Generosidad

#ColoresDeMilagros

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“Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.”

Expresarnos nos nutre. Nos alimenta

Hacer feliz a alguien es más fácil de lo que pensamos. Solo hay que  registrar el alrededor. Hace un tiempo lo vi con una lapicera haciendo unos garabatos en la calle y pensé en regalarle una caja de acuarelas, volví al otro día al mismo lugar y no lo encontré. Otra vez apurada lo encontré en otra calle y pensé en lo mismo, pero volví a pasar y ya no estaba. Su recuerdo permanecía en mí, tal vez pensando en mi necesidad de pintar, a veces en lugares inesperados y sin importar el como consigo encontrar los elementos para hacerlo. Expresarnos es una necesidad de la humanidad, es como una pulsión, una irrupción del ser para contar lo que sentimos, sin decir tal vez ni una palabra.

Durante las últimas semanas no lo había vuelto a ver. Hoy a la mañana di una clase especial de pintura, una chica que había sufrido los mismos trastornos alimenticios que yo, y desde un lugar sincero de mi alma la abrace. Le conté que la enfermedad simplemente es como una niebla que te tapa el camino. Te bloquea para que veas lo que tenes que ver para seguir avanzando. Es una pelea con vos mismo por alcanzar la perfección. Tu sombra jugando una pulseada con vos. Aceptar la imperfección de la vida es parte de ser adulto, de crecer, de abrazarte con tu ser y tiene que ver con vencer a la enfermedad, con conectarte con tu propia voz, con tu propio camino y dejar de  ser los demás para convertirte en uno.

Al asomarme a la ventana, ante mi sorpresa lo veo, a él, este hombre que hacia tiempo que quería darle algo. Así que pensando en una caja de acuarelas, termine encontrando una caja, de fibras, crayones, lápices de colores, acuarelas y otros detalles, que me habían regalado y que esperaban ese momento especial de usarla y que mejor momento de regalarlo cuando hacia tiempo que estaba esperando el “momento”. Sin dudarlo, al bajar a despedir a mi compañera de camino, fui a darle mi regalo con hojas para que se expresara. Estaba comiendo una especie de  sándwich y sin dudarlo dejo lo que tenia en las manos para aceptar mi ofrenda y sin levantar la cabeza para mirarme lo recibió. Casi tímida me aleje, ya que podía observarlo desde mi balcón, y ante mi sorpresa me encontré a alguien niño recibiendo juguetes para navidad, estaba feliz, sin dudarlo abría y cerraba la caja, la miraba con cariño, y sin dudarlo, comenzó a garabatear, a probar los distintos elementos que le había regalado.

Así fue como decidí reforzar el regalo, junte unos tarros de pintura de colores acrílicos y pinceles para regalarle, para que tuviera opciones. La vida se trata de tenerlas o verlas para poder avanzar, y que pudiera usar lo que necesitara. Volví a cruzar la calle que nos separaba y sin mirarme de nuevo recibió mi regalo, y ante mi sorpresa sus garabatos expresaban su ser. Una flor rosa, pura de inocencia encerraba un círculo negro que es el poder y tallos verdes lo sostenían, en esa simpleza se mostraba su ser, sus decisiones, su forma.

Volví a mi casa, y durante todo el día desde mi balcón lo observe, durante un largo tiempo estuvo jugando con los colores pero también percibía los pinceles, y jugaba con sus manos y los elementos. Se movió de lugar pero continúo a pesar de la lluvia y el feo día con sus hojas y sus colores. Me sentía feliz, sentía que le había regalado un banquete para sus sentidos, que simplemente al haberlo percibido le había dado en la tecla  y simplemente pensé en compartir la foto como una niña feliz y lo que me encontré fue afecto desde el otro lado de la pantalla, como si fuera un milagro.

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Para mi fue un gesto, algo fácil que podía hacer porque pude mirarlo, reconocerlo, abrazarlo, entender que a veces uno decide un camino, no solo son las circunstancias, sino lo que hacemos con ellas, y en algún punto sentí que pude darle lo que necesitaba e imagine que fácil que fue hacerlo. Sería bueno contagiarnos…

¿Que puedo compartir desde mi ser?

¿Que podes hacer para beneficiar a los que te rodean?

¿Que bueno que es parar un instante y mirar a los otros?

¿Que puedo dar que tengo que me hace feliz y que puede hacer feliz a los que me rodean?

¿Desde que lugar me conecto con mi abundancia?

La simpleza de los grandes gestos hace la diferencia.

Propuesta: Todos pueden hacer lo mismo con algún gesto que les salga del corazón, compartir es maravilloso, te hace bien y haces el bien, vuelve. Es casi como ser sustentable, pura reciprocidad, lo bueno es reconocer o ver lo que el otro necesita. Salir de uno para registrar al otro y al verlo lo podemos hacer feliz y nos hacemos felices. Puro contagio. A veces estamos tan apurados en cosas que no son importantes, que parar hace la diferencia.

Espero que se copien, no solo con alguien que esta en la calle porque muchas veces es su decisión, pueden empezar con los que los rodean, con sus compañeros de trabajo, con su amor, con su familia, pequeños gestos cambian el entorno y hace que crezcamos todos.

Hoy les recomiendo que bailen. Bailar te conecta con lo que no se ve. Conectarse con lo desconocido y dejarse llevar. Imaginen que son una semilla y que crece, sientan el ritmo en su cuerpo y conecten con su corazón y su cabeza. Sean uno. Música para inspirarse: https://www.youtube.com/watch?v=3S8NJ02xIK0