Por: Adrián Bono
En un episodio clásico de Los Simpsons (cuando todavía eran buenos), Springfield tras la aparición de un oso que busca comida por las calles. Después de atraparlo, el pueblo se reúne para discutir la supuesta invasión de osos a la ciudad y cómo eliminarla, a lo que el gobierno responde con la creación de una “Patrulla Anti-Osos” que incluye desde patrulleros en las calles a un F-118 vigilando desde el cielo.
Con toda la hipérbole que los Simpsons utilizaban (repito, cuando la serie era de buena calidad), siempre había una crítica subyacente a la sociedad norteamericana. A veces imperceptible, a veces bastante obvia. Hoy ese absurdo está a un paso de convertirse en ley.
Después de la paliza que le dio Obama a Romney el año pasado, los republicanos finalmente entendieron que sin el apoyo de las minorías no iban a llegar a ningún lado. Por lo que ahora el partido conservador también flirtea con los latinos, aunque lo tienen que hacer de manera sutil para que el votante blanco de los estados centrales no les patee todo.
Cuando después de ser reelecto Obama propuso una reforma al sistema migratorio para darle ciudadanía a los 11 millones de indocumentados que viven en todo el país, los republicanos se encontraron con un problema: si se oponían, alejaban más al voto latino. Y si la aceptaban, alejaban al voto conservador.
Con el senado bajo control demócrata y la cámara de representantes bajo control republicano, el proyecto tenía que ofrecer algo que dejara satisfechas a ambas partes sino las posibilidades de convertirse en ley serían nulas. Y el resultado es un híbrido que por un lado extiende una mano a los ilegales y por otro lado militariza a niveles insospechados la frontera de EEUU. Ya fue aprobado por el senado la semana pasada y ahora se dirige a la cámara baja, donde los congresistas republicanos no lo miran con buenos ojos, no por sus características delirantes (que las tiene) sino porque no es lo suficientemente progre.
A ver. El proyecto tiene algunos aspectos positivos, como la legalización de los inmigrantes con el llamado “path to citizenship” (“camino a la ciudadanía”) y la expansión del programa de visas temporarias.
El “camino a la ciudadanía” ofrecería a los indocumentados actuales la posibilidad de convertirse en norteamericanos. De aprobarse, el proceso llevaría trece años y el aplicante debería sortear varias etapas antes de obtener una green card, pero como opción es infinitamente mejor a tener que vivir como ilegal.
La expansión del programa de visas temporarias elevaría el número de visas H-1B (para trabajadores calificados) de 65.000 a 180.000 por año. También se crearía una nueva categoría de visa temporaria, la W, que se le entregaría a 20.000 trabajadores no-calificados por año. Y finalmente un nuevo tipo de visa de tres años de duración para entrepreneurs que abran una nueva empresa en EEUU.
El problema surge cuando examinamos las provisiones incluidas en la sección que detalla los cambios en el área de seguridad fronteriza: innecesarias, costosas y con una exageración de proporciones simpsonianas:
- En una era de supuesta austeridad, el gobierno pretende destinar 30 mil millones de dólares a reforzar la seguridad en la frontera. El proceso de sequester por el que tanto escándalo armaron hace unos meses representaba un recorte federal de 42 mil millones. Sólo esta ley significa gasto de dos tercios de lo recortado.
- Con 40.000 agentes, la Patrulla Fronteriza va a ser una organización gubernamental más grande que el FBI. Si ubicáramos a todos los agentes en fila a lo largo de la frontera mexicana-estadounidense, habría un agente cada 75 metros.
- Una vez aprobada la ley, el Departamento de Seguridad Nacional tiene seis meses para presentar frente al congreso un nuevo plan para incrementar la seguridad alrededor de la frontera. Ningún indocumentado podrá acceder al “camino a la ciudadanía” hasta que ese nuevo plan se apruebe.
- La ley incorpora un plan para completar un muro de 1100 kilómetros a lo largo de toda la frontera mexicana-estadounidense. 550 kilómetros deben ser construidos antes de que los inmigrantes ilegales puedan iniciar el proceso de naturalización, y los otros 550 antes de que puedan obtener su green card.
En resumen: para que los 11 millones de indocumentados puedan llegar a convertirse en ciudadanos legales, EEUU primero debe asegurarse de que ningún ilegal más pueda saltar el alambrado. Y esta es la instancia en que el tema ya se vuelve absurdo.
Según estadísticas de 2012, la inmigración ilegal en Estados Unidos está en su punto histórico más bajo. O sea, nunca hubo tan pocos cruces
ilegales desde México, ya que muchos están desalentados por una mayor vigilancia en la frontera, la lenta recuperación económica y el todavía alto desempleo. A su vez, la cantidad de inmigrantes ilegales deportados por la administración Obama está en su punto histórico más alto.
Esto llevó a que el saldo migratorio (balance que existe entre la inmigración y la emigración) sea cero o cercano a cero.
Saldo migratorio = N° de inmigrantes – N° de emigrantes
Entre 1995 y 2000, el flujo migratorio entre México y EEUU fue, en miles, de 2.940 (inmigrantes) y de 670 (emigrantes), por lo cual:
2.940 – 670 = 2.270
Las cifras muestran la descontrolada ola de inmigrantes ilegales que sufrió EEUU en la segunda mitad de los 90, cuando Washington decidió que la inmigración era un problema serio que había que solucionar.
Pero si observamos las cifras Entre 2005 y 2010, el flujo migratorio entre México y EEUU fue, en miles, de 1.370 (inmigrantes) y de 1.390 (emigrantes), por lo cual:
1.370 – 1.390 = -0.2
El saldo migratorio fue de -0.2. O sea, más gente cruzó de EEUU a México que de México a EEUU, una estadística que no se registraba desde hace 50 años. Y sin embargo, en muy poco tiempo Washington puede llegar a aprobar una ley que provoca un déficit de 30 mil millones de dolares para un problema inexistente.
La Patrulla Anti-Osos es casi una realidad.