los creyentes, un testimonio. Para los escépticos, más ficción.
-¿Cómo fueron los primeros encuentros con los espíritus?
Andrea: -El mismo día que nos mudamos, cuatro de las cinco hermanas vimos una aparición en cuerpo entero. Nos ignoró y concentró toda su atención en el señor Kenyon (anterior dueño) mientras empacaba sus últimas pertenencias del armario del comedor. No sabía que se trataba de un espíritu. Me dio la sensación de ser un cuerpo sólido. Hasta lo saludé cuando pasé pero me ignoró. Nancy lo vio evaporarse. Era surreal. Pero los chicos ven el mundo con ojos abiertos a las maravillas y ese día fue caótico por la mudanza así que ninguno mencionó el episodio hasta mucho después. Una cosa era cierta: nos habíamos mudado a un lugar “especial” en el campo.
-¿El sótano que aparece en la película es real? ¿Era el refugio principal de los espíritus?
Andrea: -El sótano de la casa de la granja es el lugar más aterrador que vi en mi vida. Tenía paredes de granito rellenado con yeso con crin de caballo (se usaba en viejos tiempos en construcción) y el piso parcialmente de tierra, lo que generaba un aroma denso. Es largo y oscuro con varias habitaciones para fines específicos como alacena y caldera. Hay un pozo que es un área particularmente activa. No puedo decir que era el principal punto focal de los espíritus porque estaban en todas partes y omnipresentes pero hay un espíritu que parece residir ahí permanentemente. Es la que tenía una atracción hacia mi padre y lo tocaba cada vez que él descendía la vieja escalera desvencijada del sótano.
-¿Cuántos espíritus habitaban la casa? ¿Malos, buenos? ¿Qué hay de Bathsheba? ¿Cómo se protegían de ellos?
Andrea: -Por lo menos una docena de espíritus estaban presentes en la casa aunque a algunos los vimos una o dos veces nada más. Los “habitués” se volvieron conocidos para nosotros con el tiempo y funcionaban como miembros periféricos de la familia, nos cuidaban. Los espíritus en general eran benignos y no representaban una amenaza. De hecho, a veces parecían reconfortarnos. Había una señora mayor que nos arropaba a la noche. Nos besaba la frente. Olía a flores y a frutas. Un padre, el hijo y el perro de ambos aparecían frecuentemente en mi dormitorio aunque no parecían notarme. Algunos de los espíritus eran joviales. A uno lo perturbaba que trajéramos barro de afuera en las botas. Barría el piso de la cocina y después dejaba la escoba detrás de la cocina (de cocinar) y una pila de tierra en el piso. También había fuerzas malignas y maliciosas en la casa, incluyendo a la que lo que sea que fuera atacaba repetidamente a mi madre. Mi hermana Cindy constantemente decía que escuchaba voces en su cuarto. Voces que le decían: “Hay siete soldados muertos enterrados en la pared”. No había manera de protegernos. Compartíamos el espacio de la casa en dos dimensiones, en algún lugar entre la de ellos y la nuestra. Las cosas podían estar tranquilas por días o semanas y de pronto la actividad se retomaba sin ninguna razón aparente. Era una ambiente que te rompía los nervios, impredecible. Uno nunca sabía qué era lo que venía después. Bathsheba es la entidad que la señora Warren identificó como el problema -aunque varios de nosotros pensamos que era la señora Arnold que se colgó en el granero-, como la aparición amenazante que se presentaba con el cuello roto y que hablaba un inglés arcaico, del siglo XVIII. Cuando ella se acercaba a mi madre decía: “’Twas mistress once afore ye came and mistress here will be anon. Will drive ye out with fiery broom. Will drive ye mad with death and gloom”. Ese lenguaje había pasado para cuando Bathsheba entró en escena pero supongo que nunca sabremos con seguridad quién era. Ciertamente no era de estos tiempos. Es parte del misterio de la vida y la muerte. Bathsheba había tenido una vida miserable, había sido acusada de matar a un niño clavándole una aguja en la cabeza. Fue sujeto de pesquisa en el pueblo pero nunca fue llevada a juicio por falta de evidencia. Sin embargo, en la corte de la opinión pública fue tratada como una criminal y vivió bajo la nube negra de la sospecha. Nació en 1812 y murió en 1885. El informe forense especificó que había muerto de parálisis y había una nota especial en el margen: “Fue como si su cuerpo se hubiera vuelto de piedra”.
