Habitualmente si de pueblo hablamos en materia artística nos referimos a multitud y de esta manera nos distanciamos directamente de los escenarios líricos, estos espacios son sinónimo de “elite” y no existe la palabra popularidad entre sus paredes. Ser popular es ser elegido por grandes cantidades de gente ansiosa de idolatrar al artista de turno pero si a eso le sumamos un profundo sentimiento patrio en su repertorio tenemos definitivamente entre manos a un artista de gran convocatoria nacional.
Luciano Pavarotti fue uno de los pocos cantantes líricos que logró conjugar ambos estratos, social y cultural, con mayor éxito. El tenor italiano supo convencer con su arte tanto a la “elite” lírica como al pueblo. ¿Quién puede cuestionar las cualidades vocales de Pavarotti? Aún así fue muy criticado por atreverse a dar el salto de las tablas líricas a las de las masas, muchos tradicionalistas de la ópera no toleran habitualmente que “sus” artistas busquen popularidad “traicionando” sus raíces. Pero de hecho muchos cantantes líricos buscan ser reconocidos más allá del género, después de todo cada uno es dueño de dirigir su carrera artística por los caminos que mejor le parezca y se hará cargo de la responsabilidad que conlleva la toma de decisiones. Desde Enrico Caruso hasta Plácido Domingo muchos artistas coquetearon y lo hacen en la actualidad con cruzar la línea de la música popular pero sin dejar nunca el ámbito de la ópera. Un caso muy particular lo protagoniza en la actualidad Dario Volonté, con una importante presencia escénica el tenor argentino lleva adelante una carrera basada sobretodo en su presentación en conciertos públicos y en espacios no exclusivamente líricos, él es algo así como un “crooner” (denominación que se aplica a ciertos cantantes masculinos que interpretan un tipo concreto de baladas) de la ópera al que pocas veces podemos observar en una representación completa de una. En nuestro país, Volonté es un importante difusor del género fuera de su ámbito natural.
La vida artística de Dario Volonté resulta afianzada por la personal ya que es un apreciado ex combatiente de la Guerra de Malvinas que en el año 1982 sobrevivió al hundimiento del buque general Belgrano durante el conflicto entre Argentina y el Reino Unido. Pocas veces nos encontramos con historias de vida de semejante versatilidad. Es claro que su vocación natural por el canto superó el rol ocasional que la historia argentina le resguardó, y hoy Volonté es reconocido como un gran tenor lírico.
En el año 1981 descubrió su potencial en la voz al observar por televisión al tenor Plácido Domingo que se encontraba en Buenos Aires para representar “Otelo” de Giuseppe Verdi en el Teatro Colón. El 2 de abril de 1982, mientras hacía el servicio militar, Volonté fue enviado en el crucero general Belgrano a recuperar las Islas Malvinas. Un mes después el crucero fue hundido por el submarino nuclear británico HMS Conqueror. Murieron 323 miembros de la tripulación. Desde ahí Volonté se aferró a la segunda oportunidad que le había brindado la vida y ya como ex combatiente decide continuar con su carrera artística mientras trabajaba como fletero y cartonero. El barítono José Crea fue su primer profesor y se perfeccionó con el tenor Vittorio Terranova en Milán. Fue finalista del Concurso Pavarotti y sus primeras actuaciones datan del año 1994 en el Teatro Avenida de Buenos Aires en la representación de la zarzuela “Luisa Fernanda” y en el rol de Cavaradossi de la ópera “Tosca” en el Teatro Broadway de la misma ciudad. En el año 1996 es el protagonista de “Il Trovatore” en el Teatro Roma de Avellaneda. Su carrera comienza así una frenética vorágine que lo lleva a presentarse en los principales escenarios líricos de Europa y a trabajar con grandes directores de nuestro tiempo. Ovaciones llegan en Bélgica, Holanda y Bulgaria, el reconocimiento de la “elite” se repite y comienzan a llover contratos de todas partes del mundo. En mayo de 1999 vive un momento relevante en su vida artística, el público del Teatro Colón le brinda un aplauso interminable y de pie tras la última representación de la ópera “Aurora” de Héctor Panizza. Volonté accedió a bisar, ante semejante ovación, la Canción de la Bandera. A partir de ahí el famoso “Alta en el cielo, un águila guerrera…” se convirtió en su marca registrada. Volonté continuó su carrera lírica por los escenarios del mundo pero su “Aurora” quedó en el corazón del pueblo, su voz comprometida exalta de manera idílica y profunda los más básicos sentimientos patrióticos de los argentinos. El poeta español Manuel Machado escribió “Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo ya nadie sabe el autor”. Este es el caso de “Aurora”, muy pocos saben el nombre del autor pero sí reconocen en Dario Volonte al trovador del pueblo que hizo suyas esas coplas, es el elegido por su gran voz de tenor y su profunda dedicación al cantarla pero por sobre todo por su carácter de ex combatiente. El pueblo no diferencia entre técnica y tesitura como tampoco lo hace entre dicción y tonalidad, solo adopta lo que siente de manera simple y sin más requisitos.
