A cantar “La donna e mobile”

#Ópera

“Rigoletto”, un campo fértil en donde hacer brotar magistrales talentos. La historia de esta ópera se apoya en columnas rígidas que no son más que las que sostienen a la humanidad y a toda novela mexicana: amor, odio, deseo, mentira y poder. Los débiles sufren derrotas dolorosas y son siempre avasallados por los triunfos de los poderosos, súbditos que odian a sus superiores y a toda la runfla de aduladores que los rodean. En un sistema perverso todos subyugan en la búsqueda de conseguir lo imposible, así sucede en “Rigoletto”. Banalidad y venganza se dan la mano, un grupo de burgueses y sus lacayos son protagonistas de una vida orgiástica en un mundo de lujuria rechazable y son llevados a escena por Giuseppe Verdi exponiendo así una crítica certera y profunda de la sociedad en la que vivía.

El gobernador militar de Venecia, señor Gorzowski, deplora que el poeta Piave y el célebre músico Verdi no hayan sabido escoger otro campo para hacer brotar sus talentos, que el de la repugnante inmoralidad y obscena trivialidad del argumento del libreto titulado La maledizione. Su Excelencia ha dispuesto pues vetar absolutamente la representación y desea que yo advierta a esta Presidencia de abstenerse de cualquier ulterior insistencia al respecto”. Este es el terminante comunicado que recibió Giuseppe Verdi y su libretista Francesco María Piave tres meses antes del estreno de la ópera hasta ese momento titulada “La maledizione” y que fuera encargada al maestro por el prestigioso Teatro Fenice de Venecia. La obra basada en “El rey se divierte” de Víctor Hugo comenzó a ser escrita y compuesta en 1850, tanto Verdi como Piave no contaban con el conflicto que generaría en la Venecia de los Habsburgo una historia con un rey libertino y su posterior intento de asesinato.  Previo al estreno comenzó una verdadera lucha entre la censura y la testarudez del compositor convencido de su obra, finalmente Verdi cedió pero lo hizo sin cambiar en absoluto el sentido de la ópera. Francisco I de Francia se convirtió en un ya inexistente duque de Mantua, Triboulet el nombre del bufón en la obra de Víctor Hugo pasó a llamarse Rigoletto. Obviamente el título “El rey se divierte” debió cambiarse ya que al no haber rey no tendría sentido, Verdi se aferraba a llamar a su ópera “La maledizione” (leitmotiv de toda la obra) pero nuevamente la censura llevó adelante su trabajo y finalmente fue titulada como su protagonista principal. “Rigoletto” se estrenó con gran éxito el 11 de marzo de 1851; desde ahí y hasta el presente es, detrás de “La traviata”, la segunda obra más representada del maestro de Róncole y figura en el puesto N° 10 de las óperas más escenificadas a nivel mundial en las últimas 5 temporadas.

Con esta obra Giuseppe Verdi alcanza la perfección musical, su genial vena compositiva encuentra en esta historia un tesoro bruto donde las joyas abundan transformadas en melodías. En solo 40 días Verdi creó una obra maestra fascinante con ilimitados puntos culminantes que mantienen la acción a lo largo de los tres actos que la componen. Un creador generoso que preparó un terreno fértil para que los buenos cantantes se luzcan de manera irreversible, esta obra bien cantada es un excelente punto de referencia para cualquier artista. Rigoletto es el personaje principal, en la mayoría de las óperas este privilegio es para tenores y sopranos pero en este caso Verdi entrega el papel del bufón a un barítono con voz potente pero que a la vez pueda recorrer tonalidades íntimas y suaves. Gilda, la hija de Rigoletto, es un papel para soprano de coloratura y voz extremadamente aguda reservado para actrices de profundo carácter emocional y por último el Duque de Mantua es el rol de lucimiento para un tenor de linaje belcantista, sus arias que son varias y brillantes son de extrema vocalidad y efecto técnico. Todo tenor que quiera recibirse como tal debe interpretar en algún momento de su carrera al Duque de Mantua.

“La donna e Mobile” es el fragmento más famoso a nivel universal del mundo de la lirica. Un aria de lucimiento para tenor que el maestro compuso basándose en versos de Víctor Hugo. El Duque de Mantua entona en el tercer acto su canción principal que después de la primera interpretación se hizo carne en el alma del público de la época, su rápida popularidad se debe a su facilidad de memorización y a su acompañamiento bailable. El poeta español Manuel Machado bien escribió “Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás. Que, al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad” y Verdi, conocedor de su arte, sabia que con este aria tenía todo para lograr un éxito y no se equivocó, es por esto que antes de estrenarla y para mantener el efecto sorpresa en el público prohibió su difusión al tenor Raffaele Mirate quien conoció la melodía a pocos días del estreno de la obra. El efecto de “La donna e Mobile” fue inmediato y alcanzó la calle de forma sorprendente. El corazón de Verdi se fundió con el alma popular, todos cantaban, silbaban y tarareaban su aria más famosa. Hoy sigue siendo el fragmento de ópera más conocido junto a “Libiamo ne lieti calici” de “La traviata” del mismo Verdi y el “Largo al factótum” de Gioacchino Rossini.

“La donna e Mobile” es lo que se dice habitualmente “una canción que sepamos todos” y que en un juego de interacción entre ustedes y la ópera de Verdi los invito a representar por un rato al libertino Duque de Mantua, no hace falta cantar bien solo se debe ser lo suficientemente libertino y divertirse. En todos nosotros puede haber un cantante de ópera escondido, después de todo la voz es un instrumento natural que la mayoría de los humanos poseemos. A continuación letra y música… todos a cantar ópera.

Alejandro César Villarreal

 

La donna è mobile, qual piuma al vento,

muta d’accento, e di pensiero.

Sempre un amabile, leggiadro viso,

in pianto o in riso, è menzognero.

La donna è mobile, qual piuma al vento,

muta d’accento, e di pensier

e di pensier, e di pensier.

È sempre misero, chi a lei s’affida,

chi le confida, mal cauto il core!

Pur mai non sentesi felice appieno

chi su quel seno non liba amore!

La donna è mobile, qual piùma al vento,

muta d’accento e di pensier,

e di pensier, e di pensier!