Por: Pablito Martín
Buenas y salsas gente linda. Continuamos en el camino de la alimentación sana y consciente. Recuerdo estar el año pasado en los estudios de Baires Directo (TELEFE) a punto de salir al aire cuando el conductor (Gustavo López) anticipa una nota sobre el caso de un chico (Hernán Haded). Luego de un accidente doméstico le detectaron una arritmia cardíaca que para varios médicos era irreversible. Pero él no se quedo sentado y desde Hong Kong nos cuenta su historia.
¿Quién es Hernán?
Un Marplatense que creció entre el campo y la ciudad. A los 10 años, una tormenta de granizo arruinó una cosecha de trigo y me prometí ser ingeniero para poder fabricar una máquina que pudiera recuperar los granos. Cumplí con la promesa y me recibí de ingeniero. Las vueltas de la vida me llevaron primero a Japon (2002) y luego a China. Me instalé en Hong Kong en 2004.
¿Qué fue lo que pasó para que cambies tu alimentación?
Todo fue un gran accidente. Cuando me mudé a Japón, no me gustaba la comida. Resultado: el primer año bajé 20 kilos. Recién ahí me di cuenta que había sido obeso! Luego, cuando hace unos años atrás tuve un accidente doméstico (quise apagar el aire acondicionado) hizo que me electrocutara y perdiera el conocimiento. Me apagué, así fue como se sintió. Con gran paz se me iban apagando los sistemas de la misma manera que se cierran las ventanas del Windows cuando uno apaga la PC. Algunos médicos creen que estuve muerto durante unos minutos. Pero no hay forma de saberlo porque estaba solo en casa. A partir de ese día mi corazón comenzó a latir de manera irregular. Me diagnosticaron arritmia cardíaca (supraventricular).Llegué a tener 27.000 latidos extras irregulares por día.
¿Qué fue lo que hiciste?
Recurrí a la medicina convencional -cardiología- que era lo único que conocía. El problema era que la medicación acomodaba los latidos pero desacomodaba muchas otras cosas: me sacaba las ganas de vivir. En algún punto entendí que lo que hacía la medicación era tapar el síntoma y no curaba el problema de fondo. Pero tuve la suerte de que todo esto me pasara en Hong Kong, donde vivo desde hace casi 10 años, y un amigo me acercó a un médico chino. Esa visita fue una inyección de esperanza: según el médico chino el problema no estaba en el corazón sino “en el cuello” y me aseguraba que enderezando el cuello se podría revertir el problema que la ciencia occidental ubicaba en el corazón. Fue el comienzo de un largo camino, tuve que cambiar muchas creencias.
¿Cómo era tu alimentación antes de ese momento?
Comía lo “normal”. Desayunar copos de cereal con yogur, medialunas en la oficina, suculentos almuerzos en una fábrica siderúrgica y luego cena tarde, como se estila en Argentina. Desde hace unos tres años estoy haciendo experimentos. Nunca le había dado bola a la nutrición porque los cardiólogos solo me decían que no tenía que tomar café ni bebidas colas. Pero interiormente empecé a percibir que ciertas cosas que comía, afectaban la arritmia. Empecé una dieta mayormente en base a comidas crudas y dejé de consumir productos industrializados. Increíblemente, al principio los síntomas se amplificaron. Pero a medida que perdía grasa corporal, en realidad también liberaba toxinas que estaban acumuladas en el tejido adiposo. No tengo forma de demostrar esto, pero con el tiempo, las palpitaciones se estabilizaron y luego empezaron a bajar. El tema es complejo y abarca más que el plano nutricional. Sea como sea, la arritmia me hizo un gran favor y me ayudó a construir nuevos hábitos y a curarme de un montón de otras cosas…
Hablando de eso, ¿qué relación tiene la alimentación y las enfermedades?