En los últimos años Dario Volonté fue dejando de lado los escenarios líricos y la representación completa de óperas para dedicarse de manera plena a realizar distintos conciertos de carácter público y en espacios no necesariamente exclusivos del género. Una decisión que lo lleva a presentarse ante multitudes al aire libre o ante un público reducido en un teatro de pueblo, es el tenor argentino más conocido en nuestro país pero no el más reconocido y respetado por el público asiduo a la lírica. Es la voz del pueblo pero no la de la “elite”, habitualmente es contratado para participar en distintos actos públicos para interpretar himnos patrios y distintas arias de su catálogo, su sola presencia es sinónimo de convocatoria como lo es la de León Gieco, Jairo y Alejandro Lerner, entre otros tantos cantantes populares. El caso de Volonté es distinto debido a su naturaleza lírica, un tenor que traspasa las barreras del género para llevar la ópera a todos los sectores. Su repertorio es en gran parte lírico y aquí es donde se debe valorar el aporte que hace para atraer público al género. De Cilea a Verdi pasando por Leoncavallo y Puccini, Volonté canta arias de gran popularidad en diversos espacios donde es ovacionado aunque no siempre sus interpretaciones son dignas de tal reconocimiento.
Él es un tenor lírico spinto de voz potente pero con excesos de emoción y volumen e insuficiente técnica para alcanzar las notas altas de un repertorio al que debería realizar de manera correcta, interpreta obras dentro de su cuerda pero utilizando excesivamente el “falsete” y no alcanzando una emisión pareja de la voz. Volonté es un experto en versionar, en sus conciertos las interpretaciones tienen su marca y nunca un aria suena igual de un concierto a otro, algo de lo que se vanaglorian los músicos de jazz en su esencia. Volonté es todo un “crooner” de la lírica al que luego de escucharlo, acepto que estoy frente a un aria según Volonté. Lo he visto personalmente en diversas ocasiones y siempre noté que sus interpretaciones llegan al máximo de sus posibilidades. Su apariencia física en escena no es estable exponiendo la tensión que en el produce el canto y el esfuerzo que muchas veces se hace escuchar en distintos pasajes de sus conciertos. Pero ¿a quien le interesa todo esto cuando canta “Aurora” provocando la exaltación del patriotismo de los presentes? No creo que la señora que fue con su reposera a escucharlo cantar en una noche de verano cuestione su manera de interpretar “Recondita armonia”. Dario Volonté definitivamente pertenece al pueblo, es por lejos el tenor argentino más conocido por sus compatriotas y si bien sigue presentándose de manera esporádica en teatros exclusivos de la lírica su mayor reconocimiento recae en los ámbitos que no pertenecen al género, allí donde todos quedan embelesados con su prodigiosa voz y nadie interpela su manera de interpretar. ¡Y está muy bien que así sea!
Alejandro César Villarreal