La ambigüedad

#AsíSeEscribe

Para la RAE, la anfibología (ambigüedad) se define como “doble sentido, vicio de la palabra, cláusula o manera de hablar a que puede darse más de una interpretación”. Esto es diferente de la ambigüedad intencional que, como hablantes, podemos usar para generar en el receptor determinado efecto. Hoy nos vamos a ocupar de analizar algunos casos de anfibología que atentan contra la comunicación efectiva.

El pronombre posesivo su

El posesivo su tiene muchos significados (de él, de ella, de ellos, de ellas, de usted, de ustedes), y su empleo indebido produce frases ambiguas:

Juan le pidió a José que se reunieran en su oficina. (¿En la oficina de quién?)

Pablo y Elena fueron al cine con su hermana. (¿La hermana de quién?)

Uso incorrecto de la función metalingüística

La función metalingüística es la que se centra en el código; es el lenguaje que se usa para hablar del propio lenguaje: La palabra “mesa” es grave. La normativa señala que esta función se indica con cursivas o escribiendo la palabra correspondiente entre comillas, de lo contrario el enunciado resulta poco claro:

El pronombre donde lleva tilde cuando es enfático.* (Lo correcto es El pronombre “donde” lleva tilde cuando es enfático).

Uso incorrecto de la preposición

La omisión de la preposición, en muchos casos, provoca un sentido diferente del que realmente quiere transmitirse: La preposición no se debe suprimir si, ante dos sustantivos que pertenecen a la misma construcción, el adjetivo afecta solo a uno de ellos:

Sirve para motos y autos económicos. (Las motos y los autos son económicos)

Sirve para motos y para autos económicos. (Solo los autos son económicos)

Desorden sintáctico

La alteración del orden sintáctico provoca, en algunas oraciones, más de una interpretación. Si la ambigüedad no es intencional, debe cuidarse la sintaxis. Los ejemplos que siguen dan cuenta de esto:

Encontraron el auto frente al supermercado con los vidrios rotos.

Encontraron el auto con los vidrios rotos frente al supermercado. (Si el auto es el de los vidrios rotos, la primera oración es ambigua)

La ambigüedad viola una de las cuatro máximas conversacionales de Paul Grice (máxima de modo: “Sea claro”). Sin embargo, con frecuencia, en la conversación cotidiana se trasgrede alguna de estas, pero se genera una implicatura conversacional. Dicha trasgresión permite reinterpretar lo enunciado y así obtener un nuevo contenido significativo que no entre en contradicción con el principio de cooperación que rige los intercambios comunicativos. En este sentido, las implicaturas  permiten salvar la distancia que media entre lo que se dice y lo que se quiere decir. Comunicar con eficiencia también se relaciona con saber hasta dónde cumplir o no con las normas.