Mi caso demuestra que con elecciones nutricionales correctas, uno ayuda al cuerpo a curarse. Me llama mucho la atención que en Occidente, la medicina convencional no se ocupe del tema. Aún en las fundaciones más prestigiosas del corazón, no se brinda consejo nutricional (salvo por lo del café y la bebida cola). Los médicos que me atendían, estaban excedidos de peso… Un médico del corazón excedido de peso y pintándome un panorama sombrío no parecía un buen camino a seguir. Es por eso que en algún punto mi salud está en mis manos. Y la comida se transformó en gran aliada. Terminé estudiando nutrición con el Dr. T. Colin Campbell (Plant based nutrición, Cornell Univ).
¿Qué diferencia hay entre antes y después de cambiar tu alimentación?
En el plano físico, todas las etapas de mis experimentos se ven inmediatamente. La obesidad inicial (98 kilos), los 75 kilos luego de vivir en Japón, los 70kgs con 40kgs de músculo cuando estaba entrenando sin parar y el estado actual sin músculos pero relajado y feliz. Eso es lo que se ve. Pero es solo la punta del iceberg, tengo 40 años y más vitalidad que cuando tenía 25. Cambiar no solo cantidades y tipos de comidas, sino también dejar de cenar tan tarde, me ayudan muchísimo a tener niveles de energía cuando lo preciso.
¿Te fue complicado hacer el cambio?
En realidad no porque tenía una motivación muy fuerte, ponerme mejor y revertir algo que los médicos decían que era irreversible (para la cardiología una arritmia como la mía solo puede tratarse con pastillas o con una ablación-cirugía). A mí esas ganas de ponerme mejor me ayudaron mucho para tomar buenas decisiones. Me empecé a cocinar todo lo que comía y a registrar todo en un diario de comida: información que cotejaba contra las mediciones que me hacía de mis latidos del corazón y con eso veía que había una relación entre algunos alimentos y mi arritmia. Yo tenía que ponerme mejor y con todo esto sobre la mesa, era fácil dejar de comer algo por unas semanas.
¿Cómo hace una persona para empezar y hacer bien las cosas?
Sin dar consejo médico o nutricional, creo que hay que crear nuevos hábitos pensando que es un tratamiento para ponerse mejor. El primer hábito que ayuda, y que no se por qué nadie lo dice, es: desayunar ensaladas. Yo arranqué con lo más fácil, las verduras más fáciles de conseguir y que más me gustaban: una montaña de 250 gramos de rúcula y zanahoria ralladas. Después uno se puede poner más técnico y agregar legumbres, semillas o granos integrales. Pero arrancar con ensaladas ¡define el día! El otro, dejé de cenar después de las 7 u 8 de la noche. A esto me ayudó mi señora que es de Nueva Zelanda y la que nunca pudo acostumbrarse al hábito argentino de cenar a las 10 u 11 de la noche. Cenar más temprano ayuda a prepararnos para el desayuno de verduras. Si me voy a dormir muy lleno posiblemente al día siguiente desayune “un cafecito” y arranque el día de la peor manera… Entre medio del desayuno y la cena: por 3 meses a rajatabla me preparaba las comidas por la mañana y andaba con tuppers de un lado para el otro. Después de esos meses pude entender el verdadero potencial que tiene comer bien! En esos 3 meses pude resetear “la trampa del placer” que era la que me hacia comer dulces, yogures bebibles, bebidas “light” y barritas de cereales pensando que me hacían bien. Claro que a la disciplina hay que ayudarla: no voy con hambre al supermercado ni tengo dulces en casa. Y durante esos 3 meses si me invitaban a una cena me disculpaba e iba más tarde. En Argentina le digo al mozo que se lleve la panera en los restaurantes. Esto parece súper difícil o restrictivo pero no lo es, lo hago ante todo por respeto a mí mismo y me siento muy bien cuando puedo comer como yo quiero.
¿Por qué no desayunas con fruta?
