Por: Natalia Gauna
Un hombre solo en el escenario. Un banco, un baúl y un trípode que esconde algo. Sólo estos elementos son necesarios para desplegar el universo delirante de esta Criatura de Dios.
En principio, poco se sabe sobre este personaje. Ni quién es, de dónde viene y –menos aun- a dónde va. Esta intriga suele ser un elemento disparador en los espectáculos clownescos, una especie de partir de la nada para ir construyendo la historia casi en diálogo con el público que cumple aquí un rol central. A diferencia de otros géneros, los payasos suelen alimentarse de lo que pasa en las butacas: las risas de los espectadores, sus gestos, las actitudes que toman frente a lo que sucede puede transformar radicalmente el hecho artístico tanto es así que si el artista sabe cómo utilizarlo a favor, el espectáculo se potencia.
Darío Levin es uno de esos clown que saben utilizar a favor lo que sucede en la interacción con el público: si los espectadores tienen risas contagiosas, él las imita y si alguno lo seduce, él busca la conquista. Este diálogo siempre resulta un elemento que -más allá de la vergüenza que suscita en algunos- divierte, en una especie de reírse de si mismo (clave del clown). Si el miedo al ridículo es superado, el espectáculo está garantizado.
El personaje transita un espacio desconocido. Conectado a una máquina trata de liberarse en busca de elementos que le ayuden a saber qué hace ahí. De a poco, nos vamos enterando que está en algún lugar del espacio, que llegó –quizás- en una nave espacia. Pero la duda continua porque aun desconoce quiénes son sus progenitores ¿será una especie de perra Laika arrojada al espacio o es un experimento de la ciencia? Nunca se sabe, el espectáculo genera pistas pero ninguna exactitud. Entonces, cada espectador saca sus propias conclusiones y reconstruirá la historia si sabe cómo leer las pistas del juego.
Bajo la dirección de Guillermo Angelelli -quien conoce con maestría el género- la puesta en escena resulta convincente en tanto los elementos que están en el escenario ayudan a construir la trama de la historia, son esos casilleros del juego en el que encuentra una sorpresa que te acerca a la meta que, para el público, se traduce en risa. Una propuesta para no dejar de ver.
Asistente de dirección: Gastón Santos
Asistente general: Micaela Fariña
Cuándo: sábados 20:30 hs
Dónde: El Portón de Sanchez – Sanchez de Bustamante 1034
Cuánto: $70 y Estudiantes y jubilados: $50
¿Quién es?
Darío Levin realizó estudios de actuación con Ricardo Bartís, Alejandro Catalán, Alberto Cattán, César Brié (Teatro de los Andes), clown con Cristina Moreira, Raquel Sokolowicz y Gabriel Chamé Buendía, dirección con Rubén Szchumacher y estudios de dramaturgia enla Escuela Metropolitana de Arte Dramático bajo la dirección de Mauricio Kartún y también con Daniel Veronese y Alejandro Tantanián.
Guillermo Angelelli es egresado de la Escuela Nacional de Arte Dramático en el año 1982, continuó su formación con maestros como Carlos Gandolfo y Cristina Moreira. A partir del año 1986 comenzó a desarrollar un trabajo de entrenamiento e investigación junto a Iben N. Rassmusen (Odin Teatret), integrando a partir del año 1990 el grupo “Vindenes Bro” (El Puente de los Vientos). Fue fundador del grupo “El Clú del Claun”. Protagonizó y dirigió “Asterión” (Premio ACE / Mejor Actor Off, 1993)