“Los universos de los textos disparan mi imaginación”

#VamosAlTeatro

Entrevista a Mariana Mazover

Fogwill, Walsh, Barthes, Celan. A todos ellos se les anima Mazover, una joven dramaturga que no teme reescribirlos en clave dramática y convertirlos en la fuente de inspiración de sus puestas en escena.

 

Mariana Mazover nació en Buenos Aires en 1979 . Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA y se formó como dramaturga de la mano de Mauricio Kartun, Ricardo Monti y Lautaro Vilo. Además estudió actuación con Claudio Tolcachir en el teatro-escuela Timbre 4 y dirección teatral con Juan Carlos Gené. De esta vertiente de grandes maestros del teatro argentino contemporáneo, la sólida formación de Mazover está asegurada.

 ¿Qué te atrapa de un texto para llevarlo a escena?

En general, lo que me atrapa son los universos que propone un material, sus imágenes más potentes porque son estos elementos -en general- los que hacen que se dispare mi propia imaginación.  Las temáticas también me interesan, porque me ayuda a precisar en qué campo de ideas estoy trabajando: qué se recorta,  qué pulsa en las imágenes, cuál es la zona de tensión que se propone. En el caso de mi obra El cerco de agua -en la que trabajé a partir de un texto de Rodolfo Walsh sobre un leprosario- me interesaba la condición de encierro del dispositivo hospitalario de reclusión, la relación entre la ciencia y la vida de los seres humanos -pero, ciencia y salud, ¿para quién?-. En el caso de Piedras dentro de la Piedra, basada en la novela de Fogwill sobre la guerra de Malvinas, lo que me interesó era fundamentalmente la perspectiva del “desertor” porque pone en crisis toda la ideología y la retórica patriótica que convocó a la guerra.

¿Cómo arrancas el proceso de adaptación teatral de una obra literaria?

En general, leyendo varias veces el material, subrayándolo, pasando fragmentos sueltos y cruzándolos con otras fuentes literarias, hasta que esos pedacitos comienzan a provocarme una escritura personal. Trabajo con los texto-fuente a modo de trampolín, entablando un diálogo. No busco nunca llevar a escena la trama argumental.

¿Cómo fue ese proceso en el caso de Los Pichiciegos de Fogwill?

Piedras dentro de la Piedra

Piedras dentro de la Piedra

El proceso de Los Pichiciegos fue este pero sumamos al proceso, el trabajo de dramaturgia del actor. Primero improvisamos con los actores a partir de esos fragmentos que yo recortaba de la novela y luego de tres meses de ensayo, me senté a escribir la obra. Piedras dentro de la Piedra, si bien tenía el mundito de los desertores, planteaba distancias narrativas fuertes con la novela de Fogwill. Desde en nivel de la fábula, desde la dimensión de la moral de los personajes. Cuando iba escribiendo y detectando cómo mi obra iba corriéndose del original, decidí respetar lo que el material proponía orgánicamente, y no torcerlo para ajustarlo a Los Pichiciegos.
No fue una decisión fácil, sabía que iba a haber muchos ojos mirando “a ver qué hizo” la chica esta con Los Pichiciegos. En ese sentido,  la única opinión en ese sentido que me importó realmente fue la de sus hijos, Vera y Andrés. Y, por suerte, ellos celebraron que fuera un diálogo personal con la novela. La novela de Fogwill es demasiado genial para escribirla si no sos Fogwill.

¿Cómo  describirías brevemente el primer ensayo con tu elenco?
Puro vértigo y nervios. Miedo de no saber cómo hacer la obra. Cómo entrarle. Lo que intento es ver primero qué le despertó a cada actor su personaje, o la escena, antes de ir a buscar lo que está en mi cabeza a priori. Por un lado, veo una pasada entera de la escena sin intervenir y luego voy trabajando situación por situación para ir descubriendo el recorrido de la acción. Por otro lado, veo con el actor cómo construir la línea de pensamiento de sus personajes, las imágenes internas que le dan vida. La verdad es que cada material propone una lógica de arranque distinta.

¿Qué te complace en el trabajo con los actores?
Me interesa trabajar con actores intuitivos, sensibles e inteligentes, con los que pueda haber un ida y vuelta. Que se dejen atravesar por la propuesta del director pero que, a su vez, propongan, que tengan una apuesta personal por su personaje. Me gusta cuando se produce esa comunión donde el actor se siente bien dirigido y yo como directora siento que el actor me dio todo en la construcción, que se apropió del camino propuesto y lo llevó mucho más allá de lo que me imaginaba antes de ensayar.

Piedras dentro de la Piedra

Piedras dentro de la Piedra

¿Sobre qué temas nunca escribirías una obra de teatro?

La verdad es que no sé si hay un tema específico sobre el que no escribiría, porque en realidad los temas muchas veces se van manifestando al interrogar las imágenes. Por ejemplo: hasta hace un tiempo siempre pensé que jamás escribiría sobre la familia, y sin embargo en la obra que estoy dirigiendo ahora, la última que escribí, los personajes son un padre y una hija. Se me aparecieron, no con una poética realista, sino en un universo extrañado y siniestro, que narra un cautiverio (la hija encerrada, encarcelada por el padre en un mundo de fantasía) con una poética que se aproxima a lo fantástico.

¿Qué dramaturgos admiras? Si tuvieras que elegir entre ellos la mejor obra de teatro ¿Cuál sería?
Admiro a muchísimos dramaturgos. De los nuestros, a Daniel Veronese, Claudio Tolcachir y Mauricio Kartun. Los dos últimos han sido mis maestros y admiro no sólo su obra sino la inmensidad de la entrega y la generosidad que tienen en la transmisión del oficio. Las obras que elijo de ellos son: La Omisión de la Familia Coleman (Tolcachir), Formas de hablar de las madres de los mineros mientras esperan que sus hijos salgan a la superficie (Veronese) y El Niño Argentino y Chau, Misterix (Kartun).

¿Qué obra de teatro nunca dirigirías? ¿Por qué?
En general, no me tienta por ahora dirigir obras de otros autores: pero más que pensar en las que “no me interesan”; pienso en las obras que amo, pero no dirigiría porque no sabría cómo estar a la altura, desde la dirección, de semejantes textos fabulosos: pienso en Beckett.

¿Qué espectáculo de la cartelera porteña recomendas? ¿por qué?
La omisión de la familia Coleman. Para mí, no haber visto los Coleman es como no haber visto Esperando la Carroza. Simplemente no se puede no hacerlo. Estamos todos ahí, condensados. Poetizados. Disculpados por ser así como somos porque es honda y compleja, nos invita a transitar todas las emociones y además es una clase magistral de actuación y de dirección.

¿Cuál es tu próximo proyecto?
Estoy dirigiendo Todavía no hay esquinas en el cielo, texto de mi autoría, el que  te contaba de la niña y el padre. Una obra que, desde que empecé me ha dado mucha felicidad, porque el elenco es genial, estoy contenta con el texto. Me propone muchos desafíos nuevos como directora… Veremos qué sale. Estrenamos a mitad de año en La Carpintería. En lo más inmediato, reestrenamos en marzo Para qué vamos a hablar de la guerra de Román Podolsky, en la que soy asistente de dirección.