Por: Alejo Santander
Federico Ferraresi y Máximo Randrup son dos Licenciados en Comunicación Social que se propusieron hacer una investigación sobre graffitis en la ciudad de La Plata. El proyecto se convirtió en el libro “El graffiti tiene la palabra” y ahora están embarcados en una segunda parte a través de las paredes de París, Nueva York, San Pablo y Buenos Aires. En este post nos cuentan del nuevo proyecto y cómo es escribir sobre arte callejero.
¿Cómo nació el proyecto de “El graffiti tiene la palabra”?
El proyecto original nace de nuestra tesis de grado de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Nos graduamos con este trabajo de investigación y luego surgió la posibilidad de editarlo y hacerlo libro. Sin dudas fue una motivación extra y una buena oportunidad de sacar el material a la calle para que la gente lo pueda leer. De alguna manera se trató de trascender los muros y el ámbito de la facultad para que forme su propio camino. Como un pájaro que abandona el nido y echa a volar.
¿Estaban desde antes en contacto con el mundo del arte urbano?
El graffiti fue un tema que siempre nos llamó la atención, pero hasta el momento de la tesis era sólo eso. Una práctica sociocultural que mirábamos desde afuera y nos causaba curiosidad. Consideramos que era una linda temática para investigar porque pensamos que brinda la posibilidad de comunicación plena. Cualquiera puede ser receptor pero también emisor; existe el feedback que es algo que se da muy poco en los medios tradicionales.
¿Con qué se encontraron?
Nos encontramos con un mundo totalmente extraño al nuestro porque no venimos de una formación artística, ni tenemos el complejo sistema de codificaciones que mantienen las crews (grupos) de los graffiteros. Nos ayudó mucho el trabajo de campo, en donde utilizamos la observación (participante y no participante) y el extrañamiento, herramientas de la antropología social a las que recurrimos para elaborar parte de nuestro trabajo.
¿Cuál fue la parte más difícil de esa primera investigación?
Lograr combinar el costado cualitativo de la práctica con el factor cuantitativo, que no quisimos dejar afuera. En la ciudad de La Plata hay una presencia muy marcada del graffiti y nos planteamos el desafío de llegar a un número aproximado de las pintadas que tiene su casco urbano. Llegamos a la conclusión de que hay alrededor de 8 mil graffitis; un número que –al igual que la práctica- está en constante movimiento.
¿Cómo nace el nuevo proyecto?
El nuevo proyecto de libro nace a partir de que nos gustó la temática abordada, tenemos material importante y queremos darle otro enfoque distinto; menos teórico y más gráfico. Como el origen primigenio de “El graffiti tiene la palabra” es una tesis pensamos una segunda edición más abarcativa, amplia y dinámica. Tuvimos la suerte de viajar a New York y París para retratar sus muros e interiorizarnos de cómo es la práctica allí. Ahora estamos programando un viaje a San Pablo que junto con Buenos Aires nos va a dar otro vuelo, otro alcance y otra experiencia. La idea es mostrar el arte callejero de estas cuatro ciudades.
¿Ya estuvieron recorriendo esos lugares? ¿Cómo fue ese trabajo de campo?
Sí, sólo nos falta San Pablo. París es una ciudad asombrosa, no descubrimos nada con esto. Pero el graffiti o el arte callejero se expresa de un modo diferente al nuestro. Por ejemplo, no existe una sola camioneta sin pintar o “bombardear” como le gusta decir a los graffiteros. De este modo es común toparse con el arte en movimiento por las calles. Son obras que viajan por la ciudad y que adquieren otro sentido. También son fuertes las intervenciones en Montmartre, el barrio latino, o el más significativo: el barrio Belleville. En Nueva York nos encontramos con algo que no imaginábamos: vimos que el graffiti no tiene una presencia fuerte en Manhattan. Los dos puntos centrales del arte callejero neoyorquino, en nuestra opinión, son el Bronx y Five Pointz (una vieja fábrica abandonada repleta de pintadas y que está a punto de ser demolida).
¿Qué diferencias encontraron en ustedes y en su trabajo a partir de las nuevas ciudades?
En el trabajo anterior intentamos clasificar las prácticas (qué es graffiti, qué es mural, etc.) para que el lector comprendiera de qué se trata cada una. Hoy estamos en busca de otro objetivo: acercar el arte callejero a la gente, sin detenernos en qué tipo de obra es.
¿Cómo ve cada uno el arte urbano hoy?
Federico: Pocas expresiones artísticas presentan tantas mutaciones a lo largo del tiempo como el graffiti. El fenómeno de transformación es tan grande que desde mediados de los años 90 el cambio llegó hasta su propia denominación. Hoy la palabra graffiti mutó a un género más abarcativo y plural como street art. Esta definición llegó porque, al parecer, la palabra graffiti ya quedaba chica. Hoy se dan intervenciones urbanas muy interesantes que no se pueden moldear o encasillar con un rótulo como hasta hace un tiempo. Se pintan carritos de cartoneros para embellecerlos con colores, se pintan tapas de desagües pluviales que cobran vida, se combinan técnicas, se interviene el espacio público con lo que el artista o el productor considera. En lo particular creo que está pasando por un gran momento y no hay que desaprovecharlo porque la gente está cediendo hasta el frente de su casa para que le hagan un mural.
Máximo: Coincido con Federico. Sólo agregaría que hay un factor que se mantiene: las personas, desde el principio mismo de la humanidad, tienen la necesidad de comunicar a través de los espacios públicos. Un ejemplo de esto es La Cueva de las Manos (provincia de Santa Cruz), con pinturas rupestres que tienen alrededor de 9 mil años.
¿Todos los que están en la calle se consideran “artistas”? ¿Con qué otras formas de ver el movimiento se han cruzado? ¿Ustedes cómo lo ven?
Están los que se consideran graffiteros, los que prefieren denominarse artistas callejeros y aquellos que optan por llamarse productores, como es el caso de Luxor en La Plata. Qué es arte y qué no es muy subjetivo, y no nos sentimos capacitados para determinarlo nosotros.
¿De todo lo que han visto e investigado qué artista es el que más les ha llegado a ustedes?
Podríamos mencionar varios. Caru es uno que nos marcó porque es el único graffitero argentino que figura en la famosa investigación de Nicholas Ganz (Graffiti: arte urbano de los cinco continentes) y resulta que las dos obras suyas que aparecen en el libro son de La Plata, que es nuestra ciudad. En Nueva York conocimos a MazPaz, que es un artista colombiano muy interesante: por lo que hace, por su mensaje y porque pintó en varios países. En cuanto a obras o personajes que marcaron un hito aparecen los consagrados Banksy, Taki 183, etc.
¿En qué etapa está su segundo libro?
Está naciendo. Hicimos el trabajo de campo en Nueva York y París, nos falta San Pablo, y recién ahora estamos comenzando la elaboración del libro propiamente dicho: seleccionar imágenes, elaborar los textos, etc. Esperamos contar con el apoyo de alguna editorial importante que nos permita llevar el trabajo al lugar donde se merece. Consideramos que puede ser un material de consulta a nivel global ya que se enfoca en ciudades realmente determinantes para el mundo del graffiti y el street art.