Escribir una nota con el presente título, implica correr ciertos riesgos en los tiempos que vivimos. Todo indicaría que la realidad propicia lo contrario, que la innovación y creatividad no tienen límites, y la única frontera es la que pone la mente. Lo cual es cierto.
El punto es: cómo debe funcionar el proceso innovador en la empresa? Hasta dónde innovar es un valor absoluto en los negocios? El sólo hecho de hacerlo representa una ventaja por sí misma?
La experiencia diaria en las empresas muestra las virtudes de generar innovación, y los problemas de no poner algún límite y filtros al proceso.
Quiero compartir algunas reflexiones sobre el tema.
El ambiente creativo: la creatividad no es un asunto de genios. Lo podemos pensar como un músculo a entrenar. Circuitos abandonados a recorrer y experimentar con ellos. Pero lo importante en la empresa es generar un ambiente creativo, un estado de ebullición interna que promueva lo diferente. De lo contrario, estaremos esperando algún “mesías” creativo. Lo que necesitamos es un conjunto abierto a nuevas visiones y modos de resolver problemas.
Innovar y ser rentables: los recursos son escasos. La pasión por emprender y crear tiene que ser matizada con la relación costo beneficio. Es lógico que de antemano no podemos saberlo, pero con la experiencia y el conocimiento que ella nos aporta, podremos ser más efectivos a la hora de promover lo novedoso.
Ser y parecer: una cosa es ser innovador, otra querer parecerlo. Tengamos cuidado en esto. Por otro lado, en tiempos donde todo es fácilmente imitable y rápidamente perecedero, la virtud esta en generar un modelo de negocio diferente, cultivando el talento interno. Eso es muy difícil de copiar.
La promesa global: los clientes compran de acuerdo a una promesa que encuentran en nuestra propuesta. Cuando ponemos el acento en nuestra velocidad de respuesta, o durabilidad, o pos venta, tenemos que ser coherentes en todo el proceso. La promesa, que va a satisfacer una expectativa, tiene que estar presente en toda la relación con el cliente. De nada sirve una innovación momentánea, si no se encuentra como valor en toda la gestión.
Innovación y especialidad: lo importante es preservar lo que es nuestra especialidad, lo que nos identifica. Quizás tenemos que enfocarnos en ser innovadores y líderes en dicha especialidad, reconocida por el mercado. De lo contrario, vamos a iniciar un proceso de diversificación, riesgoso para la pyme, que nos aleja de lo que es la esencia del negocio.
Ir contra la corriente: a veces la carrera por ser innovador se transforma en irracional y peligrosa para las arcas de la empresa. Es necesario seguir la corriente? Es el modo de crecer y diferenciarse? Acaso hay otras opciones? Hay varios ejemplos donde lo innovador es ir contra la corriente. Pero requiere animarse. Entre lo varios ejemplos, tenemos hoy bares y restaurantes que ofrecen descuentos por el no uso de celulares. Están los que van contra la onda light. El ingenio y la creatividad se asocian a veces en la capacidad para pensar distinto a lo que la corriente parece indicar.
El cliente pide: siempre pide más. Ya sea descuentos, regalos, algo diferente, otro producto o servicio. Pero hay que seguirlo en sus pedidos? Innovar es satisfacerlo en cada cosa que solicita?. Muchas empresas le preguntan al cliente. Quizás la virtud está en la habilidad para “espiarlo”, que hace, como lo hace, en qué medida lo que dice es coherente con lo que hace. Si modifica sus hábitos de compra. Saber inferir sus necesidades latentes, para anticiparnos a su próxima elección, siempre dentro de lo que nos caracteriza como negocio, identidad e historia.
La empresa innovadora: la mayor innovación está en la manera como pensamos la empresa, la dirigimos, lideramos nuestra gente, abordamos la estrategia, fidelizamos talento, integramos la diversidad de visiones. Es el desafío, del cual obtendremos los mejores resultados en el tiempo. Es el más difícil, porque requiere flexibilidad y adaptación interna. Es la clave para crecer.