Por: Ariel Wolman
Es difícil determinar quién es ídolo de un club o quién no. Seguramente los de River estaremos de acuerdo en varios, pero aún así habrá algún hincha que pondrá reparos a algunos de la lista.
Es común hoy en día que se hable de “ídolos” cuando nos referimos a exjugadores riverplateneses que juegan actualmente en el exterior y que tuvieron la dicha de ganar varios campeonatos siendo figuras, como Aimar, Saviola, Dalessandro, etc. Pero, para mí, no todos lo son.
A lo largo de mis 40 años disfruté de grandes equipos y me maravillé con muchos jugadores. Hasta podría decir que los quise, y aún los quiero, como si fueran familiares. Puedo nombrar a Alonso, Fillol, el “Negro” Enrique, Francéscoli, Alzamendi, Comizzo, Medina Bello (sí, el Mencho, ¿y qué?), Ramón Díaz, Hernán Díaz, Burgos, Salas y, obviamente, el jugador que creció conmigo, que se llama como yo, y nunca debió haberse ido del club, ninguna de todas las veces que se fue… Ariel Ortega.
Algunos de los jugadores que mencioné nacieron en el club, otros no y sin embargo se hicieron querer, mucho más que otros. ¿Cómo?, de mil maneras posibles, y con esto no me refiero a los que declaran en los medios una cosa pero piensan y/o hacen otra.
Son los que se mataron en la cancha, se esforzaron por el equipo y eligieron jugar en River por sobre otras opciones. Cavenaghi ocupa un lugar importante en mi corazón, al igual que el “Chori” Domínguez. Ya lo dije mil veces, pero hay que recordar que ellos también ganaban grandes cantidades de dólares, euros, o lo que sea en otros países pero aún así levantaron la mano para venir al club el día del descenso, cuando la cancha estaba en llamas, se hablaba de jugar en la B sin visitantes y con el estadio suspendido por varias fechas. ¿Qué en River ganaron plata también? Obvio, es su trabajo. ¿Qué salían de joda?… ¿Y?… que salgan todas las noches y jueguen como lo hacen… ¿o prefieren a los que se duermen a las 21 y luego no eluden ni a un cono?.
Seguramente muchos de ustedes pensarán también en Merlo, Gallego, Astrada, Almeyda, Trezeguet o quienes se les ocurran. Y quizás también es válido, cada uno se identifica con los jugadores que quiere.
También digo que los Aimar, los Saviola, los Demichelis, los Dalessandro, tienen derecho a jugar en donde quieran, pedir el dinero que les parezca justo y venir luego al club de la Argentina que más les plazca. River va a seguir siendo River con o sin ellos. Es cierto que el club los formó y les dio la posibilidad de debutar en Primera. Pero no nos deben nada.
Tampoco me importa si dicen que son hinchas. Para mí el hincha es otra cosa, es aquel que hace lo que sea para ir a la cancha, que no puede dormir cuando el equipo pierde, que siente los colores como parte de su vida, y que daría lo que sea por pisar el césped del Monumental con la camiseta de River. A los demás los podemos llamar “simpatizantes”…
El sábado iré a decirle “Hasta luego” a mi querido Ariel Ortega, como se merece. Tal vez se me escape una lágrima, en ese momento abrazaré a mi hijo y le diré que es la emoción por la despedida de un jugador al que quiero mucho. Ese día seguramente pueda ver a otros ídolos de siempre, a quienes siempre da gusto admirar.
En el futuro me gustaría que el club les diera un trato especial a todos estos grandes jugadores que hicieron tanto por River. Como por ejemplo al “Pato” Fillol, quien se fue de mala manera tras el desaire que le hizo Juan Pablo Carrizo tras aquel partido contra San Lorenzo. Que vuelva y trabaje con los arqueros de todas las divisionales.
Gracias Burrito y gracias a todos los que hicieron que River sea grande, aún en las malas.
Quiero dedicarle este post a un gran tipo, hincha de River como todos nosotros, a quién mataron el lunes a la noche para robarle una puta moto. Se llamaba Esteban Solano, el “Ruso”. Con él tuve miles de charlas del Millo. Tenía apenas 32 años. Y lo mataron… por una puta moto…
Ariel Wolman
@arielwolman