Por: Ariel Wolman
¿Te acordás hermano cuando terminaban los campeonatos y pegábamos la oreja a la radio para escuchar con ansiedad y emoción a qué jugadores compraría River para el torneo siguiente?. Cada apellido era una ilusión, un crack que llegaría para reforzar al gran plantel que tenía el club en ese momento, lleno de figuras y promesas de las inferiores.
Desde hace algunos años eso cambió. Pero ojo, no fue por eso de que la madurez de la edad me sacó ese momento mágico. Los que me lo robaron fueron los dirigentes. Sobre todo desde el segundo mandato de José María Aguilar y este de Daniel Passarella.
No voy a hacer nombres porque no me gustaría ensuciar a los jugadores. Ninguno de todos los mediocres que vinieron en los últimos años tuvo la culpa de haber llegado. De hecho si me llaman a mí, voy también. ¿A quién no le gustaría jugar en River?.
Los responsables de traer jugadores idóneos son los dirigentes, más allá de los pedidos y las exigencias de los técnicos de turno. Pero está claro que, salvo algunas excepciones, en River las cosas se hicieron mal… o muy mal.
Las figuras que llegaron en los últimos años lo hicieron gracias a toda la voluntad que pusieron ellos mismos por jugar en el club, resignando dinero y hasta aceptando jugar en la B Nacional, como el “Chori” Domínguez y Cavenaghi. Y encima recuerden cómo los echaron… como perros.
Oro ejemplo es el de Trezeguet. Entiendo que no esté bien físicamente, pero estaba haciendo todo lo humano para volver bien, y merecía otra oportunidad. Sobre todo que por ahora solo tenemos al “Chino” Luna… Esta vez el responsable es Ramón Díaz, a quien banco, pero que en mi humilde opinión, en esta se está equivocando.
Passarella denuncia que Aguilar dejó el club al borde de la quiebra. Por esa falta de dinero y las grandes deudas no reforzamos a un plantel mediocre y nos fuimos al descenso. Ascendimos en gran medida a la diferencia que marcaron “Cave”, el “Chori” y David, pero fuimos testigos del festejo del presidente por haber obtenido el “Campeonato económico”.
Vendimos en millones de dólares a Lamela, al “Tucu” Pereira, a “Buonanotte”, a Ocampos… Y si bien ese dinero suele entrar en cómodas cuotas, seguimos incorporando poco y con apenas algunos a aciertos como Barovero o Vangioni. Después están los negocios extraños, como Iturbe, que vino por 6 (seis) meses, y más tarde, porque debía disputar el Sudamericano Sub 20.
Ahora escuchamos que para traer refuerzos hay que salir a vender… Es decir que, por ejemplo, para tener un mejor equipo tenemos que salir a vender a la joya del último torneo, Balanta. La famosa frazada corta…
Entiendo que haya déficit en el club, como sucede en casi todas las instituciones del país. Pero no tenemos ideas, ni empresarios que aporten, ni nada. Ese también es el trabajo del dirigente. Con plata somos todos empresarios… el tema es cuando no abunda… Si hay ídolos afuera, hay que mimarlos para que vuelvan. Si la opción es hacer trueques, evaluar las mejores opciones. Es decir, armar una ingeniería para poder conformar un plantel del nivel que River merece.
No creo que en este libro de pases me ilusione como cuando era más chico, la verdad es que estoy muy pesimista. Eso sí, espero que a partir de enero, sea quien sea el presidente del club, volvamos a las fuentes y que cada vez que termine un torneo, seamos campeones o no, soñemos con los jugadores que vestirán la camiseta en la competencia siguiente.
Ariel Wolman
@arielwolman