“Gran”: ¡qué adjetivo tan superfino e inadmisible!

Hace una punta de años trabajé con Hugo Caligaris. Fue mi jefe en La Nación. Ya conté en otro post que por él conocí a Robert Walser. Hugo, lo dije y lo repito, es una de las personas más cultas que conocí en la vida. Cada vez que me tocaba ir a cubrir algo a los Estados Unidos (sobre todo Nueva York y Los Ángeles), Hugo me hacía este encargo: “Si en una librería llegases a ver un libro de Robert Walser, como Walter pero con s en lugar t, Wal-ser, ¿me lo comprarías?”. Nunca pude encontrarle un Walser. Porque si bien se puede pasar por las librerías, los viajes de trabajo tienen su propio ajetreo.

¿Por qué les cuento esto? Porque estoy podrida. Estoy echando humo. Estoy verde. Estoy violeta de que la gente en Twitter le ponga a cualquiera el adjetivo “gran”. Obviamente es una manera lisonjera de tratar al otro, de subirlo a un pedestal, de acomodarse con algún objetivo laboral o social. Cada vez que leo que alguien es “el gran Mengano” me pongo furiosa. Comienzo a repetirme por qué por qué por qué. ¡Qué va a ser “grande” ese! Ese es como vos y como yo, uno más del montón. Por ahí un montón más reducido pero montón al fin. Ese alguien a lo sumo publica, a lo sumo sale en la tele, a lo sumo tuvo suerte o la pegó con algo. Grande era Favaloro que inventó el bypass y salvó millones de corazones.

Continuar leyendo

Diez libros (o más) para leer este verano

Línea Maginot es servicio. Por eso te proponemos los diez libros para leer en el verano. Aunque, por supuesto, la lista no respetará ese número. Ni respetará estrictamente cierta tradición de citar novedades. No respetaremos casi nada, excepto al lector. Por eso esta lista de diez tendrá sus estantes, sus grupos, sus variantes. Porque no a todo el mundo le gusta lo mismo ni disfruta de lo mismo y, sin embargo, lee. Y los gustos hay que respetarlos.

Breve anécdota. El otro día, una conocida me pide que le recomiende libros (voy a tener que poner un servicio pago de recomendaciones literarias). Le hago la clásica pregunta: ¿Qué te gusta leer? Me nombra a David Safier, a Isabel Allende y creo que a Paul Auster. Le digo: “Todos escritores que no soporto”. Ella se ríe y yo me quedo pensando un momento. Entonces agrego: “Anotá, te digo los nombres de autores que no soporto. Seguro que a vos te van a gustar”.

Así es la lectura.

Continuar leyendo

Coetzee y el libro maldito de su Biblioteca Personal

Doce fue el número que decidió J. M. Coetzee para su Biblioteca Personal, ideada y editada por Soledad Costantini para el sello El hilo de Ariadna, un producto de alta calidad literaria cien por ciento argentino.

Pero son y no son doce. Porque en esa biblioteca personal hay un libro maldito o, mejor dicho, un número maldito, o más bien, un foco de resistencia del que nadie ha tenido noticias excepto Línea Maginot. Para eso estamos, para preguntarnos por lo que no está además de por lo que está. Y para contarlo. Pero no por la burda compulsión de revelar un secreto sino porque todo conflicto además de un obstáculo puede ser una oportunidad, una oportunidad para, en este caso, el caso del “libro maldito”, tener virtualmente la posibilidad de convertir esta imprescindible Biblioteca Personal de J. M. Coetzee en una de quince volúmenes, en lugar de doce.

De esto hablamos con Coetzee. Vía e-mail. Para Línea Maginot.

Continuar leyendo

Sarmiento: dos años de viaje y tres orgías. O no.

Vivimos en una época de sobrevaloración del entretenimiento. ¿Qué quiero decir? Que hemos dejado que nuestra vida fuera impregnada por la idea de que lo que no divierte es malo, que la diversión debe ser la función sine qua non de todo libro, programa, cátedra.

Yo creo que la diversión permanente es cosa de idiotas.

Por ejemplo, un libro de historia que resulte divertido suele está más cerca de los resúmenes históricos de las Billiken que leía de chica, que de la Historia. Si busco que me diviertan voy al teatro. Si busco aprender lo que quiero es estudiar de alguien que sepa, aunque sea aburrido. Siempre he sido así.

Entonces Flor Ure me manda “American Sarmiento”, de Hernán Iglesias Illa (Sudamericana, 2013) y me quedo sin palabras. Pero no sin palabras porque me asombra; sin palabras porque no sé muy bien qué estoy leyendo y, sin embargo, me gusta.American Sarmiento

Continuar leyendo

¿Quién le teme a Elmore Leonard?

