Por: Alejo Santander
El street art tantas veces tildado de “vandalizar” el espacio público, se se vuelve ecológico a partir de una pintura capaz de absorber el smog de las ciudades. Ecología en la pared.
El secreto está en la pintura. Mientras que los aerosoles comunes contienen materiales pesados que deterioran la capa de ozono, esta nueva pintura purifica el aire igual que un árbol adulto, volviendo inofensivas las sustancias tóxicas del aire al contacto con la luz natural. Su esencia es el dióxido de titanio, un pigmento que se usa para blanquear dientes y como colorante de comidas y plásticos. La sustancia actúa como una esponja absorbiendo las radiaciones ultravioleta para descomponer los gases nocivos que dañan el medio ambiente.
El que lo descubrió fue el científico alemán Horst Kisch, que aplicó la sustancia en una pintura y la hizo funcionar con luz artificial. En sólo 5 años modificó el pigmento y comprobó que, al pintar las paredes de una oficina con su invento, se reducía el 80% de la contaminación del lugar. En 2008 se vendió la pintura por primera vez en Alemania con el nombre StoPhotasan a un precio cinco veces mayor al de una pintura normal.
Uno de los artistas urbanos que llevó esta pintura a las paredes fue el italiano Andreco que pintó en la pared de un edificio de departamentos de 18 metros cuadrados en Bologna, lo que llamó: el “Árbol filosófico”. Según los cálculos, el uso de esta pintura en una obra de ese tamaño, equivale a haber sacado 64 autos de la calle. El mural es parte del Frontier Project, un proyecto que tiene como objetivo descubrir nuevas posibilidades de arte callejero.
Dato: En Manila, capital de Filipinas y una de las ciudades más contaminadas del mundo, se pintaron miles de murales con la pintura descubierta por Kisch, haciendo del street art una nueva arma contra la contaminación.
Andreco en la pared: