Por: Adriana Lara
Proyecto Pibe Lector es un blog de ficción.Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
41. Sueño de amor en verso
Durante un sueño, su pareja muerta aparece joven. Es el primer hecho sorprendente. El soñador es anciano; consigue luego de una larga explicación que le permita pasar suavemente la palma de la mano por su rostro. Ahí está el adivinado hoyuelo, cuando se ríe. La desaparecida piel tersa, el lunarcito en el pómulo.
El soñador se esmera en el paisaje, consciente de la maravilla del sueño. Caminan tomados de la cintura por la orilla de un fresco río, rodeados de noche. Centenares de parejas se han encontrado de la misma manera y otros soñadores que el soñador sueña se esfuerzan en la construcción de otros relatos. Cada uno de ellos narra la historia de un amor, más o menos verosímil. Algunos omiten palabras, olvidan conectores, cometen errores de coherencia. Otros pretenden reemplazar su torpeza con el poder de su presencia. El sueño deviene en pesadilla antológica y al soñador le desagrada: abandona la prosa y las voces enamoradas se mecen junto al río, que se vuelve mar al compás de los versos.
La dispar edad ya no es desafío. La muerte tampoco. Las palabras son elegidas cuidadosamente, la entonación es suave e invita a buscar al amado desdibujado en la mirada. Juntos atraviesan un bello cementerio: el sueño se colma de murmullos, sonrisas, luciérnagas y viento delicado. Música de alas. El soñador logra plasmar en palabras el poema que guarda en su pecho dolorido y se siente absolutamente liberado y feliz. El momento es perfecto.
Una voz ajena interrumpe… Alguien ha dicho algo en otro lugar y ahora completa la frase:
_ … es por eso que los sueños no están hechos de palabras.
El soñador convertido en hombre pasa el resto de la noche intentando vanamente recordar su sueño, con la certeza de que encerrado en él ha dejado algo importante.
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