Por: Flavia Masetto
Según Robert Hughes (nacido el 28 de julio de 1938 en Sidney, Australia,- 6 de agosto de 2012 en Nueva York), quien fue el crítico de arte de ácida pluma de la revista Time, “Los museos han reemplazado a las iglesias como lugares de congreso social y orgullo cívico. Hay catedrales nuevas, (…) y el público quiere experimentar directamente el arte en las paredes de un museo, un mundo lejos de los medios de comunicación masiva”. Con esta reflexión, es interesante notar como un grupo de artistas argentinos que en los años ´60 estaba en contra de la institución museológica e intentaba establecer el vínculo entre los medios y el arte, inaugura la temporada estival 2014 con una retrospectiva llamada “Ola Pop en el Mar”, curada por Rodrigo Alonso en el nuevo Museo Provincial de Mar del Plata, MAR.
Este espectacular museo fue proyectado en el 2009. El estudio de arquitectura Monoblock (Fernando Cynowiec Marcos Amadeo, Juan Granara, Alexis Schachter, Adrián Russo), ganó el primer premio del Concurso Nacional Museo Provincial de Arte Contemporáneo de Mar del Plata entre otras 204 propuestas. El museo de 7000 metros cuadrados, es de hormigón armado, de una arquitectura racionalista impecable y una tecnología lumínica que compite con los grandes museos del mundo. En el interior, el hormigón también define el ambiente, tanto en paredes como en cielorrasos, salvo en las salas de exposición que están pintadas de blanco, y los pisos son de madera oscura. La escala del proyecto es una visión acerca de la propia ciudad, de su tamaño, su vitalidad, y del esfuerzo llevado a cabo para posicionarla como una ciudad con propuestas culturales a nivel internacional. En principio el museo funcionará como albergue de exposiciones pero no tendrá una colección propia.
Los años ´60 eran tiempos de cambio radical, de búsqueda de la libertad de expresión, del quiebre con las instituciones y el Status Quo, la revolución social y la represión chocaban en constante puja que paradójicamente incentivaba más la creatividad. En los años ´60, el Instituto Di Tella en Buenos Aires (1963-1968), presidido por Jorge Romero Brest (1905-1989), una de las máximas autoridades nacionales en materia de arte, se constituyó como laboratorio artístico donde nuevos medios de expresión, como el happening, proclamaban sacar al arte de los museos que hasta entonces carecían de diálogo con el público. Sus obras no perseguían la comercialización, en todo caso, buscaban llevar adelante la idea del Arte Pop, del consumo efímero, la trivialización y la utilización de espacios físicos no necesariamente artísticos. Estos artistas recibieron el rechazo de los artistas más políticos y conceptualistas. Pop es una abreviación de “popular”, porque estas obras se nutren de la cultura popular y las imágenes o los objetos producidos por la cultura de masas. Con la dictadura militar, el Arte Pop en la Argentina fue tomando carácter de diseño gráfico y derivó en el exilio de algunos artistas.
El Instituto Di Tella fue un semillero de talentos y sus ex integrantes son conocidos como la “Generación del Di Tella”, entre los que participaron se destacan Antonio Berni, Líbero Badíi, Luis Fernando Benedit, Delia Cancela, Jorge de la Vega, Ernesto Deira, Rómulo Macció, Luis Felipe Noé, Gyula Kosice, Julio Le Parc, Rogelio Polesello, Antonio Seguí, Clorindo Testa, Ary Brizzi, Roberto Aizenberg, Federico Manuel Peralta Ramos, Emilio Renart, Luis Alberto Wells, Dalila Puzzovio, David Lamelas, Marta Minujín, Alfredo Rodríguez Aria, Oscar Bony, Juan Stoppani, Edgardo Giménez, León Ferrari, Carlos Squirru, Pablo Suárez, Margarita Paksa, Roberto Jacoby, Liliana Porter, Luis Camnitzer, Alberto Greco, Federico Klemm, entre otros.
Algunas de las obras de la muestra retrospectiva “Ola Pop en el Mar”
En el resto del mundo, movimientos similares en el arte se daban simultáneamente, pero en Latinoamérica, fue el Di Tella el que marcó la estética Pop de la región con un vasto cuerpo creativo. El movimiento Tropicalia en Brasil, derivado del Neo Concretismo y la cultura popular nacional e internacional, de la mano de Helio Oiticica, Lygia Pape y Lygia Clarck y de músicos como Gilbeto Gil, Gal Costa, Caetano Veloso y Os Mutantes, se alzó como repudio a la dictadura militar que irrumpió en 1968 en Brasil. Con objetivos sociales y políticos y de carácter metafórico, el movimiento Tropicalista consideraba que “la experiencia estética vale por sí misma, y por sí sola ya es un instrumento social”. Muchos de estos artistas tuvieron que encontrar refugio en el exilio.
The Factory de Andy Warhol, y The Kitchen, ambos en Nueva York, también fueron laboratorios de experimentación artística en los ´60 y ´70, sobre todo en el campo del video y la performance. Hoy en día, The Kitchen, continúa viva y es una fundación sin fines de lucro que funciona como laboratorio para artistas emergentes locales que están comprometidos con las técnicas experimentales. The Kitchen presenta trabajos en música, danza, performance, video, artes visuales y literatura.
Es interesante como en todas las sociedades, en tiempos de crisis hay como un “revival” de la estética del pasado. Un “revival” de memorias que tal vez no tengamos tan vívidas, pero que si la estrategia funciona, creará un diálogo inter generacional que nos ayudará a comprender dichos momentos y a entender hacia dónde vamos.
Canción “Diamantes en Almibar” de Jorge de La Vega de su album “El Gusanito en Persona”, 1968
Canción “Califonia dreamin” de The Mammas and the Pappas, Folk Pop Americano, 1968. La canción habla del consumismo americano y de la cultura “celebrity”, tal cual lo hace el tema de De La Vega. Ambos temas hablan de hecho de un sueño, de una esperanza, de la promesa de lo material y sin embargo de algo efímero, y de la angustia de la amenaza y el miedo a la pérdida que la sociedad de la época experimentaba.