-¿No es asombrosa la idea de cualquier clase de existencia de espíritus?
Andrea: -¡Completamente asombroso! Empiezo mi primer libro señalando el hecho de que no es tanto a quién le pase esto sino que pase! Hay algo después de nuestra existencia mortal. En lo personal lo encuentro reconfortante y he vivido mi vida libre del temor a la muerte. Creo que hay un “velo” ilusorio entre ambas dimensiones y que en realidad estamos todos rodeados de espíritus todo el tiempo.
-¿Qué era “la burbuja”?
Andrea: -Mi hermana Cindy describe así la sensación de opresión de estar atrapada por un espíritu en particular y ser arrastrada dentro de la burbuja. Es una sensación muy única. Todos la experimentamos. La sensación es como si uno dejara de respirar. La presión de aire cambia abruptamente y hay una sensación visceral de que el tiempo se detiene durante el “encuentro”. La comunicación es telepática y no tiene sentido gritar por ayuda porque nadie que esté fuera de la burbuja puede escuchar. El aire es comprimido y helado, el olor es repugnante y el episodio es terrorífico. Ocurría mayormente en los lugares de la casa donde había habido una muerte: el borning room (cuarto que antaño se destinaba para nacimientos, enfermedades y muertes),en los aleros y en el granero.
-¿Cuál fue el peor episodio que vivió algún miembro de la familia?
Andrea: -La cosa más extraordinaria y la peor de la que fui testigo fue la noche en la que los Warren vinieron e hicieron una sesión en el comedor. No fue un exorcismo aunque había un cura y NO pasó en el sótano, aunque esa noche el sótano estaba muy activo. Una puerta se abrió durante el proceso y algo totalmente maligno entró a nuestra casa primero y luego, en mi madre. Su cuerpo comenzó a
retorcerse, hablaba en un lenguaje desconocido y levitó y voló unos veinte pies hasta el cuarto de al lado. Pensé que esa noche estaba viendo morir a mi madre. Fue la peor experiencia de mi vida. Los que estaban presentes no podían controlar a esa presencia y eran inútiles frente a este poder. Esa fuerza incluso sometió a los otros espíritus por semanas. Mi madre sobrevivió esta dura experiencia y afortunadamente no tiene recuerdo del episodio pero yo nunca lo voy a olvidar. Tampoco ninguno de los demás que estuvieron presentes. No sé si era un demonio, no sé lo que era pero era una fuerza cuya intención era hacerse presente para ese grupo que quería sacar a los espíritus de la propiedad.
-¿Su familia buscó ayuda como en la película, a la Universidad, a la Iglesia, a los Warren?
Andrea: -Mi madre nunca le pidió ayuda a nadie y mi padre negaba que algo sucediera en tanto no sucediera nada en su presencia. Un grupo de estudiantes apareció un día, ellos le informaron a los Warren y los Warren aparecieron seis semanas después. Era octubre de 1973. Sin saber nada de la casa, la señora Warren entró a la cocina y dijo: “Siento una presencia maligna en esta casa. Su nombre es Bathsheba”. Así empezó todo.
-¿Qué es lo más cercano a la realidad en el film?
Andrea: -James Wan capturó la esencia de nuestra historia como una historia de amor. Nuestra familia estaba unida por un amor profundo y nos retrató como capaces de batallar contra cualquier fuerza del planeta o del más allá. Y nunca perdió de vista al hecho de que estaba retratando seres reales que experimentaron algo sobrenatural. La película es una hermosa obra de arte.
-¿Qué es lo menos real del film?
