Biarritz al rescate de “Ensayo de una nación”

#LíneaMaginot

BIARRITZ.- Eran las once de la mañana cuando se apagaron las luces de la sala del Casino de Biarritz y comenzó la proyección de este documental del que no sabíamos nada. A las once y un minuto estábamos, por lo tanto, sin ninguna clase de expectativa. A eso de las once y cuarto, sin embargo, en la sala ya se escuchaba claramente el silencio de la atención total. Para las doce se festejaba cada cara, cada gesto, cada chiste, conocíamos a cada alumno, a cada maestro, nos hacíamos problemas por las mismas cosas y tan solo nos faltaba tomar nosotros también las lecciones de canto. Tipo doce y media se nos estrujó el corazón y sonaron, compungidos, los pañuelos. A la una menos cuarto se encendieron las luces y aplaudimos a rabiar.

“Ensayo de una nación” es el titulo del documental. Alexis Roitman, su director. Compite en la Sección Oficial Documental del Festival de Biarritz. Es una película argentina. Una de esas pequeñas, raras y escasas cosas que dan orgullo de ser argentino.

Es una gran película y ya la Argentina le está haciendo mal.

Ensayologo

En “Ensayo de una nación” se muestra desde el momento cero el proyecto de conformar un coro de 1800 alumnos de escuelas católicas, judías, musulmanas, agnósticas, privadas, públicas, ricas, pobres, para participar de los ostentosos actos del Bicentenario que tuvieron lugar en la ciudad de Buenos Aires. Un grupo de profesores es el encargado de convencer, alentar e instruir a los docentes de música que, en sus respectivas escuelas, ensayan con sus alumnos las mismas tres canciones coreografiadas. A su vez, ese grupo de profesores recibe las novedades, últimas decisiones y cambios por parte de una especie de delegado de los organizadores del Bicentenario.

Primero con miedo y luego con una dedicación admirable, los maestros se enfrentan al desinterés inicial de los chicos, logran entusiasmarlos y finalmente comprometerlos en esta promesa de proeza que compartirán con otros chicos que todavía no conocen pero que se imaginan como los otros distintos pero que son tan nosotros como nosotros mismos.

Pero los organizadores van y vienen: que en Luján, que en Plaza de Mayo, que con la Presidenta, que sin la Presidenta, que televisado para todo el país, que sin televisación alguna, que para los Actos del Bicentenario, que la nada.

Nada.

O mucho menos.

Menos. Menos duele tanto como nada.

Ensayo2

Cuando se encienden las luces de la sala del Casino de Biarritz, allí está de pie Alexis Roitman recibiendo los aplausos. La mayor parte del público es francés. Están encantados con el documental y, sorprendentemente, su mirada sobre la película no tiene esa distancia antropológica con la que un francés ve el cine latinoamericano. Se sienten identificados con “Ensayo de una nación”. Le dicen a Roitman que su película es universal, que los maestros franceses se enfrentan a estas mismas problemáticas, que los niños franceses en las escuelas representan su propia nación en pequeñito como sucede en el film argentino, que las divisiones, los conflictos, las integraciones religiosas y de clases sociales enfrentan idénticos dilemas.

Así de inteligente es la película de Roitman por diferentes razones.

1) Porque es un documental sin narrador.

2) Porque es un documental sin entrevistas.

3) Porque es un documental donde la narración es pura y exclusivamente el montaje.

4) Porque es un documental que registra hechos paralelos en distintos lugares y consigue una visión omnímoda.

5) Porque al contarla desde el montaje y cronológicamente lo que la película consigue es contar una historia tal como se hace en una ficción. Con principio, medio y fin. Con climas. Con suspenso. Con válvulas de escape para la angustia. Con un gran final.

“Durante un año se siguieron los ensayos de los colegios que iban a participar del coro para la fiesta del Bicentenario -detalla Roitman-. Pero en el armado del guión que iba escribiendo a medida de que iba filmando me di cuenta de que en el fondo los conflictos que aparecían son los conflictos de la construcción de una nación latinoamericana. Yo no quería mostrar personajes solamente, quería que se viera lo que sucedía en los distintos colegios y que el coro fuera el único personaje. No quería personajes individuales sino plasmar la idea de que uno no existe sin el otro, sin el grupo organizativo no existen los colegios y sin los colegios no existe el grupo organizativo, sin el coro no existe el director y el director no existe sin el coro y así. El objetivo era retratar esta idea de nación en estos pequeños detalles en los colegios”.

