Ella, en todas partes

#VamosAlTeatro

Me duele una mujer resulta un espectáculo divertido, en el que la historia de un hombre que sufre el desamor se narra de manera tal que los espectadores se ven  reflejados en ella.

Es la azafata, la cajera, la secretaria, la maestra.

Es la modelo del cartel que me enamora

En el teatro, como en muchos otros ámbitos, existen ciertos sellos de calidad que aseguran el producto. Funcionan como enganche no sólo para los espectadores sino también para la crítica especializada que ocupa su butaca con expectativas elevadas. Ciertamente, es el valor agregado que otorga el reconocimiento o popularidad del autor, director o de los actores. Bajo este postulado, la obra se presume bueno o muy bueno. Por esa razón, el trabajo del crítico resulta mucho más complejo, casi inverso al convencional. Debe dejar de lado los presupuestos para dar con las razones que reafirman la excelencia de la obra o dar con las falencias que echan por tierra los sellos de calidad. Me duele una mujer es esa clase de espectáculo. El director y autor, Manuel Gonzalez Gil llega a una sala del teatro independiente después de un largo recorrido por el mundo del mal llamado “teatro comercial”. Por esta razón, que uno de sus espectáculos hoy forme parte de la cartelera de un teatro como El Tinglado, perteneciente al “circuito off” -otra denominación un tanto caduca- no es un dato menor. Muchos de los espectáculos dentro de este circuito superan con creces en calidad y cantidad de espectadores a aquellos del “comercial”. Lejos de aventurar razones para este espectáculo, cierto es que la apuesta es grande y el resultado exitoso.

Miguel Sánchez (Adrian Batista) sufre como un niño adolescente el desamor, el abandono reciente de Paula no lo puede superar. Tanto es así, que ve a su mujer amada en todas las mujeres con las que se cruza. Todas y ninguna es Paula. Pero no está solo, lo apuntalan dos personajes que bien podrían ser su inconsciente. Una especie de Ello (Luis Longhi) y de Super-yo (Omar Khun) que lo aconsejan al mejor estilo freudeano. Los tres asisten a las sesiones de Miguel con su psicóloga (Fernanda Gonzalez Caride) que ya con hastío trata de hacer efectivo el tratamiento pero nada parece resultar y así pasan los meses. El argumento es sencillo y cotidiano. Cualquiera de los espectadores puede sentir una clara identificacion con Sánchez. Por esta razón y por ser un texto muy bien escrito es que funciona. Por un lado, porque en cada escena se presenta un micro conflicto que se enlaza con el totalizador: no poder olvidar el amor-. Por otro lado, porque todo esto se cuenta en clave humor de manera tal que el penar del desamor resulta paradojicamente cómico.

Esto no sería posible de no ser por las sólidas actuaciones del elenco. Batista se destaca por la composicion de ese hombre compungido y sorprende cuando canta. Aqui radica otro de los aciertos del director en incorporar elementos del musical, lo cual agrega ritmo a las escenas. Longhi y Khun componen dos personajes ambiguos, bien podrían ser amigos o el angel y el demonio del inconciente. La oposición entre ambos otorga no sólo comicidad sino también la posibilidad de pensar que “en materia de amor no hay una única respuesta”. Gonzalez Caride es la protagonista mujer que encarna a todas las mujeres y eso la coloca en una posición más compleja. Cada personaje aunque no son el mismo tienen algo en común, algo de Paula. Y en este aspecto, es que la actriz interpreta fortuitamente cada uno de ellos pero sin grandes particularidades  -más alla de la mencionada, y necesaria, familiaridad-.

En cuanto a la puesta en escena resulta acorde con las intenciones de la historia. El montaje escenográfico es austero, necesariamente austero. La importancia radica en lo que se cuenta, en los personajes, en esa historia de amor por lo cual grandes artefactos escenográficos no harían más que opacar. Por otra parte, la multiplicidad de espacios no deja lugar a complejas escenografías. De esta manera, lo resolutivo parece ser la clave.

Me duele una mujer, es una propuesta elocuente, divertida y contundente de un director que demuestra -como lo ha hecho tantas veces- que tiene oficio y sabe contar las historias, esas pequeñas historias de café que  todos tenemos.

Ficha Técnica:

Director y autor: Manuel Gonzalez Gil
Elenco: Adrián Batista, Fernanda González Caride, Luis Longhi, Omar “Chino” Khun, Francisco González Gil, Anahi Gadda, Esteba Kukuricza, Victoria Ciano.
Dónde: Teatro El Tinglado – Mario Bravo 948 – Capital Federal
Cuándo: viernes 20:30 hs y sábados 22:30 hs
Entrada $100 y $85 estudiantes y jubilados (con acreditación)