Andrea: -El retrato de Bathsheba y mi madre. Hay ciertas libertades que se tomaron al armar la historia. Los guionistas Chad & Carey Hayes tomaron frutas de dos árboles diferentes. Hay que recordar que “El conjuro” está fundamentalmente basada en los expedientes de Ed & Lorraine Warren y que la película está planteada a partir de sus carreras como investigadores paranormales. En beneficio de la verdad, debo aclarar que mi madre nunca habría lastimado a ninguno de sus hijos, no importa cuál fuera su estado mental. No éramos ateos sino católicos, todos bautizados y hasta tenemos las fotos de los bautismos! No se hizo ningún exorcismo en la casa y lo que ocurrió, ocurrió en el comedor y no en el sótano. Pero mi mamá no muerde ni aunque la provoquen! Sin embargo, me gustaría hablar de algunas de las coincidencias bizarras que aparecieron en la película. Cuando yo era una adolescente, Fran, una amiga de mi madre, me compró un cuadro del que me había enamorado en un mercado de pulgas local. Todavía está colgado en mi dormitorio como un recuerdo de mi juventud. Ahora, sucede es que LA MISMA pintura del decorado del que sería mi dormitorio en la película! Los diseñadores no podían saberlo. Tampoco podían saber cómo era el empapelado y aun así es el motivo que eligieron. Para mí estos “co-incidentes” son buenos augurios.
-¿Y la escondida con aplausos?
Andrea: -Las primeras semanas jugamos a la escondida porque hacía mucho frío para jugar afuera y también porque era una manera de conocer la “nueva” casa construida en 1736. Nuestra madre estaba muy ocupada como para participar aunque tuvo que vérselas con las consecuencias de nuestro juego. Pronto descubrimos donde NO escondernos. Abandonamos el juego, era muy peligroso jugar y había muchos participantes, algunos no invitados. Eso de aplaudir es una contribución de los escritores.
-¿Y los ruidos, las puertas, los golpes, el frío extremo?
Andrea: -Todos los incidentes principales fueron detallados en los libros pero todo eso lo captaron muy bien. Especialmente la escena en que todos hablaban y sale vapor de sus bocas. Pasaba con mucha frecuencia. Eso y el olor delataba las presencias. Porque hay frío y hay frío sobrenatural. Son diferentes. El segundo es un tipo de frío que te paraliza.
-Cinco chicas en la casa. ¿Qué pasaba con los novios?
Andrea: -Yo era un ratón de biblioteca. Mi hermana Nancy era la coqueta y los chicos la seguían pero cada vez que intentaban venir a la granja algo pasaba que los mantenía lejos. Cuando Nancy empezó a salir con Eddy Richardson las cosas cambiaron. Era su primera relación seria y sus ancestros habían construido la casa. Arnold Estate había sido antes el Dexter-Richardson Homestead, su nombre familiar estaba grabado en la piedra angular de la casa, una enorme losa de granito, circa 1736. La casa tenía un efecto particular sobre los hombres en general y sobre mi padre en particular. Podíamos estar afuera divirtiéndonos como una familia pero cuando entrábamos a la casa su humor cambiaba abruptamente. No muchos de nuestros amigos se escaparon de las aventuras en nuestra granja. Algunas amigas tuvieron encuentros fuertes y una tuvo muchos encuentros con un espíritu en particular. Los libros tienen muchas historias sobre el impacto que la casa tuvo en muchos adolescentes y cómo esas experiencias cambiaron sus vidas.
-Vivieron en la granja por diez años. ¿Cómo terminó todo?
Andrea: -Nunca terminó para ninguno de nosotros. Como dice mi madre: “Dejamos la granja pero la granja nunca nos dejará a nosotros”. Los espíritus no fueron expulsados y tampoco era nuestra intención entrar en una batalla con ellos. Aunque con mi madre parecía que había una batalla sobre quién era la dueña de casa. Ella perdió esa batalla y la guerra. Ciertas fuerzas cósmicas conspiraron para llevarnos a la granja, conspiraron para retenerlos allí diez años y cuando nos fuimos en 1980 no nos fuimos solos. En 2007 empecé con las compilaciones, tuve extensas conversaciones con cada miembro de mi familia y escribí el primer libro porque este no es ese tipo de historias que uno debe llevarse a la tumba. El tercer volumen incluye siete ensayos de lo que cada uno de nosotros pensó sobre esos acontecimientos a lo largo de todos estos años y de los que sólo hablábamos entre nosotros o con amigos de la familia que habían venido y habían tenido sus propias experiencias. Mi madre dice algo muy sabio: “Pasamos treinta años tratando de enterrar a nuestros muertos y cuando llegó el momento de exhumarlos es asombroso ver qué tan cerca de la superficie estaban enterrados”.