-El proyecto del coro pasa de ser algo monumental, con la presencia de la Presidenta, en Plaza de Mayo a correr el riesgo de quedar en la nada por motivos políticos, organizativos, climáticos… ¿Qué pensaste al sentir realmente que estabas escribiendo un guión del que no sabían cuál era final, si iba a terminar bien o terriblemente mal?

-Lo que tiene el documental es que uno puede hacer una puesta en escena pero está librado a la realidad. Y por otro lado me parece interesante plantearse uno mismo acerca de cómo representar la realidad. Como organizador uno tiene el conflicto interno de cómo está tratando esa realidad y eso lo viví en el momento de la lluvia (cuando llega el día del acto y llueve torrencialmente). Si lo escribía no me hubiera salido tan bien. Para el guión, para la película era algo muy bueno pero cuando lo filmaba estaba llorando.

Alexis Roitman, luego de la proyección de "Ensayo de una nación".

Alexis Roitman, luego de la proyección de “Ensayo de una nación”.

-¿Qué comentaron los chicos cuando se vieron en la película?

-Los chicos no vieron la película. Tenían 10 años cuando se filmó y ahora deben de tener cerca de 14 años porque todo el proceso fue muy largo. En marzo o abril habrá un estreno en la Argentina y me interesa saber qué va a pensar el chico cuando se vea retado por la profesora, qué van a pensar los padres al ver ese momento.

-Por parte de los organizadores de los festejos del Bicentenario hay fechas y escenarios que modifican una y otra vez sin tener en cuenta ni el esfuerzo colectivo ni la ilusión de los chicos. ¿Alguien se hizo cargo de la responsabilidad política?

-No. El proyecto del Coro empezó grande y terminó siendo mucho más pequeño de lo que se esperaba. En ese sentido creo que la película muestra lo que sucede en la Argentina como Nación: se proponen proyectos que se van cayendo y quedan en el medio. No logran su objetivo pero al menos quedan en el medio, no quedan en la nada. En realidad hay otra discusión interesante en torno al documental porque el Incaa subsidió la película y tuvimos apoyo de Aerolíneas Argentinas y del Coro Unidad del Bicentenario y nosotros registramos lo que sucedió. Hay quien dice que el gobierno va a amar el documental y hay quien dice que lo van a odiar. Unos piensan que la película es kirchnerista y otros, que es antikirchnerista.

-La película muestra lo que sucede sin dar respuesta alguna ni opinión en general (sin hilar fino sobre una teoría del montaje).

-Porque quise plantearme pequeñas preguntas sobre lo que somos como nación pero que se las pudiera contestar cada uno. Por ejemplo, se ve la convivencia de judíos, musulmanes, cristianos, pobres, ricos, y sus fricciones y lo maravilloso es que los chicos son transparentes y hablan abiertamente, seguramente repitiendo lo que escuchan en su casa, y así se termina presentando una Argentina en miniatura.

Algunas de estas preguntas son mías, otras, la mayoría, del público francés. Una señora, adivino que maestra, le insiste a Roitman sobre el asunto de la distribución. Roitman no tiene información para darle porque no puede hablar de lo que no es.

“Ensayo de una nación” está empezando a correr la suerte del Coro.

Es una gran película, se ha abierto camino hasta el Festival de Biarritz, un festival dedicado al cine latinoamericano. Pero a la vez, está siendo víctima de las peores decisiones, según creo entender. Aunque había sido seleccionada, tengo entendido, no compitió en el Festival de Mar del Plata, que es de clase A y al que van distribuidores y seleccionadores internacionales. Al parecer, insisto, tengo entendido, se privilegió la proyección en un ciclo de cine en Buenos Aires, por supuesto, menor frente a cualquier sección de competencia en un festival clase A. Fue porque sí (tengo entendido). Porque la vida y su gente. Un sinsentido. Una argentinidad cien por ciento. Esto siempre y cuando, yo haya entendido bien.

En Mar del Plata participó de una sección no competitiva. O mejor dicho, pensé que había participado de una sección no competitiva pero que yo no lo recordaba. Pero no. No participó, me dicen.

En Buenos Aires, en ese ciclo de cine.

Y en marzo o abril de 2014, el cine Gaumont. Una semana. Dos. En qué horarios. Quién sabe.

Tal vez el Malba.

Nada.

Ensayo de una nación.

Que alguien haga algo.