El proceso de emprender contiene muchos desafíos, pone en juego pasión, virtudes y defectos, asunción de riesgos. El mismo amor propio esencial para emprender, el enamoramiento de la propia idea, es condición de éxito, y también posibilidad de fracaso, si se transforma en ceguera ante los obstáculos y frustraciones naturales de todo emprendimiento.
Ser el propio jefe, gestionar la idea propia, afrontar la soledad lógica que esto implica, no es sencillo, aunque visto de afuera parezca accesible y hasta envidiable por otros.
En ese camino, muchos eligen emprender en familia, en el comienzo, o ya iniciado el proyecto. Resulta confiable, seguro, más fácil de afrontar dificultades y problemas.
En esta elección, muchos aspectos se dejan de lado, o se postergan. La idea es: avancemos, sembremos, demos una base sólida, y después vemos ciertos temas…. En esta perspectiva, se dejan de lado cuestiones que deberían ser parte de la conformación del proyecto, y que más temprano que tarde van a salir a la luz como problemas serios que frenan el crecimiento.
En este sentido, vale la pena compartir algunas reflexiones y recomendaciones:
Qué es de quien: mejor empezar como corresponde, en el manejo del dinero. Qué es personal, y qué del negocio. No mezclemos cajas. Esto no tiene que ver con usar sistemas de administración sofisticados, si no de partir del concepto que el emprendimiento y nosotros tenemos vidas, identidades y necesidades diferentes. Por lo tanto, separemos el manejo del dinero.
Quien hace que: es lógico, al principio todos hacen todo, hay que salir adelante. Conyugues, hijos, familiares, aportan el máximo posible. Tratemos de a poco de dar a cada uno un foco de acción, para permitir así una relativa autonomía de gestión, y libertad personal. Bastante con que se ven en casa todos los días, ayudemos a que en el tiempo de trabajo tenga cada uno cierto espacio específico.
Vida personal: es central que cada uno tenga su desarrollo personal por fuera del negocio. De lo contrario, se van a terminar mal las relaciones. Si la vida se basa en el proyecto, que de por si nos absorbe, la vida personal queda “renga”, y lo vamos sufrir.
Un delicado equilibrio: el negocio necesita rentabilidad, la familia un mínimo equilibrio para funcionar. Por lo tanto, hay que preservar ambos niveles. Uno sin el otro no va a dar lugar a perdurar en el tiempo. Esto requiere comunicación y capacidad de manejo de los conflictos. En el negocio, midamos la gestión, en lo familiar, preservemos vínculos.
De qué hablamos: desde el inicio, es prudente generar ámbitos donde conversar los temas de familia, y lugar donde tratar los de negocio. Lo opuesto es hablar de todo en cualquier lugar, y genera confusión y sentimientos negativos. Son los cimientos de los futuros órganos de gobierno de la empresa familiar.
Reglas de juego: es importante establecer nuestras propias reglas. Cómo tomaremos decisiones, roles de cada uno, criterios con los hijos, quien decide que, manejo de recursos e ingresos, y muchos otros aspectos. Es bueno comenzar de entrada a definir reglas, que van a ser la base de un protocolo de familia. Pero sobre todo, nos permite manejarnos con reglas consensuadas, y no dejar las cosas libradas al arbitrio personal.
El poder, la autoestima y otras yerbas: el ejercicio del poder, el manejo de las relaciones personales, el cuidado por preservar al otro más allá de las diferencias, son temas cruciales para tener un futuro en familia. Es central ocuparse, y hay que hacerlo de entrada, para evitar, como se dice, “acumular tierra debajo de la alfombra”. O sea, crisis futuras por descuido en las relaciones. Quiebra el negocio y la familia.
Dirigir no está en los genes: tenemos que prepararnos, estudiar, desarrollar habilidades, en nosotros y los miembros de la familia. Formarnos como empresarios, como familia de negocios, accionistas. No heredamos estas condiciones, si no que debemos cultivarlas.
Nada es eterno: quiere decir que desde el comienzo, así como nos dedicamos a construir el emprendimiento en familia, es necesario comenzar a pensar el futuro. El proyecto nos va a trascender a nuestras propias vidas. Por lo tanto, cuidamos del mismo, y que haya sucesores adecuados para continuarlo. En una familia común, esto no es un tema de conversación. En una familia empresaria, esto es crucial, para la preservación de ambos niveles, la familia y el negocio.