El Filibusterismo: Democracia Imperfecta

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Hace dos semanas Obama sufrió una de las peores derrotas de su mandato. El proyecto de ley que buscaba incrementar el control de armas en el que utilizó gran parte de su capital político fracasó en el Senado a pesar de contar con (según las encuestas) el apoyo del 90% de la población. La frustración de Obama en el discurso que dio tras este fracaso, desde el jardín de la Casa Blanca, era evidente.

Fachada del Congreso de EEUU (Foto/Wikipedia)

¿Por qué el Senado rechazó la ley? Hay varias cuestiones a tener en cuenta como la influencia que ejerce sobre el capitolio la Asociación Nacional del Rifle (NRA), o la cultura armamentista surgida de la sacralización incuestionable de la Segunda Enmienda de la Constitución norteamericana (de estoy voy a hablar en el próximo post).

Pero la pieza que jugó un rol clave durante el debate y que garantizó el fracaso de la ley de control de armas fue un procedimiento parlamentario llamado “filibusterismo” (en inglés, “filibuster“) que en los últimos años, mientras se incrementaba la polarización social, se convirtió en el arma de preferencia de aquellos legisladores determinados a hacer fracasar una pieza de legislación.

El filibusterismo es simple de entender. Es cuando antes de una votación en la Cámara Alta, un senador pide la palabra y se pone a hablar por horas y horas sobre un tema en particular (relacionado con ese proyecto de ley o no), lo que finalmente causa que la votación se tenga que posponer indefinidamente. Es el poder de hacer que una votación no se lleve a cabo. Y es un poder enorme que reside en cada uno de los legisladores que conforman el senado ya que la simple amenaza de invocar este procedimiento hace que el proyecto de ley en cuestión se caiga.

La única forma de evitar el filibusterismo es a través de un recurso llamar cloture, pero para que se apruebe esta moción antes se debe pasar por un tedioso proceso burocrático:

  1. Sólo puede pedirse la moción de cloture 48 horas después de haber comenzado el filibusterismo.
  2. Para poder pedirla antes deben juntarse 16 firmas que avalen esa decisión.
  3. Esperar 48 horas más para que el Senado vote a favor de la moción.
  4. Asegurarse de que al menos 60 senadores estarán a favor de aprobarla (este es el punto más difícil).
  5. Soportar 30 horas más de debate antes de la votación final.

Una vez que la moción de cloture es aprobada, el filibusterismo se rechaza y el Senado procede a realizar la votación. El problema es que el punto 4, que requiere que tres quintos del Senado, es muy difícil de alcanzar, especialmente cuando se trata de leyes que dividen a la sociedad norteamericana por su carga ideológica.

El Senado de EEUU esta compuesto por 100 senadores. Actualmente 53 de ellos son demócratas, 45 son republicanos y dos son independientes. O sea, ningún partido alcanza el número mágico de 60, necesario para poder avanzar sin atascarse. Si bien los independientes suelen inclinarse por el partido demócrata, convencer a cinco republicanos de que voten a favor del cloture es casi una tarea imposible. Incluso hay casos en los que varios senadores se pronuncian en contra del proyecto de ley que su propio partido impulsa, lo que hace que el apoyo sea aún menor.

En enero de 2013 ambos líderes de la Camara Alta hicieron cambios a las reglas del filibusterismo (como reducir la cantidad de horas de debate una vez aprobada la moción de cloture), pero son enmiendas de relativa importancia que no ayudan al Congreso a salir del pantano en el que se encuentra.

Pareciera que cada legislación importante va a morir al Senado, donde las fuertes diferencias ideológicas entre conservadores y progresistas hacen que un acuerdo bipartidista sea extremadamente difícil. Y el descontento generalizado se traslada a la sociedad. Según las encuestas, el Congreso actual es el peor de la historia de Estados Unidos, con sólo un 15% de aprobación popular. El humorista político Bill Maher, conductor de Real Time por HBO los viernes por la noche, incluso llegó a decir que el recurso del filibusterismo equivale a “un golpe de estado silencioso“, ya que a pesar de que en teoría el Senado necesita 51 votos para que un proyecto se convierta en ley, ahora se necesitan 60 votos para poder comenzar a debatirlo.

El caso más reciente es el de Rand Paul, senador republicano por Kentucky, que hace dos meses habló durante casi trece horas y dedicó su speech a la política de los drones de Obama.

Es por esto es que el proyecto de ley de Obama para el control de armas fracasó. Lo que se votó ni siquiera fue la ley en sí, sino la moción de cloture para evitar el filibusterismo, que obtuvo 56 votos a favor y 44 en contra. Así el Senado prefirió abandonar el proyecto a tener que soportar días de discursos interminables.

Democracia, sí. Imperfecta, también.