La familia del metal

#SucioYDesprolijo

Es sabido lo que representa para un metalero poder asistir a un recital, una cuestión que llega más allá del simple hecho de ir al concierto, el cual tiene un principio y un final predeterminado. Para los metaleros la fecha empieza antes: semanas, a veces meses, desde que se entera que su banda favorita (hablando de las bandas grandes) va a tocar en un sitio determinado. Juntar los billetes para conseguir la entrada, la que siempre se debe multiplicar porque a esos lugares no se va en soledad: ya sabe quién va a asistir y quién no puede perdérselo.

Este es el primer paso de los muchos que se sucederán y que se repiten en casi (por no decir todos) los metaleros y metaleras que van a los shows. Pudimos comprobar que estas acciones sistemáticas son comunes, al menos para el grupo de fans (hombres y mujeres de diversas edades) que supimos entrevistar para este documental. Todos coincidían en la importancia de asistir a los shows, en dejar en claro que además de escuchar a tal o cual banda la fidelidad está dada por la asistencia, cada vez que el bolsillo lo permita, a una presentación en vivo.

Una vez que se tienen las entradas y se llega al día esperado, todos optan por juntarse previamente en alguna casa o kiosco para entrar en clima. En los alrededores de donde las bandas se presentan (pongamos el caso del Estadio Malvinas Argentinas) pudimos observar y tomar imágenes de cómo decenas de grupos se juntaban alrededor de un auto, con la música al palo, una conservadora y la cerveza fresca siempre a mano. También se improvisan parrillas para compartir un choripan, una hamburguesa o cualquier tipo de alimento que pasado por calor haga al aguante más llevadero.

La fiesta continúa adentro. Los mismos grupos ingresan juntos, toman un sector y esperan ahí el comienzo del show. “Si alguno se pierde nos encontramos en…” es de las frases más escuchadas previo al comienzo. Corre el tiempo, se acerca la hora y los cánticos, aplausos y silbidos de ansiedad no se hacen esperar y le dan al estadio vida propia. Cuando las luces se apagan comienza el final.

Apertura Asspera – Malvinas Argentinas (01/12/2012)

Allí sucede uno de los hechos que más pudimos observar y analizar en cada show en vivo: El Pogo. Lejos de ser una sucesión de golpes sin sentido, el pogo es un lugar de encuentro y respeto entre pares. Nacido en Inglaterra con el punk este baile desenfrenado supo expandirse rápidamente. Aquí llegó a principios de los 80s y la juventud supo apropiarse rápidamente de estos movimientos para exteriorizar la bronca e impotencia que llevaba dentro. En un principio era más violento y los lastimados eran moneda corriente en los conciertos. Tiempo después se fueron asentando las reglas del pogo: no a los golpes bajos ni en la cara, no ir a trabar al otro, no hay tirones de pelo, etc. Sólo golpes de cuerpos en el que los brazos se usan para dar impulso y cubrirse.

Pogo en el Tributo a V8 – Destrucción – Teatro de Flores (30/03/2012)

También es de destacar que a las mujeres y niños se los protege cuando el pogo comienza. Se hace un ronda (a la que ingresan aquellos que quieren pogear) y se respeta ese espacio. Si alguien cae el resto lo ayuda a levantarse teniendo un especial cuidado en que nadie lo pase por encima.

Derribando los mitos de que el pogo es salvaje (hay ramas del metal que son mucho más bruscas en esto), al menos podemos inferir que acá en Argentina pasa por otro lado: por un momento de desquite, de descarga con gente que siente y está viviendo lo mismo que uno. El fin no es lastimar sino poder hacer una catarsis. Es contradictorio pensar que un grupo de personas que se está golpeando al terminar el recital se vaya abrazada a tomar una cerveza, a charlar y entablar una amistad. Pero eso es así, pasa acá y pudimos apreciarlo en cada uno de los shows a los que asistimos. Y es que, si bien parecemos sucios, violentos y desprolijos nos alentamos, protegemos y cuidamos entre nosotros porque, al fin y al cabo, para eso está la familia.

El aguante de la hinchada de Malón – Malvinas Argentinas – 12/05/2012
 
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