BRASCO, DIOS ARGENTINO DEL VINO

#Vinos

Unknown

Los griegos tienen a Dioniso, los romanos a Baco, y aunque usted no lo crea, nosotros tenemos nuestro propio dios del vino. Don Miguel Brascó, que hoy celebra un nuevo aniversario. El tema es que muchos aún no lo reconocen. Claro, por más que seamos el quinto productor mundial, o que hayamos sido los mayores consumidores per cápita del mundo, o que incluso sea por ley nuestra bebida nacional, el vino argentino no es tan popular como el fútbol.

En donde si tenemos un dios reconocido (sí, el que le hizo el gol con la mano a los ingleses). Pero eso es simplemente por un problema de difusión, a que todo el que juega, mira, sigue o vive dicho deporte con pasión, sabe quien es el Diego. Pero lamentablemente muchos de los que disfrutan del vino ya sea a diario, periódicamente, social o profesionalmente, no saben todavía quien es Miguel Brascó y por qué merece ser #ElDiosArgentinodelVino. Pero estoy segur que la mayoría que sí saben de él, estarán de acuerdo.
Miguel empezó a hablar del vino hace muchos años, calculo que unos 50. La realidad vínica era muy distinta. Menos jugadores en todos los sectores de la cancha (producción, venta, comunicación, consumo). En ese momento, no sabía nada de los secretos de la noble bebida, pero hacía rato que perfilaba como bon vivant. Por eso acepta una propuesta de la revista Claudia, y se hace cargo de una especia de sección gourmet. Ahí nace la revolución brasconiana. Porque si bien siguió escribiendo novelas, poemas, canciones y continuó dibujando, se hizo más famoso por su prosa dedicada al chupi y al morfi.
Dueño de un estilo único, que esconde gran tecnicismo y mucha formación, Miguel fue alimentando su cultura diariamente y en todo sentido. Ya que no sólo viajó, leyó, estudió, escuchó; sino que también comió y bebió. Pero siempre con ganas de compartir sus sensaciones con los demás.
No creo que haya ninguno de los afortunados que alguna vez se sentó a la mesa con él, que no recuerde ese momento. Es que Miguel suele decir cosas inolvidables. Gesticula con manos y muecas tan bien como emplea sus palabras. Con una confianza muy catalana, nunca dudó en decir o que piensa; aunque muchas veces no se entendió. Sobre todo por el uso de palabras inventadas por él mismo, o bien por recurrir a epítetos en otros idiomas. Y si bien estos eran de una precisión casi suiza, su objetivo siempre fue muy simple. ¿Brascó qué vino puedo comprar? Le vivieron preguntando en la cola el supermercado. ¡El que más le guste!, siempre exclamó.
El tiempo cambió y los vinos argentinos se multiplicaron, bodegas, bodegueros, enólogos y etiquetas aparecieron por doquier, y la cosa se puso más entretenida. Pero a la vez más complicada. Sobre todo para alguien con mucha experiencia a cuestas y con ganas y necesidad de hacer otras cosas.
Brascó siempre fue el invitado de honor en los eventos vínicos, de las bodegas tradicionales y de las nuevas. El que ya lo conocía lo quería tener sentado al lado y cederle la palabra en algún momento. Y el que no, quería sentarlo al lado para asegurarse que sus vinos fueran a tener éxito. El tema fue que Brascó deambuló un tiempo por ese mar de vinos que surgieron de repente con ganas de conquistar al mundo. Y el problema no era él, sino que los vinos tenían muchas cosas para decir, aunque sin tanta claridad.
En otras palabras, la vitivinicultura nacional se revolucionó con la llegada del nuevo milenio, a partir de allí surgieron muchos tipos, estilos, zonas, variedades, técnicas, etc., buscando un camino. Por lo tanto era imposible tenerla clara. Incluso para Brascó. Pero su fama y prestigio fueron creciendo a medida que surgían nuevos vinos, nuevos lugares para comprarlos y para disfrutarlos, y nuevos comunicadores. Y con ellos las exigencias y los requerimientos hacia alguien que dudaba de muchos vinos que probaba. Fotocopia, sangría, bragueta, gay, chúcaro y sommelier bobeta – entre muchas otras, – fueron palabras que nacieron de su boca y generaron revuelo. Pero siempre defendió la “drinkability” (tomabilidad) del vino argentino. Y lo más importante para él es comer bien y tomar mejor.
Hoy cumple años, y por eso es una buena ocasión para disfrutar con él. Seguramente levantará su copa y yo la mía; y por un instante volveremos a ser “Dos de Copas” (¿se entendió?). Pero a mi me gustaría que todos los que disfrutamos del vino argentino, brindemos por él. Salud Maestro.

Esto es un pequeño regalito; imperdible.