Por: Emmanuel Angelozzi
El grupo liderado por José Gahona brindó su primera sesión de música consciente en el legendario “templo del box”. Durante tres horas, la banda exhibió los argumentos que le permitieron alcanzar un altísimo nivel de popularidad.
Las inmediaciones del estadio ubicado en la intersección de Avenida Corrientes y Bouchard se convirtieron en una verdadera zona de reggae: dreadlocks de distinta longitud y grosor, remeras de Marley, Tosh o ZG más algunas banderas con los colores emblemáticos del género. En el camino hacia el interior del “Palacio de los deportes” se percibía una energía positiva que, más tarde, se transformaría en una explosión de mensajes en busca de la alegría y el bienestar del alma.
Zona Ganjah planteó el show como un viaje por el espacio. Quizás, hacia un planeta donde la lírica de la banda sea una realidad palpable. “Me despojo del mal” y “Irie” fueron los encargados de anunciar el despegue. Los seis mil pasajeros de la cadenciosa travesía ajustaron sus cinturones al compas de “Somos R” en combinación con “De la tierra crece”.
La percusión nyabinghi, uno de los sonidos más antiguos y tradicionales del reggae, tuvo un gran protagonismo a lo largo de la velada. El sonido místico de los tambores utilizados para suplicar reflexión e invocar a la espiritualidad sumó matices arcaicos al moderno sonido del grupo. Además, la incorporación de dos dúctiles coristas le agregaron un plus de beldad y pulcritud para respaldar con delicadeza a la voz principal.
“Aquí estamos todos los que buscamos el cambio con energía, felicidad y alegría. Gracias por hacer esto posible”, exclamó José antes de “No más guerra”. Tras “Buscar estar” quedó claro que la música es lo más gratificante, la herramienta que nos permitirá dejar el mal atrás.
Con su música real, ésa que busca conectarte con tu esencia, Zona Ganjah creó una obra surcada por una coherencia respetable desde su sonoridad hasta su mensaje. Nada queda librado al azar en una banda que eligió trabajar de manera independiente y autogestiva durante sus once años de historia. El saldo es sumamente positivo para la agrupación argento-trasandina ya que no sólo se dedica a crear canciones, también tiene su propio sello discográfico y su línea de ropa: Comunicando Consciencia Records y ZG Clothes, respectivamente.
No faltaron las plegarias al Dios rastafari -“Guerrero de Jah”, “Camino” o “No estés triste”- ni la conexión con la naturaleza durante “Cerca del río”. La lírica descriptiva y sincera que se convirtió en la marca registrada de la banda con raíces en la tierra del vino encontró una faceta aún más punzante en “Me levanté”, “Libérame” y “Todo comenzó”. ZG afianza la conexión con su gente a través de canciones con un mensaje extremadamente movilizador que invita a demoler los prejuicios y observar desde otra perspectiva la cotidianeidad de un mundo sumergido en una vorágine frenética.
Con una impronta mucho más bailable por la utilización de arreglos vinculados al hip-hop, “El mesías reencarnó”, “Música” más “Con tanto amor” transformaron la danza en pogo para que todos la celebración sea completa. Armado de “Paciencia”, el rasta pudo avanzar en su camino hacia la tierra prometida y liberar su alma. “Hemos llegado a un lugar especial. No me refiero al Luna Park. Entramos en sus corazones con un puñado de canciones”, expresó Gahona.
Tras “Muchas cosas” y “Vibra positiva”, salió a escena un trío de violines que acompañó al grupo hasta el final del concierto con exquisitos arreglos de cuerdas que colorearon con tonos innovadores las últimas canciones del show.
“¿Así que éste es el famoso Luna Park?”, preguntó José a la multitud y agregó: “No hay lugares especiales, ustedes son quienes le dan el verdadero valor”. Con esas palabras, Zona Ganjah demostró que no se obnubiló luego de tocar en uno de los escenarios más importantes de nuestro país.
Crédito PH: No Seas Omi (www.noseasomi.com.ar)