Por: Adriana Santa Cruz
Más de una vez escuchamos acerca del temor a la hoja en blanco. Cuando tenemos que escribir determinado texto, no siempre la tarea resulta sencilla, y lo peor es que a veces no sabemos ni cómo empezar. Conocer superestructuras textuales es una excelente manera de comenzar porque ofrecen la posibilidad de elaborar un texto a partir de un esquema preestablecido convencionalmente. Además, del lado del receptor, permiten realizar hipótesis antes de la lectura y durante ella. Por ejemplo, como lectores sabemos que el título y la bajada de una noticia nos adelantan su contenido, y esto en principio nos ahorra tiempo.
La superestructura –concepto desarrollado especialmente por nuestro conocido Teun Van Dijk– es la estructura formal que representa las partes en que se organiza el contenido de un texto. Es el “esqueleto” reconocible que caracteriza los tipos textuales de los diferentes géneros discursivos. Todas las oraciones de un texto se organizan en un esquema constituido por categorías funcionales, unas opcionales y otras obligatorias.
Según Van Dijk, determinados tipos de textos responden a un esquema estructural básico (como la narración o la argumentación), mientras que otros no presentan una estructura convencional clara (la poesía, por ejemplo). No obstante, puede distinguirse una serie de superestructuras que la mayoría de los hablantes de una lengua conoce o reconoce. Vamos a ver algunas que usamos a diario en diferentes ámbitos.
1. El texto narrativo
Un cuento, básicamente, se organiza en torno a un marco, que presenta un espacio y un tiempo determinados, los personajes y los antecedentes de los que surge la acción; una complicación, que son los distintos incidentes que mantienen la intriga del relato; y una resolución que introduce el cambio de situación y la resolución del conflicto. Estas son categorías obligatorias que juntas conforman un episodio. Como categoría opcional, tenemos la evaluación, por ejemplo, en la que los sucesos pueden ser valorados por el narrador o por otros personajes.
2. El texto argumentativo
Un artículo de opinión, un editorial, una tesis, un ensayo, entre otros, son textos que presentan –con las variantes de cada tipo textual– una superestructura conformada por introducción, que introduce el tema, a veces también apelando al lector para involucrarlo; una hipótesis que es aquello que el autor sostiene como opinión o tesis propia; argumentos que apoyan la hipótesis (ejemplos, citas, analogías, etc.), y una conclusión que retoma la hipótesis y reafirma que esta fue demostrada a lo largo del texto.
3. El texto explicativo
Un texto explicativo se define por su intención de hacer comprender a su destinatario un fenómeno o un acontecimiento. Su superestructura responde a un inicio con un marco o presentación del problema que será objeto de la explicación; luego la pregunta-problema concreta; sigue una explicación-respuesta, que esclarece el problema planteado; finalmente, puede presentarse una conclusión-evaluación de la respuesta dada. La conclusión, en el caso de los textos explicativos, es una categoría optativa.
4. La noticia periodística
Para las noticias periodísticas, Van Dijk propone una superestructura constituida por dos categorías superiores, el resumen y el relato, que a su vez contienen otras categorías funcionales: el resumen de una noticia contiene un titular y un encabezamiento (que es la bajada o el copete); el relato se construye a partir de un suceso (que puede a su vez presentar antecedentes y consecuencias) y de comentarios (constituidos, a su vez, por reacciones verbales de los protagonistas y conclusiones del propio periodista).
En síntesis, cuántas más superestructuras conozcamos, seremos más hábiles redactores y mejores lectores. Si a esto le sumamos menos estrés frente a la hoja en blanco y más eficiencia, las ventajas no son pocas.