Porque tienen mucha agua en su composición y tengo hambre casi inmediatamente después de desayunar. Por los nutrientes, por la saciedad que me dan sin dejarme pesado, la ensalada es el mejor desayuno que se amolda a cómo vivo y dónde vivo.
¿Qué pasa en los viajes, seguís desayunando ensalada?
Esto no es riguroso. Si estoy en Bangkok y hacen 37 grados, es probable que desayune una papaya. Pero si estoy en pleno invierno en la Patagonia quizás tenga que comer otra cosa. Por ejemplo, si hace frío en mi casa complemento con huevos o con una sopa. Pero poder elegir vegetales de huerta, en estación y arrancar el día con una montaña de verduras es un golazo. Siempre me ponen cara rara pero es la misma gente que cuando ven mis fotos de gordito me preguntan: “¿cómo hiciste?”. Y simplemente les señalo el plato. Nunca imponiendo pero compartiendo a quien quiera saber.
¿Qué opinás de la nueva alimentación industrializada?
Me sentí estafado cuando aprendí a leer las etiquetas y descubrí la cantidad de azúcar que tienen los cereales de los supermercados, los yogures y el jugo de naranja que los nutricionistas tradicionales recomiendan de desayuno. Esos juguitos de naranja tienen más azúcar que la bebida cola.
¿Cuán importante es tu alimentación ahora?
Trato de escucharme y ver lo que necesito. Hay momentos que sé que preciso una montaña de verduras. En otros momentos, el cuerpo me pide legumbres. Observo esa voz interior y no la que quiere comerse un kilo de helado (risas). Además como parte de mi proceso curativo pasé de hacer ejercicio sin parar a hacer mucha menos actividad física. Tengo que observar lo que como para no desatender el tema de ego o vanidad (no quiero volver al gordito que se fue a Japón). Como regla general trato de pensar que me aporta cada cosa que como, enfocarme en ingredientes que me den energía, que no afecten la arritmia y que se consigan en cada lugar donde me encuentre.
¿Cómo es un día de Hernán?
Reparto mi tiempo entre Hong Kong, Ibiza y Argentina. Hago muchas cosas pero estoy en un proceso de desaceleración y simplificación de mi vida. Intento enfocarme en el 20% de las actividades que me dan el 80% de la satisfacción y relegar las cosas que no me hacen bien. Me ayuda mucho pasar la mayor parte del tiempo con naturaleza, arboles y mar idealmente.
¿Llevar este tipo de alimentación cuesta a la hora de compartir un domingo con amigos?
A mí me ayudan varias cosas. Ante todo, que vivo en Hong Kong, porque si estuviese en Argentina donde se come asados los domingos y alfajores por todos lados, se haría más difícil. En Hong Kong el clima es cálido todo el año y eso de por sí, da menos ganas de comer pesado. Lo otro es que, la mayoría de mis amigos, tienen una postura filosófica respecto a comida y salud similar a la mía. Y por último: no soy un monje tibetano y si me quiero dar un gusto me lo doy! Porque el elemento de gratificación ocasional sé que es bueno también.
¿Por qué decidiste escribir el libro Reversible?
La idea del libro surgió cuando se empezaron a acumular historias. Conocí gente increíble a lo largo del camino y pensé que mi experiencia podría servirle a otros. El libro es más que un relato médico y espero ayude a unir dos mundos que por alguna razón parecen estar disociados (el de la sabiduría Oriental y el del conocimiento Occidental). Todos los nombres son reales y quien quiera encontrar a alguna de las personas que menciono, podrá hacerlo. ¡Hice de todo para ponerme mejor!
Si bien vos dejas en claro que el libro no apunta a dar soluciones mágicas ni consejos médicos, en los distintos capítulos contás tus experiencias y los diferentes profesionales que consultaste. Pero en realidad, ¿cuánto pesan los pensamientos de cada uno en cualquier tratamiento?