Faltan pocos días para el estreno en los Estados Unidos de la quinta temporada de “Justified”. Regreso esperado, sobre todo, luego de semejante despedida en 2013 con un capítulo final apoteósico que sin ser infiel a su propia historia rompe con todos los cánones del relato de acción para finalizar en el suspenso más escalofriante.

Hace unos dos años, en una nota sobre escritores y series de televisión que me tocó hacer ya había descripto la extraña influencia mutua que tienen el personaje de papel y el personaje catódico. Pero no me pareció oportuno decir mucho a fuerza de saber que iba a hablar para casi nadie: excepto que se lea en inglés es difícil conseguir en la Argentina novelas traducidas de Leonard. Para entonces, intrigada por Raylan, yo las había leído en inglés pero no tenía cómo compartirlo.

¿Por qué sí ahora? Porque desde octubre –lo sé desde septiembre pero no he tenido tiempo de sentarme a escribir esto que escribo; pido disculpas- Alianza Editorial de España vende online las versiones electrónicas de su catálogo Elmore Leonard. Eso incluye la novela “Raylan”.

Justified

Continuar leyendo

Ser escritor: si querés (y tenés talento), podés.

“Este es mi consejo para los que quieren ser escritores: terminen su novela. Conozco cientos de aspirantes a escritores con media novela escrita. Media novela no es nada. Terminen de escribir. Ese es el primer paso”.

Esto lo dijo John Connolly hace un par de años en el Filba. Lo recuerdo perfectamente. Era en el Malba y Connolly resultó ser un artista del stand-up. Durante dos horas nos entretuvo sin altibajos y al finalizar la entrevista pública nos regaló CDs con la música que aparece mencionada en sus novelas. Un tipo macanudo a más no poder.

Pero dijo lo que dijo que es de una sensatez arrolladora: para ser escritor lo primero es terminar de escribir. Esto, ni más ni menos, es lo que hizo mi amigo Nicolás Bouvet.

Les voy a contar una pequeña historia…

Continuar leyendo

El imprevisible señor Bong

Como misión personal decidí investigar de cerca a Bong Joon-ho. Fui a casi todas las presentaciones que hizo, hablé con él a solas -brevemente-, participé en charlas con el público, intervine en la conferencia de prensa con algunos periodistas, presencié su master-class. En la superposición de conversaciones me di cuenta de dos datos notables:

1) Bong casi nunca contesta lo que uno espera (por lo que deduzco que la cabeza le funciona de otra forma).

2) A las mismas preguntas, idénticas preguntas formuladas una y otra vez, Bong contesta lo mismo pero siempre diferente, agrega datos o una anécdota o una variable que antes no estaba (por lo que deduzco que su cabeza está repleta de material, le sobra para no repetirse).

El director coreano Bong Joon-ho

El director coreano Bong Joon-ho

Continuar leyendo

En la mente de un detective neurótico

Tienen sed. Tienen mucha sed. Muchísima. Tanta que sienten la boca pastosa. Pero, además de tener sed, deben hacer ciertas tareas al mismo tiempo. Al mismo tiempo que tener la sed, claro. Tareas como parar un colectivo, subir, sacar boleto, mirar a los pasajeros, chequear si hay un asiento libre.

Bien. Esto se puede contar de varias formas. Poniendo la cámara más lejos o más cerca. Usando las palabras como si fueran una lente que pone la escena más lejos o más cerca. Por ejemplo: Continuar leyendo

Piquete en el Club de las Románticas

Protesta en el El Club de las Románticas. Hay piquete.

Volví de vacaciones, entré al local de La Manicure y luego de los convencionales cinco minutos de bienvenida comenzaron las recriminaciones.

“Este libro que nos dejaste es un asco”.

“Un asco, sí. No nos gustó”.

“Pero, ¿qué libro?”, les pregunté.

“Este”. Continuar leyendo

El hombre que era un vestíbulo de hotel

Hay que ver lo talentoso que se puso Alessandro Baricco y cuánto me llega, justamente, esta clase de talento. Porque yo no me conmuevo a la bartola. El talento por azar, por ejemplo, no me mueve un pelo. A mí me cautiva el talento con premeditación y alevosía, el talento de quien te dice: “Voy a hacer esto así y asá y va a funcionar así y asá”, y va y lo hace y funciona. Y encima cuando la idea está en funcionamiento resulta superior a la suma de sus elementos.

Eso es “Tres veces al amanecer”.

Tres veces al amanecer

Continuar leyendo