Por: Miriam Molero
Protesta en el El Club de las Románticas. Hay piquete.
Volví de vacaciones, entré al local de La Manicure y luego de los convencionales cinco minutos de bienvenida comenzaron las recriminaciones.
“Este libro que nos dejaste es un asco”.
“Un asco, sí. No nos gustó”.
“Pero, ¿qué libro?”, les pregunté.
“Este”.
“Llevateló”.
Lo veo y me da risa. Como me da risa –lo tengo dicho- cada vez que leo que “Cincuenta sombras de Grey” es porno. Porque el libro que les había dejado era “La Sociedad Juliette”, de Sasha Grey (Grijalbo, 2013).
ESTO, señores, es porno.
Además de por lo obvio –sus rasgos temáticos, estilísticos y enunciativos, al decir de mi maestro Oscar Steimberg-, un truco bastante eficiente para determinar si una novela es de género romántico es prestar atención a cómo la tratan los hombres del periodismo cultural que es como decir el periodismo cultural mismo que es, a todas luces, un ámbito machista: si la destratan y/o la ignoran, es romántica, si se derriten por ella es cualquier otra cosa pero romántica seguro que no es.
“La Sociedad Juliette” es literatura erótica/porno. Su escritora (una actriz porno) fue objeto de lisonjas y la novela, alabada.
Les pongo otro ejemplo. Pero desde la vereda de enfrente. Pedro Juan Gutiérrez, el autor de “Trilogía sucia de La Habana”.
A Gutiérrez son capaces de asociártelo con un Hemingway o un Capote. Gutiérrez escribe así: “Me gusta masturbarme oliéndome las axilas. El olor a sudor me excita. Sexo seguro y oloroso. Sobre todo cuando estoy caliente por las noches y Luisa anda por ahí buscando los pesos”. Por lo general su protagonista anda por La Habana de sexo en sexo y las mujeres con las que se acuesta experimentan un orgasmo tras otro.
Para mí Gutiérrez, digamos, es a ciertos varones lo que la literatura romántica es a ciertas mujeres. Al público femenino de la novela romántica le interesa la promesa de amor. Al público masculino de las novelas eróticas/porno lo seduce la promesa de sexo. Estas lectoras sueñan con un millonario buenmocísimo que se enamore locamente de ellas (Qué ternura, mamu). Estos lectores sueñan con no casarse jamás y tener sexo aquí y allá con mujeres que gocen gracias a su poderoso miembro (Qué ternura, papu).
En el fondo, de la ridiculez no se salva nadie. La única diferencia real es que el periodismo cultural tiene prejuicios de género: a uno lo ensalza y a otro lo menosprecia.
Yo te voy a los números y la novela romántica te puede poner de pie una industria. Lo otro, no sé.
A modo de disculpas, desgrano sin éxito el paso a paso de esta argumentación frente a las presidentas del Club de las Románticas, las manicuras Fabiana y Érica. No evito que me arrojen por la cabeza a Sasha Grey. Rescato el libro y decido buscarle nuevo destino en Mariela (la clienta que odió “Cincuenta sombras” porque “mucho látigo y terminan casados y con dos hijos, haceme el favor”, 24 años, estudiante, rebelde sin pausa).
Cuando terminaron de patalear me pasaron el parte de lo que estuvieron leyendo y sus recomendaciones. Aquí van. Como ustedes saben bien, soy sólo una intermediaria entre el Club de las Románticas de La Manicure y ustedes.
“La casa de Riverton”, de Kate Morton (Suma de Letras, 2013).
Inglaterra. Año 1924. Un muchacho se suicida durante una fiesta de la alta sociedad. Lo ha invitado el hijo del dueño de casa. Es joven, atractivo, poeta… Tiene enamoradas a las dos hermanas de su amigo… Nadie entiende. Consternación. “Pero ojo que las cosas no son lo que parecen –me aclara Fabiana-. No te puedo decir por qué porque no quiero que me maten. Es más una novela de misterio que de amor. Mucho amor no hay… Hay pero no te puedo decir”.
El límite del deseo, de Eve Berlin (Roca Editorial, 2013)
Aprobada por El Club. Es entretenida y hay romance. Aunque es un poco “más de lo mismo, mucho erotismo”. Me aclara Érica que el libro es parte de una trilogía pero que se puede leer perfectamente por separado. “El límite del deseo” en estos momentos se encuentra en poder de Silvia (clienta lectora, 40 años, casada, profesional).
“Lágrimas de la revolución”, de Graciela Ramos (Suma de Letras, 2013).
Calificación del El Club: “Awwww”. Detalla Érica: “Es muy pero muy romántica y tierna. Es muy linda la novela por el lado de la historia de amor pero a la vez es una aventura porque a Valentino y a Rosario les pasa de todo. Hasta último momento, cuando crees que ya está, que van a estar juntos, les pasa algo”.
“La sangre que corre”, de Myrtha Schalom (Galerna, 2013).
Recién llegadita desde Galerna, apenas lo han hojeado pero desde el vamos me adelantan: “Es la historia de una pareja judía que se casa a las apuradas en Moises Ville porque a él le ofrecen un trabajo en el matadero de Buenos Aires. Desde ya te digo –me dicen- que ella se va a enamorar de un boxeador que apareció”. Parece que de verdad va a correr sangre pero no sabemos todavía.
“Sorprendida. El affaire Blackstone III”, de Raine Miller (Suma de Letras, 2013).
Ethan Blackstone llega al final de la trilogía conservando la corona de “El marido que todas quieren”. Se resuelven varios misterios del pasado de Ethan y Brynne. Trilogía altamente recomendada por El Club. Hay que leerla en orden: Desnuda, Todo o nada, Sorprendida.