Masterchef en la Empresa

#DeEmpresasYFamilias

Podemos relacionar el programa “Masterchef” con un modo de dirigir? Representa una manera de concebir relaciones y ejercer el poder? Hay un esquema de liderazgo implícito en dicho programa?

“Masterchef” es un formato televisivo exitoso, en el cual un grupo de aspirantes a chef son evaluados por un jurado respecto a lo que producen, luego de atravesar diversas pruebas y situaciones relativas al mundo de la cocina.

Es un formato con un antecedente: “Kitchen Nightmares” (conocido en España como Pesadilla en la cocina). En cada episodio, el chef Gordon Ramsay acudía a un restaurante con serios problemas y ayudaba a sus dueños a reflotar su situación en una semana, mejorando su performance. Generalmente, trabajaba con un grupo familiar propietario, que enfrentaba serios problemas.

Como situación televisiva, contiene todos los ingredientes necesarios para captar y retener una audiencia, no solo interesada en temas culinarios. Incluye muchos aspectos que resultan atractivos para los televidentes.

Se ponen en juego relaciones, tanto entre un jurado experto en el tema y los miembros que buscan ser elegidos como mejores, como dentro del mismo grupo.

Es sobre estos planos donde quiero detenerme. En la manera como se vinculan los “maestros” con sus “alumnos”. Quiero decir: hay un modo de tratarse, mostrar errores y virtudes, enseñar, promover el talento de los otros, y despertar emociones, que produce rating. El programa nos ilustra sobre un modo de relación entre alguien que sabe y otro que aprende.

Y también nos permite pensar en el estilo de dirección y liderazgo que ejercemos sobre los demás en las empresas.

Un jurado que puede ir del elogio, las palabras neutras, a la descalificación, denigración y a veces la humillación del participante. Con la notable evidencia que eso produce rating!!

Podría usted preguntarse, qué relación hay entre el programa de televisión, y la dirección de la empresa?

Pensemos. El programa nos muestra un modelo de vinculación entre alguien que dirige, sabe, y muestra el camino correcto, y otros dedicados a aprender y seguir consejos, en pos de lograr el mejor resultado.

En el caso de nuestras empresas:

Cómo lideramos a nuestra gente?

Qué hacemos para obtener el mejor resultado posible?

Cómo valoramos y motivamos?

De qué manera generamos pertenencia?

Alentamos del mejor modo a colaborar con la rentabilidad empresarial?

En síntesis, qué clase de “director de orquesta” somos?

Es llamativo, que si consultamos a líderes de negocios sobre su estilo de dirección, nos responderían sobre su estilo democrático, de trabajo en red, de promover el talento interno, potenciar el clima motivacional y creativo.

Pero si nos adentramos en la gestión cotidiana y escuchamos sus diálogos, nos veríamos con una realidad distinta. En muchos casos, muy semejante al estilo descripto para Masterchef.

Directivos que lideran en ese formato, dirigidos que se mueven en él, y empresas sin iniciativas para crecer.

Como se comprenderá, no pretendo hacer una valoración, sino cierta descripción que observo.

Y algunas preguntas:

En estos tiempo de cambio, cual es el estilo a desarrollar?

Que promueve más el talento interno?

Cómo liderar para lograr los mejores desempeños?

Hay distancia entre lo que pregonamos y hacemos?

Que dicen de nosotros aquellos a quienes lideramos? Lo sabemos?

Por otro lado es interesante pensar este modelo de dirección, en las empresas familiares. Es frecuente encontrar una generación que se dirige a la otra con esta modalidad. Emociones extremas, nepotismo, “se hacen las cosas como yo digo” o es el fin del mundo, serias dificultades para admitir lo diferente o lo nuevo. Descalificaciones varias como manera de liderar a la siguiente generación, o de los jóvenes a los fundadores.

Apenas una leve enumeración de situaciones típicas, que atentan contra el futuro.

Observar un programa, una película, es una excelente oportunidad para pensarnos, a partir de vernos reflejados, con el objetivo de mejorar. Sabiendo que es un camino permanente. Para propiciar en la empresa un círculo virtuoso, y no repetir los mismos errores, que cuestan caro.