Los chinos creen que “un cuerpo fuerte alberga un espíritu fuerte”. Tuve que primero ocuparme de mi cuerpo para luego llegar a la cabeza. Creo que hay 3 puntos centrales a observar. Uno es el condicionamiento demostrado por Pavlov: si yo pienso que comer bananas es culpable de las palpitaciones, la próxima vez que me coma una banana seguramente tendré palpitaciones. Fue un gran desafío no caer en ese comportamiento. El otro, el positivo, es el de las visualizaciones: siempre las uso. Cuando nadaba, imaginaba que el cuello se iba enderezando. El tercer punto y más complejo: asumir que la mente de uno es parte del problema. Recomiendo leer los trabajos del Dr. John Sarno en particular los que se refieren a la conexión cuerpo, mente y los dolores de cuello y espalda. Yo era parte del problema -amplificando los síntomas- y en algún punto lo tuve que asumir. Pero insisto que para ocuparme de la cabeza, tuve que encargarme del cuerpo antes. Aclaro que separo lo físico de lo mental solo a efectos de lenguaje porque creo que son lo mismo…
¿Un consejo que le darías al lector?
Consejos nutricionales lo veo difícil. Todos los cuerpos son diferentes, dejame compartir cosas que me hacen bien a mí. Desayunar verduras. Secuencia de comidas: Ir de la más líquida a la más sólida. Esto significa tomar agua antes de comer; -y de haberla- tomar la sopa antes del plato principal. Porque si tomo agua u otro líquido justo después de comer, me hincho. El agua diluye los jugos gástricos y entorpece la digestión. Combinación de comidas: las verduras van bien con todo. Otra cosa que tuvo un impacto impensado fue dejar de comer lácteos industrializados. No lo hice por dogma o por cuestiones filosóficas, fue parte de un experimento por ver como los lácteos afectaban mi arritmia. La verdad es que sobre la arritmia no parece haber impacto pero, en cuanto los dejé, me deshinché y empecé a sentirme mucho mejor. Tratar de masticar 40 veces cada bocado aunque mi natural acelere es mi mayor enemigo a la hora de hacer esto. Y lo último es jugar con la conexión cuerpo-mente: cuando estoy comiendo, intento sentir la comida y -dibujando una sonrisa interna- visualizo como los nutrientes son absorbidos por el cuerpo y nos ayudan a estar mejor. Esos ejercicios de visualización a mi me han ayudado mucho y los uso todo el tiempo. Como alguien me escribió vía Facebook: Micro decisiones, macro resultados.
¿Tu receta favorita?
Una buena ensalada, pero te dejo a vos para que me recomiendes una.
Para mayor información www.reversiblelibro.com o www.facebook.com/medicosdelaesperanzalibro. Y recordá que “somos lo que comemos, y lo que hacemos”. ¡Hasta la próxima!
:: Pablito Martín. Chef – Periodista.
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Ensalada súper proteica
Ingredientes (para 2 porciones):
- Hojas de espinaca: 100 grs
- Tomates cherry: 100 grs
- Cebolla morada: 1
- Espárragos: 1 paquete (500 grs)
- Limón: 1
- Perejil: 50 grs
- Spirulina granulada HYDROFARMING: 2 ctas
- Nueces: 50 grs
- Pimienta, sal y aceite de oliva: C/N
Procedimiento:
Limpiá bien los vegetales.
Cortá los cherry al medio y a la cebolla bien finita.
Cortá el extremo fibroso de los espárragos y cocinalos al vapor durante 4 minutos. Enfrialos inmediatamente y cortalos en pedazos irregulares.
Hacé jugo de limón.
Poné en una licuadora el perejil, la spirulina, el jugo de limón, 50 cc de aceite de oliva, una pizca de pimienta y otra de sal. Procesá hasta lograr un aderezo liso. Agregale las nueces y licuá unos segundos más.
En un bol mezclá las hojas de espinaca, los cherry, la cebolla y los espárragos.
Antes de consumir la ensalada, condimentala con el aderezo.
:: Pablito Martín. Chef – Periodista.
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