Superclásico en la Empresa

#DeEmpresasYFamilias

Durante el último superclásico Boca-River por la Copa Libertadores, se produjeron hechos que son de público conocimiento.

No es mi interés abordar temas reglamentarios, deportivos y sociales, que desde diversos ángulos han sido tratados.

Lo que me quedé pensando es: cuáles podrían ser algunos de los superclásicos típicos en la empresa, los enfrentamientos y dilemas diarios?:

finanzas-ventas                  facturación-clientes                                        familiares-familiares           comerciales-producción

pos venta-producción         dueños-contador

entregas-ventas                 familiares-no familiares

Reconozco, una enumeración simplificada. Le propongo agregue su propio superclásico. Podríamos definirlos como el ámbito donde se constituyen bandos, dualidades, apariencia de una imposibilidad de coordinar esfuerzos y acciones de solución.

Qué encontramos en estos escenarios?

El árbol y el bosque: las situaciones de enfrentamiento evidencian una falta de comprensión de las lógicas y modos de ver la realidad de cada sector. Cada uno cree tener razón, y la empresa queda miope producto de la visión sesgada de cada parte. Acaso la realidad es lo que cada uno dice? Puede haber una sola verdad? O se trata más bien de encontrar una orientación que englobe y no permita perder la perspectiva de la empresa y su entorno?

A todo o nada: buscar ganar entre sectores, por el sólo hecho de no ceder ni conceder, lleva a un estado de irracionalidad competitiva, cuya única consecuencia es la destrucción del otro. Este es visto como un enemigo a vencer, no como alguien que aporta otra visión, que juntas generan una opción superadora.

Quien decide?: las decisiones se miden en términos de sus consecuencias en la rentabilidad, y de armonía familiar, en caso de tratarse de una empresa de familia. No podemos decir que una decisión es buena o mala por sí misma. También, lo que hoy puede resultar positivo, mañana ser sinónimo de fracaso. Pero lo peor es no decidir: deambular, dejar que la inercia de las situaciones acomoden los tantos. Creer que el cúmulo de tensiones será aliviado por efecto del paso del tiempo, que “lo cura todo”.

Donde vamos: de chicos nos enseñaban, en actividades al aire libre nocturnas, a orientarnos por las estrellas, como parte del juego. En medio de la rivalidad, cual es el norte? Cuál es la visión que orienta la gestión? Se pensó el futuro, para que sirva de eje tras el cual ir y no perderse en el camino de los enfrentamientos entre sectores?

Perder dominio: el aumento de complejidad, el exceso de diversificación, genera una pérdida en el dominio empresario. Su consecuencia es el desorden, concentrarse en pequeñas cosas operativas,  la lucha entre sectores y roles, y la consecuente merma en la calidad del servicio y la utilidad final. Hay que recuperar el dominio, enfocarse en la especialidad, deshacerse de lo que excede nuestra capacidad.

Cambiar sistemas: en medio de las luchas internas y el desorden que provoca, se escuchan voces: “instalemos un nuevo sistema de gestión y control!”. Y se gasta un dineral, en algo que finalmente no redunda en los beneficios esperados. La solución viene por otro lado, y es producto de la conformación de pequeños grupos que representen las diferentes áreas, con objetivos medibles para concretar las mejoras.

Superclásico y rentabilidad: en los clásicos deportivos, un equipo quiere vencer al otro, como es natural. En la empresa, en su vida interna, presenciamos con demasiada frecuencia este hecho, como si cada sector fuera una empresa en sí misma, queriendo imponer sus reglas y objetivos. Evidencian una incapacidad de negociar internamente, para lograr los mejores resultados. Como es lógico, la rentabilidad se ve afectada. Porque cuando lo que impera es esa lógica de “superclásico”, la motivación, los conocimientos y habilidades, las fortalezas, sucumben en ese estado de situación. La rentabilidad es producto del desempeño de las personas, verdadero capital del negocio. Si viven en estado de “internismo”, el futuro estará en peligro, más aún en los tiempos que vivimos.