Por: Adriana Lara
PROYECTO PIBE LECTOR es un blog de FICCIÓN. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia.
6. Chica Cutting
Se hace llamar Yanet. Se enoja cuando al pasar lista, al completar una ficha, al entregarle el documento, alguien dice en voz alta “María del Carmen”. Y los que la conocen, evitan padecer sus enojos.
Dice que tiene más de sesenta mil seguidores en twitter. Dice que tiene su propio canal en You Tube, con ochenta mil suscriptores. Que su último video (tres minutos de su cabello agitado por el viento, filmado desde la ventanilla del tren), fue reproducido miles de veces en pocas horas. Aclara que no utiliza el facebook, que sólo administra su fan page allí… y que atesora decenas de miles de “me gusta”.
No dibuja bien. No canta, no baila, no actúa. No dice, ni hace, cosas interesantes. No escribe, prácticamente, porque se avergüenza de sus faltas de ortografía. Si alguien le pregunta por qué dice que la siguen tantos desconocidos, ella contesta que no sabe, que será porque no tienen algo mejor que hacer.
Yanet no parece interesada en nada y, generalmente, no emite palabra, excepto cuando le preguntan sobre ella misma. Puede pasar horas describiendo su pelo, sus uñas, los zapatos que consiguió o la infección que le provocó el piercing de su ombligo. A veces menciona un novio secreto, que al parecer tiene algún tipo de compromiso previo, con el que piensa formar una gran familia y viajar por el mundo “para disfrutar”. Si alguien le pregunta cuántos años tiene el famoso muchacho, ella sonríe con picardía y baja la vista. Exactamente el mismo gesto hace la madre de María del Carmen, cuando alguien se atreve a preocuparse por Yanet y le pregunta sobre lo que anda diciendo su hija. Sonríe, baja la vista y agrega: “Son cosas de chicas, nunca tuvo novio, no tenemos computadora y en mi casa ni siquiera hay internet”.
(Cuando llega a su habitación, después de un día adormilado, se encierra en el baño, que es su lugar preferido del mundo. Deshace el elaborado peinado despeinado, cubre los mechones de color con papel crepé, se quita la ropa que de puro ajustada le ha dejado las huellas de las costuras impresas y se para frente al espejo. Examina allí las heridas recientes y las compara con las viejas: muslos y brazos están cubiertos de pequeñas cicatrices paralelas, dolorosos rasponcitos que Yanet le hace a María del Carmen y luego cubre hábilmente con pañuelos, calzas y brazaletes durante el día, pero que, al llegar la noche, le gusta observar).
Al final del día, despojada, delgada y mortecina, la chica de indefinido nombre se mete en su cama para dormir. A la luz del celular, que está subiendo su nuevo video, le es fácil imaginar un ángel inmenso, color violeta, que la abraza fuertemente y la cobija con sus alas.Y así, entre la tibieza de las plumas invisibles, ya casi dormida, con el pulgar en la boquita como cuando era bebé, se abandona hasta ser presa del horrible sueño recurrente, en donde María del Carmen batalla valerosa contra Yanet y vence sólo algunas veces, esperando que llegue el amanecer victorioso que la transforme definitivamente en una mujer indemne y con un solo nombre.
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