“Para que un texto me atrape tiene que indagarme y provocarme”

#VamosAlTeatro

ENTREVISTA. Hugo Urquijo es actor y director de teatro. También médico psiquiatra y psicoanalista, formación que le ha permitido “ver la otra escena […] lo que se oculta detrás de lo consciente”. En esta breve entrevista  reflexiona sobre el proceso de montaje de una obra de teatro y, en especial, el de La mujer Justa, espectáculo que  reestrena el próximo viernes en el Centro Cultural de la Cooperación. 

Entre 1961 y 1962 se formó en la Escuela de Teatro Fray Mocho, una de las más representativas y prestigiosas de la escena teatral de los cincuenta. Años más tarde, su carrera actoral continuó de la mano de los directores, Augusto Fernándes y Lee Strasberg, referentes indiscutidos para los actores. En 1974, realizó su debut como director teatral con Tres por Chejov, adaptación de dos cuentos del dramaturgo polaco, con un elenco de figuras de renombre hoy y por entonces: Chela Ruiz, Federico Luppi, Selva Aleman y Lito Cruz. A más de treinta años, reestrena en Buenos Aires después de dos exitosas temporadas, La mujer justa, adaptación teatral de la novela homónima del escritor húngaro, Sándor Marai. En esta oportunidad, Urquijo, elige una vez más, trabajar junto a su esposa, Graciela Dufau quien también trabajó en el proceso de adaptación de la obra. “Nos gusta trabajar juntos. Hay una gran confianza y respeto mutuo. Ella es de las actrices audaces que bucean y buscan hasta la última función y yo admiro eso en ella”, afirma Urquijo.

¿Qué tiene que tener un texto para que te despierte el interés de ponerlo en escena?

Para que un texto me atrape o me interese tiene que tener la posibilidad de indagar en alguna realidad y de indagarme  y provocarme. Tiene que tener belleza y sobre todo poesía. Adoro los grandes poetas del teatro como Lorca o Chejov o Tennessee Williams. Tiene que tener una buena estructura teatral. También, tiene que tener zonas oscuras y misteriosas de esas que uno descubre inclusive cuando el espectáculo ya bajó de cartel, indagar en los vínculos humanos o en los grandes temas del hombre: la vida y la muerte, su finitud, el paso del tiempo, el amor y sus misterios.

¿Cómo comienza el proceso de adaptación de una novela?

Comienza con dos intuiciones casi paradójicas:la que en la novela hay una sustancia dramática que  abre el camino para una obra teatral y por otra parte, la de que el lenguaje literario puede superarse y quedar atrás. Uno de los pasos iniciales es el de la selección del material. De lo extenso de una novela [La mujer justa], de 400 páginas, decidir qué partes integrarán el relato y a cuáles habrá que renunciar -aun sabiendo que quedaran afuera cosas ricas y bellas- no es fácil y hay que saber pasar por esa renuncia. Esta novela tiene tres partes en las que cada protagonista habla con un interlocutor supuesto que no es ninguno de los otros dos personajes. Cada uno muestra su visión de lo ocurrido en esa historia de amores, desencuentros, pasiones e imposibilidades. El gran desafío de adaptarla era precisamente el de no reproducir ese esquema. Elegimos un camino en el cual el interlocutor siempre fuera el público imponiendo la forma del relato teatral, y que, cuando apareciera la posibilidad de crear el lenguaje teatral, apareciera la escena desde dentro de ese relato. De este modo, los actores cuentan, incluso a sí mismos y, de repente, se arman escenas que luego se desarman.

Alguna vez dijiste que actuar y dirigir al mismo tiempo es una tarea imposible ¿en qué radica esta dificultad?

Lo imposible radica en verse desde un lugar exterior a la escena cuando uno

mismo está inmerso en la escena. Es como querer mirarse la espalda sin tener un espejo. Alguien tiene que decirnos  si tenemos una marca, una herida o una picadura. Alguien que nos mire. Se puede actuar y dirigir. Mucha gente lo ha hecho pero a riesgo de no poder superar los propios límites o de llenarse de vicios actorales o de tics. En mi descargo, debo decir que en la experiencia de La mujer justa hago las dos cosas. Decidí hacerlo porque mi personaje tiene algunas escenas muy cortas que me permitieron entrar al escenario e inmediatamente salir a la platea y recuperar mi lugar de director. Dos de mis compañeros estaban a cargo de devolverme su mirada crítica y funcionó. Pero no hubiera podido hacer el protagonista masculino. Por varias razones: una es la que acabo de mencionar, otra es mi falta de oficio teatral  y de tránsito por el escenario en función actoral.

Como director ¿en cuánto crees que te influye ser psicoanalista?

Influye en mucho. El psicoanálisis me lleva a ver siempre la otra escena,la que no aparece, la que se oculta detrás de lo consciente, de lo aparente. Eso aplicado al teatro implica indagar profundamente las intenciones del personaje, en los subtextos, en  lo que subyace a la acción manifiesta.

¿Cuándo consideras que una obra está lista para estrenar?

Creo que nunca. Uno estrena porque hay una fecha que siempre es artificial. El proceso no se termina nunca. Y además, solamente se completa el hecho teatral con el público. De modo que hay una última parte del proceso que empieza después del estreno. Además, el espectáculo ya es otro a las dos o tres semanas de estrenar. El estreno es como pasar de la fantasía de los ensayos que todo es aun posible y perfectible a la cruda realidad del “hasta aquí llegamos”.

 ¿Qué obra nunca dirigirías?

No me metería con nada banal. La banalidad ha ganado tanto terreno en nuestra cultura actual que me parece criminal desaprovechar el espacio teatral con algo que abone en la superficialidad. Atención que no hablo del entretenimiento.El teatro tiene que entretener siempre pero la banalidad y la superficialidad son otra cosa. Se puede crear banalidad sobre temas muy profundos.

Ficha Técnica:

La mujer Justa.

Elenco: Graciela Dufau, Arturo Bonín, Victoria Onetto, Pochi Duchase y Hugo Urquijo

Dirección teatral: Hugo Urquijo

Dónde: En elCentro Cultural de la Cooperación. Av. Corrientes 1543.

Cuándo: A partir del 8 de febrero, todos los viernes y sábados a las 22.30 hs

Entrada $100.-