Por: Agostina Fasanella
Visto desde la medicina, el dolor es una sensación desencadenada por el sistema nervioso. Puede ser agudo o sordo, intermitente o constante. Podemos sentir dolor en algún lugar específico del cuerpo o sentir dolor generalizado, como nos sucede cuando nos engripamos.
El dolor nos ayuda a diagnosticar un problema. Es una valiosa señal, porque sin dolor podríamos lastimarnos gravemente sin enterarnos o incluso ignorar que tenemos un problema médico que requiere tratamiento.
Habitualmente, una vez que tratamos el problema, el dolor suele desaparecer. Sin embargo, a veces el dolor continúa durante semanas, meses o años. Esto se conoce como dolor crónico.
En el mundo de las emociones el dolor también existe y aunque parezca diferente del dolor físico, el dolor emocional nos lastima a veces mucho más.
Un equipo de neurocientíficos de la Universidad de California Los Ángeles, descubrieron que es posible analizar lo que pasa con el dolor emocional, se demostró que el cerebro procesa de la misma forma el dolor que la persona siente al ser rechazada socialmente que el que siente con el dolor físico.
El dolor emocional también es una advertencia y al igual que el dolor físico, puede volverse crónico. La meta a lograr es transformar ese dolor en auto-conocimiento, es decir, entender qué quiere decirnos para luego desapegarnos por completo de ese sufrimiento, disolviéndolo.
Aunque pareciera obvio que nadie busca apegarse al dolor, desapegarse de él talvez sea uno de los mayores desafíos para salir adelante. Aceptar que tenemos la necesidad de abandonar un padrón emocional que, aunque nos lastima, conservamos hace tiempo, puede ser muy difícil porque sentimos como si perdiésemos algo de nosotros, pero debemos aprender a hacer el luto.
Si el dolor emocional continúa presente después de un tiempo prolongado es porque lo estamos invocando demasiado. Es mejor parar de invocar ese dolor y abrirnos a lo desconocido preguntándonos: “Como seré yo sin este dolor en mi vida?”
Muchas veces encontramos justificaciones para no soltar cuando lo que necesitamos es ser más sinceros con nosotros mismos. En términos generales las personas elegimos tomar analgésicos para tapar un dolor, pero cuando el efecto de lo que fuere que tomamos se termina, el dolor regresa.
Te invito a estar atento a tus dolores con total sinceridad, para poder descubrir qué quieren decirte, qué tienen para enseñarte y dejar de “anestesiarlos” para poder resolverlos y luego disolverlos. Podemos liberarnos de nuestro dolor emocional una vez que comprendemos el mensaje que tenía para darnos.
Que tengas una hermosa semana!
Agostina Fasanella
Coach Ontológico
Liderarte Consultora