Por: Miriam Molero
No existe el niño prodigio escritor. Los hay músicos, por ejemplo. Pero no escritores. Porque para ser escritor no sólo se necesita el conocimiento de una técnica sino la experiencia que permita tener qué contar. Esto no lo digo yo. Ni siquiera sé si es una verdad absoluta. Lo dice una y otra vez Fran Lebowitz, pensadora contemporánea y charlista norteamericana. Coincido con ella. Por eso no me extrañaron –aunque sí me sorprendieron- ciertos enormes detalles de la vida de la escritora británica Muriel Spark.
1) Se casó a los 19 años y se fue a vivir a Africa (Rhodesia, actual Zimbawe). Su marido, de profesión maestro, resultó ser un desequilibrado que se convirtió en violento.
2) La Segunda Guerra Mundial la dejó varada allí hasta que a los 23 años se subió a un buque de guerra y abandonó a su marido. Luego, de alguna manera, a su hijo que fue criado en Edimburgo por sus abuelos. Ella se instaló en Londres.
3) Llegada a Inglaterra fue reclutada por el MI6 y trabajó como agente de contraespionaje. Su misión: redactar noticias para engañar a los alemanes.
4) En el MI6 conoce a Graham Greene que resulta clave en su carrera como escritora pero no como “maestro” sino más bien como “mecenas”.
5) Un día se va a vivir a los Estados Unidos para trabajar en The New Yorker.
6) Un día se va a vivir a Italia.
7) Un día se muda a la campiña toscana con su amiga, secretaria, heredera (y deshereda a su hijo).
8) Escribe poesía, ensayos, biografías y más de veinte novelas.
9) Un día de 2006 se muere.
10) Pero otro día, mucho tiempo atrás, a los 12 años, Muriel Spark hace algo que contradice el comienzo de este post: gana un premio de poesía.
Muriel Spark es una escritora moderna, de prosa limpia y gran sentido del humor. Que no se malentienda: no es liviana y pícara. La escritura de Muriel Spark es fundamentalmente fluida, mordaz y fría. Justamente por eso es un placer total leerla: en ningún momento subestima al lector sino todo lo contrario, respeta su inteligencia.
La Bestia Equilátera es la editorial en la Argentina que está publicando sus novelas. Le falta un largo camino por recorrer pero ya van cinco: “La intromisión” (1981), “Memento Mori” (1959), “Los encubridores” (2000), “Muy lejos de Kensington” (1988) y “Robinson” (1958). Todas con la excelentes traducciones de Lucrecia M. de Sáenz, Mónica González, Natalia Meta y Diego D’Onofrio, Maribel de Juan Guyatt y Ernesto Montequín, respectivamente.
Podría recomendarles ahora que leyeran la última que fue editada aquí: “Robinson”. En lugar de hacer eso voy a recomendarles que las compren todas por dos motivos:
1) Porque en cada una de ellas hay un pedacito de Spark (tiny little sparks). En “Robinson” aparece Bluebelle, su gato. En “Lejos de Kensington” la protagonista es una gordita. En “La intromisión” trabaja en la Asociación Autobiográfica. Y así.
2) Porque cada novela es una sutil combinación de intriga, tensión sexual y sofisticación.
Todavía resta, sin embargo, conocer las piezas fundamentales de su obra. En 1961 publicó su libro más popular “The Prime of Miss Jean Brodie” (La plenitud de la señorita Jean Brodie), donde ya se nota que Spark ha elegido escribir a contramano: en el primer capítulo deja claro que uno de los personajes principales va a morir en un incendio. Esta novela fue llevada al cine con Maggie Smith.
Sin embargo, Muriel Spark aseguraba que lo mejor de su trabajo lo había escrito en Italia. “Venir a Italia fue la mejor cosa que he hecho. Para mi vida y para mi paz mental”. La Biblioteca Nacional de Escocia, su país de nacimiento, hace un aparte para este período productivo y destaca el primer fruto de esa mudanza: “The Driver’s Seat” (El asiento del conductor, 1970), que Muriel Spark describió como un “ethical shocker” (monstruo ético o novelita ética) y que fue llevada al cine con Elizabeth Taylor.
A “The Driver’s…” le siguió “The Hothouse by the East River” (El invernadero cerca del East River, 1973) y luego “The Abbess of Crewe” (La abadesa de Crewe, 1974), llevada al cine con Glenda Jackson y bajo el título de “Nasty Habits”.
Más que una autora, Muriel Spark debería ser una asignatura pendiente para todo buen lector. No empieza ni termina en una sola novela, no empieza ni termina en la literatura, ni en el cine ni en el teatro ni en el ensayo ni en la poesía.
Como si esto fuera poco aquí, en este blog, se desea que en el futuro cercano podamos leer su biografía de Mary Shelley, la madre de “Frankestein”.
Porque entre creadoras de monstruos se entienden… ¿o no?