Por: Fabricio Portelli
Elegir es una de las cosas más lindas que podemos hacer. Y aunque muchas de nuestras elecciones pasan desapercibidas día tras día, hay veces que nos ponen en el centro de la escena. Y no estoy hablando de las Legislativas que se aproximan, sino de las otras que son más fáciles y divertidas, y que además nos pueden dar mucho placer a nosotros y a los que nos rodean. Me refiero específicamente a elegir el vino.
Lejos de ser o tomárselo como una carga responsable, es algo que nos coloca en un lugar especial. Ya sea que se trate de un vino para regalar o uno para descorchar, en casa o el restaurante. En primer lugar porque el vio siempre se comparte, y eso significa que uno no estará sólo cuando se lo entregue (si es un regalo) o cuando se lo descorche. Ese es el instante que nos diferencia, sin importar el resultado final. ¿Por qué?
Porque lo que vale es la intensión y el significado del vino, más allá que este guste o no. Ahora bien, cómo hacer para elegir el vino indicado para cada ocasión si todos los días llegan etiquetas nuevas a las góndolas. La tarea es muy sencilla, aunque requiere de cierto esfuerzo, como todo lo que tiene valor y se comparte. Porque será necesario tener bien claro el o los destinatarios y la situación. Sí, mucho antes de ver qué vino, hay que saber en qué situación se descorchará. Si es un regalo, no hace falta conocer a fondo al agasajado, pero si algún rasgo que lo identifique (aventurero, conservador, viajero, elegante, amable, etc.). Pero si se trata de una comida de muchos hay que usar más el sentido común. Cuántos son a la mesa, quien lo paga, cuán diversos son los paladares, si hay confianza entre sí o son mayoría de desconocidos. No vamos a hablar aquí del aspecto cuantitativo, sino del cualitativo: que vino elegir, no cuántos necesitaremos.
El aspecto más importante no es el precio, porque al vino hay que valorarlo por lo que vale y no por lo que nos cuesta. Sin embargo, en la Argentina de hoy, el precio de los vinos pasó a ser el principal factor de decisión. Lástima, pero real. Entonces, que cada uno desembolse lo que pueda y/o quiera. Pero recuerden que el vino hae la diferencia y puede transformar una comida normal en un momento inolvidable. Dicho esto, pasemos a los demás aspectos.
Origen. Importante, aunque no se molesten en buscar la tipicidad del terruño en la copa. Con solo saber que Mendoza es la cuna de la mayoría de los vinos, y que el Valle de Uco está de moda. Es suficiente. Aunque Salta y Patagonia dan que hablar, al tiempo que San Juan comienza a renacer. Cuando más específico el origen mejor. No es lo mismos Finca Los Aromos en Las Compuertas (Luján de Cuyo) que Mendoza o Luján de Cuyo.
Ir a lo seguro es mejor que intentar impactar por originales. Ya que las marcas, bodegas y variedades más conocidas, suelen ser efectivas. A mayor conocimiento, más jugada puede ser la elección.
En cuestión de estilos no es tan difícil, ya que la mayoría son modernos. Eso significa, apoyados en la fruta, expresivos y de paladar amable. En cuanto a variedades, yo iría por las consagradas porque lejos de aburrir, pueden llegar a impactar mucho más que un cepaje ignoto. Malbec a la cabeza, Pinot Noir si hay mayoría de paladares sensibles. Cabernet Sauvignon, Franc o Tannat si los gustos son más firmes. ¿Cosechas? Nuevas, son pocos los vinos nacionales que mejoran con la estiba, y por lo general el final feliz depende mucho de las condiciones de guarda. ¿Para qué arriesgarse?. Ojo con las novedades, porque así como original no es sinónimo de calidad, tampoco lo es una etiqueta nueva. Es muy importante saber si esta proviene de alguien que ya estaba en e juego (bodega o enólogo).
Las recomendaciones del vendedor sirven para orientar, pero la decisión es nuestra. Aunque si algún amigo/a con el cual se comparten ciertos gustos nos tira un dato, hay que tenerlo bien presente.
Y recuerden que es genial tener miles de vinos para elegir, ya que todos son honestos; no como otros…. Y que de nuestra decisión ( e intensión) depende el éxito del momento; mucho más que del líquido (vino) que viene embotellado.