Por: Emmanuel Angelozzi
El león del interior debutó en la legendaria Avenida Corrientes de la Capital Federal para despedirse de su público.
“Nuestro amor es para siempre”. Perpetuada en miles de remeras, la frase perteneciente a la canción Con vos augura los sentimientos que exhibirán los rostros de sus futuros portadores. Las prendas impregnadas de nostalgia reposan sobre una manta en la vereda del Teatro Ópera Allianz.
La pila de ropa decrece rápidamente. El público, deseoso de un souvenir, agota el stock del merchandising en menos de una hora: quieren una prueba que ratifique su asistencia al último show de Kameleba.
La banda nacida en la Provincia de San Luis interrumpe su historia tras una década y media de música. De ese modo, transforma su primera actuación en la legendaria Avenida Corrientes de la Capital Federal en la despedida de sus fanáticos.
Los músicos mercedinos integran la única agrupación creada en el interior de nuestro país que invade con su música la emblemática sala porteña. Entre artistas del mismo género, sólo Mimi Maura y Dancing Mood aparecen como sus antecesores.
Tras una enérgica presentación a cargo de Santi Palazzo, quién confiesa un pedido de “futuro para el grupo” en su plegaría, suena una canción de su mentor: Alpha Blondy; Black samurai es la elegida para iniciar el último concierto.
En un arranque demoledor, combinan temas de distintas épocas en un efectivo repaso por su discografía. Maldita herencia, No me rindo y De frente al sol arengan a un público que abandona sus butacas para agolparse cerca del escenario.
La tensa relación entre los miembros del grupo es perceptible. No intercambian miradas ni interactúan entre sí, limitándose a interpretar las canciones en su versión original. Sin embargo, la comunicación con la gente es fluida. “Gracias a todos por encender esta llama. Quizás sean ustedes los responsables de esta música”, expresa el vocalista Darío Alturria.
Nativo, Yes my lord y Si no somos felices son los elementos que prueban tanto la evolución sonora de la banda como su ductilidad para utilizar piezas de diferentes estilos, ensamblándolas bajo una misma impronta.
“Sigo el camino del sol y me voy”, canta Alturria en Cartas viejas. Con sus versos, dibuja una imaginaria postal que sintetiza el adiós. Un bloque lover integrado por Orilla, Espejo y Tu calor acentúa la melancolía.
Intuición, Desamor diplomático, Reggae me lo cura y Semilla esparcen acordes que oímos por última vez en escena, tornándose irrepetibles. Cada tema simboliza una despedida que el público retribuye con francos aplausos.
Con vos, El día de la vida y Vibrasound sumergen a la gente en un baile sin diferencias. Azorados ante la proximidad del final, negándose a asimilar la noticia y resignándose a disfrutar de su banda, los fanáticos completan la fiesta que desata Todo lo que tú quieras.
“¡Hasta siempre, compañeros!”, saluda Alturria tras El hoy. Consciente materializa el final y un cántico que resonará hasta el próximo encuentro: “Aunque llueva, aunque nieva la gente escucha Kameleba porque hace reggae que pega”.