Por: Francisco Almeida
La escuela es el espacio en el cual los jóvenes se instruyen de herramientas básicas para poder sobrevivir en el mundo exterior sin la ayuda de sus papis y mamis.
Aprenden matemáticas, química, medicina, principios de derecho, filosofía, artes y educación física entre otras cosas. La idea fundante es que la enseñanza escolar contemple básicamente todo lo necesario para vivir en sociedad sin mayores sobresaltos.
Entonces llama poderosamente la atención como cuestiones tan fundamentales para subsistir como lo son la alimentación y nutrición no sean tenidas en cuenta a nivel curricular.
Más allá de algunos conceptos de nutrición que se puedan enseñar en biología o cuestiones de proteínas, vitaminas y minerales que se puedan ver en física y química, la enseñanza real de prácticas culinarias esta dejada de lado.
Jamie Oliver, célebre chef británico y principal promotor de llevar las buenas prácticas alimentarias a las escuelas afirma:
“Para mí es importante que los niños aprendan de dónde viene la comida, y eso implica todo el proceso: cultivo, cosecha, cocina y degustación. Tienen que entender cómo reacciona nuestro cuerpo ante determinados alimentos, que algunos son para el día a día, y otros deberían ser como un premio. También tienen que aprender a comprar de forma inteligente, que entiendan que incluso con poco dinero se puede comer bien.”
Antes de que empiezen a llover las críticas de los pesimistas afirmando que es muy caro montar cocinas en los colegios, o que la educación alimentaria debe ser brindada en los hogares, debemos observar el aumento de la obesidad como una epidemia a nivel global.
Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) la obesidad ya entro en categoría de EPIDEMIA. En el año 2013 había mas de 43 millones de niños menores de 5 años con problemas de sobrepeso.
Es aquí donde vemos las falencias del sistema educativo en su máxima expresión. Los niños no saben comer, seguimos sosteniendo falsedades como que “esta bien que coman chocolates y bebidas altamente azucaradas porque son niños y gastan mucha energía”
Lo cierto es que la educación culinaria en los niños debe ser un proceso integral, que se complemente entre el hogar y la escuela, donde se involucre a los más pequeños a los hábitos de cocinar, conocer los alimentos, degustarlos e inclusive ir a a comprarlos y conocer variedades y precios.
Países como España, Australia y Francia ya dieron los primeros pasos en la enseñanza culinaria en colegios. Son un claro ejemplo de que con muy poco se puede hacer mucho, solamente incluyendo 2 horas cátedra de cocina por semana se introduce a los niños cuestiones básicas sobre qué comemos, de dónde viene nuestra comida y que nos conviene comer y porqué entre tantas otras cuestiones quizás más importantes que lengua y literatura o matemáticas…