Por: Natalia Gauna
La actriz Lila Monti regresa a Buenos Aires después de un tiempo recorriendo diferentes países con su payasa, “Una”. Instalada nuevamente en su ciudad natal, conversó sobre “Povnia”, su espectáculo de clown que se estrena el 12 de enero en el teatro Beckett. Para Monti este retorno es la oportunidad para continuar el contacto con el público porteño luego de haberlo postergado por el nacimiento de su hija y de varias presentaciones internacionales. “volver a hacer un ciclo largo de funciones acá, es un poco como retomar aquel hilo que había quedado trunco”.
Povnia promete excelencia no sólo por la confianza que genera la formación actoral de Monti y la de los directores, Cristina Martí y Guillermo Angelelli, sino también por la historia que hila. Una es unainmigrante sobreviviente de las catástrofes de Povnia que cae –literalmente- en escena con la difícil tarea de sobrepasar el dolor y redefinir de manera positiva el pasado. Monti lo cuenta mejor.
¿Por qué elegiste ser clown? ¿Qué lo diferencia con otras formas de actuación?
La diferencia más notable entre lo que hace un payaso en escena y lo que hace el resto de los intérpretes de las artes escénicas es que para el payaso no existe la famosa cuarta pared teatral. No hay velo, entonces, en su conexión con el público. Podría decir que lo que hace el payaso en escena es casi una excusa para estar en contacto con el público. Y creo que fue eso lo que más me apasionó de este arte: ese contacto constante, directo y profundo con los espectadores. Contacto que los convierte, muchas veces, justamente, en algo más que meros espectadores. Gracias a eso, en gran parte, es que las posibilidades expresivas de un payaso son infinitas. Siempre y cuando el puente que tiende el payaso con el público sea fuerte, casi cualquier cosa es posible.
Viajaste mucho y llevaste tu arte a diversos lugares, ¿Qué existe de universal en el clown?
Casi todo. De hecho, yo creo que cuanto más universal sea la propuesta del payaso, mejor. El ideal, para mí, sería que un payaso sea capaz de conmover, de hacer reír, de “hacerse entender” por el mayor número de personas posible, más allá de sus edades, culturas, idiomas, credos… Por supuesto que, dependiendo de cada uno, el contacto con algunos públicos va a ser más fluido y natural que con otros. Pero yo siento que la búsqueda es en parte esa: poder abrir los canales y formas de comunicación lo más posible.
¿Qué te conecta con lo local?
Supongo que por más universales que nos volvamos, siempre somos seres “locales”. Aún cuando perdamos mucho de nuestra “identidad” primaria, siempre hay restos que sobreviven. No sé si puedo identificar claramente qué es lo que yo y mi payasa tenemos de argentinas, pero sí siento que algo de esa mescolanza que es el ser argentino, esa cosa del crisol de razas que tiene este país, está presente en mi trabajo.
Si tuvieras que imaginar un típico clown argentino ¿cómo sería?
La verdad es que conozco tantos payasos y payasas argentinos, tan pero tan diferentes unos de otros, que no podría (ni aunque lo intentara arduamente) definir algo como un típico clown argentino… Creo que el payaso justamente barre, cuando el trabajo se profundiza, con casi todos los estereotipos posibles.
¿Cómo comenzó el proceso de montaje de Povnia?
Con un montón de imágenes en un cuadernito rojo y un par de reuniones con mis directores Creo que fue gracias a todo lo que ellos me conocen y a todo lo que confiaron en mi trabajo, que fue posible darnos el lujo de partir de imágenes más que de ideas. No había una historia concreta de pe a pa. Había cosas que sabíamos que queríamos que estuvieran presentes en el espectáculo. Había objetos, músicas, inspiraciones. Y conversando acerca de esas cosas fue que elegimos un punto de partida para comenzar a improvisar: la caída. Ella, Una, caería en escena. El resto se fue hilvanando y escribiendo a medida que el espectáculo se fue contrayendo.
¿Cómo construís el personaje de “Una”?
No construí el personaje… Lo fui descubriendo a medida que el tiempo, entrenamiento, el encuentro con el público y mi vida se iba desarrollando. Yo creo que el payaso es un personaje, pero que es un personaje con un gran anclaje en la persona que lo encarna. En ese sentido, para mi, los payasos son irreemplazables. En ese sentido, no son personajes que se construyen racionalmente, decidiéndoles características, personalidades, energías. Uno va descubriendo cómo es ese personaje, esa energía a partir del trabajo (de escena, de investigación, de entrenamiento…) Y, en un momento dado, puede ser que tenga un poco más de claridad sobre “cómo es el propio payaso”. Pero lo más importante para mí es también permanecer abierto a las posibles mutaciones que ese payaso pueda tener a lo largo de su existencia. Si uno congela el personaje, si lo escribe en letritas en un cuaderno, si lo etiqueta, para mí –un poquito- lo mata…
Mencionas que Una “transita por lo que murió” ¿cómo es ese transitar por lo muerto?
Transitar por lo que murió implica aceptar que eso que estaba ya no está. En el caso de Una es aceptar que el contexto, los vínculos, el modo, son otros, que cambiaron radicalmente. Yo siento que ante esas pérdidas o tragedias (que en la vida real pueden tener formas más o menos intensas, porque no es lo mismo perder a un ser amado, que perder un trabajo o, simplemente, quemar una torta en el horno) uno puede tener varias actitudes. Varias de esas actitudes residen en quedarse atado a lo que ya no está, en padecerlo, en repetir y profundizar la catástrofe, en no registrar lo que sí hay, en regodearse en lo que duele. Pero otras están más vinculadas en, sin negar lo que se perdió, intentar recuperar y valorar lo que sí hay, lo que está presente y vivo.
¿Por qué se llama “Povnia”?
Podría decir que porque sí. Porque salió así en las improvisaciones. Pero pienso que en mi cabeza ese sonido tuvo raíz en Polonia, que es de donde venía la familia de mi abuela Tita, que fue una gran inspiración para la obra. Una llora lo que se murió y lo guarda en su corazón. No lo niega, ni lo olvida, ni lo minimiza. Pero también ve lo que hay. Elije quedarse en lo que empieza, más que en lo que terminó. Y en ese sentido es que renace.
¿Cuáles son las expectativas con las que este espectáculo vuelve a Buenos Aires?
Vuelvo a hacer función en Buenos Aires con muchas ganas. La primera temporada de Povnia acá fue cortada en su mejor momento por el evento más feliz de mi vida que fue el embarazo y nacimiento de mi hija Juana. Entonces, volver a hacer un ciclo largo de funciones acá, es un poco como retomar aquel hilo que había quedado trunco. Y está bueno que sea después de haber hecho el espectáculo tantas otras veces en lugares tan distintos. Y también después de haber sido mamá, cosa que produjo (para mí) un cambio en mi payasa, quizás sutil pero muy positivo.
Cuándo: Sábados 20.30 hs. y domingos 20 hs. (8 únicas funciones)
Dónde: Teatro Beckett. Guardia Vieja 3556 (Abasto)
Entrada: $50 | Estudiantes y jubilados: $40